Reconocía esta semana el directivo de un periódico -atribulado- que no tenía nada claro que la prensa escrita vaya a recuperar todo el terreno que ha perdido durante los meses de confinamiento. En otras palabras, que el negocio deberá asumir una nueva porción de tierra quemada. La enésima en los últimos años, en los que las redacciones han empequeñecido y los beneficios se han esfumado en muchos casos.
Esta conversación se producía unos años después de que el exdirector de El País, Antonio Caño, pronunciara ante los periodistas del diario una frase que resume a la perfección cuál es la situación de este negocio: “El papel, como la heroína, nos gusta, pero nos mata”.
Hay una batalla que los directivos de prensa dieron hace unos años por perdida, y es la de tratar de convencer a sus lectores de las ventajas del formato escrito frente al digital. Quizá mancharse los dedos de tinta tenía cierto romanticismo, al igual que el acto de acudir al quiosco a diario a por el ejemplar de un periódico.
Sin embargo, esa situación se conjuga actualmente en pretérito imperfecto, pues los diarios digitales han ganado la batalla y eso se ha hecho más evidente a lo largo de esta crisis, cuando la libertad de movimiento de los ciudadanos ha sido limitada.
No todo son ventajas en internet
No se puede decir que el negocio sea muy boyante en internet, donde los ingresos llegan en un mucho menor medida que en los buenos tiempos del papel. Pero las cabeceras digitales gozan de una mejor salud que las impresas; y eso se demuestra, entre otras cosas, en que las inversiones de sus editores se centran en la Red.
Sin ir más lejos, El Mundo y El País han inaugurado en los últimos meses muros de pago, ABC lo hará el próximo septiembre y La Vanguardia se espera que lo haga a no mucho tardar.
Los editores de prensa no han ofrecido muchos datos sobre el descenso del papel durante el estado de alarma, pero algunos se pueden deducir de sus presentaciones de resultados y de los datos de inversión publicitaria.
En el caso de Prisa, la circulación de ejemplares de El Pais, As y Cinco Días descendió el 13,1% durante el primer trimestre del año y a buen seguro el golpe será mayor entre abril y junio, dado que en estos meses se han registrado el grueso de los días del confinamiento. Los ingresos publicitarios de sus ediciones impresas se redujeron el 34,1%, frente al 6,9% del digital.
Las cosas no fueron mejor para Unidad Editorial. Más bien, al contrario. Según el informe trimestral de cuentas de su editora, RCS MediaGroup, sus 'ingresos editoriales' bajaron el 18,9% entre el 1 de enero y el 31 de marzo, mientras que la facturación publicitaria lo hizo el 19,5%.
Algo similar ocurre con Vocento, aunque en menor medida. Los ingresos por venta de ejemplares del grupo descendieron el 7,1% en el primer trimestre, en el que la venta de publicidad lo hicieron el 12,7%.
La compañía desgrana en el último informe que envió a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) los resultados de ABC y de su prensa regional. En concreto, los ingresos del diario monárquico cayeron el 11,6%, mientras que los de sus cabeceras autonómicas, el 10,8%. Por su parte, los de sus suplementos y revistas descendieron el 16,6%.
En cuanto a la difusión, el periódico que mejor se comportó fue El Diario Vasco (-5,2%) frente a la caída de Sur (-17,4%).
La publicidad se va
Los datos de la consulta Infoadex también arrojan luz sobre la situación que vive la prensa escrita, puesto que la facturación por anunciantes descendió el 48,2% en marzo en los diarios y el 48,7% en abril. Todo, con respecto al mismo mes del año anterior.
En los dominicales, el golpe fue del 43,5% y del 84,8%, mientras que en las revistas, del 15,8% y del 70,5%. Los medios digitales también han notado el impacto del estado de alarma, pero en mucha menor medida que los 'tradicionales'. En concreto, en el 14,5% y el 27,9%.
La pregunta que se plantea es cuál será la duración y la profundidad de esta crisis y en qué medida afectará a los medios de comunicación. También, evidentemente, cuáles saldrán más tocados de esta gran dificultad que se ha presentado en su camino, que amenaza con teñir de rojo las cuentas de resultados y con segar unas cuantas decenas de contratos de periodistas.
