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La Agencia EFE, tomada por Moncloa, ha perdido 50 millones de euros en el último lustro

La agencia pública de noticias ha vivido en la última década y media la mayor crisis de su historia. Moncloa ha confiado en Miguel Ángel Oliver -sin experiencia en la gestión de empresas públicas- para que remonte el vuelo

  • El próximo presidente de EFE, Miguel Ángel Oliver.

La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales lanzó hace un año y medio un salvavidas a la Agencia EFE para evitar su naufragio empresarial. Le inyectó 15 millones de euros para sacarla de la causa de disolución en la que se encontraba como consecuencia de las pérdidas que había acumulado durante los últimos ejercicios, que no son pocas. De hecho, desde 2018, suman un total de 49,1 millones de euros.

La crisis que atraviesa esta empresa se ha extendido durante tantos años que podría decirse que ya es inherente a su actividad. Desde que en 2008 se declarara la 'gran recesión' y se acelerara el proceso de digitalización de la sociedad, sus clientes tradicionales -los medios de comunicación- redujeron sus contratos con la agencia y eso afectó ostensiblemente a su negocio.

Han sido decenas y decenas de millones de euros los que ha perdido EFE desde entonces. Desde que Pedro Sánchez llegó a Moncloa, la cantidad es cercana a los 50 millones. Pero es que en los tres años anteriores, con Mariano Rajoy en el Gobierno, había registrado otros 30 de déficit. Tan sólo en 2022, la cantidad fue de 14, el 35% más que en 2021.

Moncloa nombró en 2018 a Fernando Garea como presidente de la agencia. Entonces, EFE encargó a Deloitte la elaboración de un plan estratégico para intentar que esta empresa pública remontada el vuelo. Todo ello, teniendo en cuenta que sus recursos -como servicio público de interés general tiene garantizado un presupuesto total anual de 53,9 millones de euros- son mucho menores que los de Radiotelevisión Española (1.200 millones).

El problema es que la aprobación de ese proyecto estratégico se retrasó durante varios años, al igual que el plan de bajas incentivadas que era necesario para poder reclutar nuevos perfiles profesionales, explican fuentes internas. Entre medias, el Gobierno cesó a Garea por cuestiones políticas y puso al frente de EFE a Gabriela Cañas, cuya gestión fue muy cuestionada por los sindicatos, al igual que sucedió con la de Álex Grijelmo o la de José Antonio Vera.

Un político al frente de EFE

El Gobierno ha confiado en Miguel Ángel Oliver, exsecretario de Estado de Comunicación, para ponerse al frente de EFE en un momento en el que se esperan cambios en la Agencia. El citado plan estratégico perseguía incrementar la producción multimedia, potenciar la información deportiva y económica; reforzar los contenidos en inglés, mejorar el área comercial y finalizar la transformación tecnológica, tanto en el área de gestión como en las redacciones.

Ahora bien, está por ver cuántos de esos objetivos se lograrán en los próximos años con una gestión que desde los altos despachos de la agencia no dudan que tendrá un evidente componente político, ante el perfil de su nuevo presidente.

EFE cuenta actualmente con una plantilla de alrededor de 1.100 trabajadores. Según el último informe de cuentas que figura en su web, dispone de una red de 16 delegaciones, 5 subdelegaciones y 9 oficinas permanentes en España; y 43 sedes en el extranjero. En 2022, registró una cifra de negocio de 86,5 millones de euros, mientras que gastó en personal 69,3 millones.

La Comisión Europea reconoció en 2016 que EFE presta un Servicio de Interés Económico General (SIEG), lo que, en teoría, ayudaría a dotarle de una mayor estabilidad presupuestaria. En la práctica, las dificultades económicas de la agencia se han mantenido, lo que le ha restado competitividad en el complejo panorama informativo actual.

EFE ha recibido durante los últimos años una partida de 53,9 millones de euros por parte de los Presupuestos Generales del Estado. Algunos de los anteriores presidentes de la agencia han criticado en sus comparecencias parlamentarias lo escasa que es esta asignación en comparación con la que reciben algunos de sus competidores internacionales, como AP o AFP.

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