El valor de Mediaset España se disparó en bolsa el pasado lunes, después de que la agencia Bloomberg publicara una información que afirmaba que los Berlusconi planeaban lanzar una OPA sobre la mitad de las acciones que no poseen de su filial. La mejora del 10% que se anotó la compañía en esa sesión se ha diluido prácticamente en los días posteriores, después de que la noticia fuera desmentida por Mediaset Italia. Ciertamente, las perspectivas de los mercados para con la televisión en abierto no son nada halagüeñas, lo que ha provocado, entre otras cosas, que los bajistas hayan invertido varias decenas de millones en estas empresas.
Según los registros de posiciones cortas de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), los bajistas han apostado 144,5 millones de euros en Atresmedia y Mediaset, con el convencimiento de que su acción mantendrá su tendencia negativa.
En la compañía controlada por la familia Lara, acumulan el 2,86% del capital, es decir, 35,76 millones de euros; mientras que en la comandada por Paolo Vasile, el 3,58%, es decir, 108,78 millones. Las acciones de la primera se han depreciado el 35% en lo que va de año, mientras que las de la segunda, el 21%.
Las causas del desplome
Detrás de esta considerable caída en la bolsa se encuentran varias causas que hacen desconfiar a los inversores sobre la rentabilidad a futuro de su negocio. A corto plazo, la que más influye sobre los ingresos de estas empresas es la situación del mercado publicitario, que permanece plano en 2018 pese al crecimiento del PIB que se espera para 2018. Según la CEOE, del 2,7%, mientras que, según Funcas, del 2,6%.
Los analistas –como Deutsche Bank- también han expresado sus reticencias por el crecimiento que han experimentado la televisión de pago en España. A finales de 2014, Movistar, Orange y Vodafone contaban con 1.881.457, 783.887 y 152.440 abonados, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. El pasado junio, lo cerraron con 3.934.000, 1.328.000 y 639.000, respectivamente, según los propios operadores.
También hay que tener en cuenta la aparición de plataformas de contenido en streaming como Netflix y HBO, que tienen la capacidad de producir contenidos en una escala global; y que han expandido una nueva forma de ver la televisión muy diferente a la que han propuesto históricamente las televisiones comerciales.
Posiciones cortas
La incertidumbre que han generado todos estos factores ha provocado que varios inversores bajistas hayan ‘apostado’ por Atresmedia y Mediaset. En la primera, se encuentran actualmente BPI Gestão de Activos, con el 0,63% del capital; Polar Capital, con el 1,13; y BlackRock Investment Management, con el 1,1%. En la segunda, están Adelphi Capital (0,6%). Polar Capital (0,93%), Engadine Partners (0,87%), Portsea Asset Management (0,57%) y Tower House Partners (0,61%).
En el horizonte de estas empresas, también se encuentra el expediente que abrió la Comisión Nacional de los Mercados y las Comunicaciones (CNMC) a estas dos compañías por sus presuntas prácticas comerciales restrictivas con la competencia. Si se demuestran estos hechos, se enfrentan a multas que podrían alcanzar los 200 millones de euros.
De momento, no se puede decir que su negocio esté en crisis, pues Atresmedia ganó 69 millones y Mediaset, 125 durante el primer semestre del año. Pero el dato de este último no mejoró con respecto al año pasado y el del segundo empeoró el 17,8%. Y sus ingresos no han crecido dentro de un mercado que, según la consultora Infoadex, cayó el 0,9% en el primer semestre de 2018. Todos estos factores, y las previsiones de analistas como Deutsche Bank y JP Morgan, han provocado la llegada de inversores bajistas a su accionariado.