El empresario barcelonés Jaume Roures se quejaba recientemente de la existencia de "fuerzas oscuras" que se oponen a que compre el Grupo Zeta. El dueño de Mediapro presentó hace unas semanas una oferta de alrededor de 60 millones de euros por esta editora de medios de comunicación y el resto de los interesados en la compra reconocieron que, ante la imposibilidad de igualar esa propuesta, la batalla estaba perdida. Sin embargo, Roures afirmaba hace unas horas que los Asensio le han hecho llegar el mensaje de que existe un nuevo interesado por el grupo y que la operación no se puede dar por cerrada. Es decir, que la cosa no está tan clara como parecía.
Como ocurre con una buena parte de las negociaciones que afectan a la propiedad de los medios de comunicación, la venta del Grupo Zeta tiene una vertiente política y otra económica. Desde el punto de vista de los números, Roures parte con ventaja con respecto a sus competidores, puesto que la salud financiera y el músculo de Mediapro son mucho mayores que los de los grupos de prensa, que acumulan un desgaste considerable tras más de una década de crisis del papel y del mercado publicitario, explican fuentes conocedoras de la operación.
Javier Moll, dueño de Editorial Prensa Ibérica, puso sobre la mesa alrededor de 30 millones de euros hace unas semanas, mientras que Henneo -editora de Heraldo de Aragón- ha mostrado su disposición a hablar sobre la posibilidad de adquirir activos del grupo. Vocento se descartó hace unos meses, ante las elevadas pretensiones de la familia Asensio, si bien nunca ha negado que su entrada en Cataluña con la adquisición de El Periódico a un precio razonable sería una buena opción.
Difícil momento político
Desde el punto de vista político, el asunto resulta más complejo. Fuentes de los partidos constitucionalistas reconocen su preocupación porque Roures adquiera El Periódico de Catalunya y aleje su línea editorial de la socialdemocracia que defiende el PSC, es decir, por la que ha apostado históricamente.
Pese a que la Guardia Civil situó a Roures como uno de los ideólogos del proceso soberanista, el productor ha negado en varias ocasiones que sea independentista; y, de hecho, hace unos días confesó su cercanía a Podemos. Pero en la Generalitat de Cataluña son partidarios de que el empresario adquiera El Periódico, dado que estiman que eso abriría sus páginas a los argumentos que defienden sus líderes. Entre ellos, el derecho a la autodeterminación.
El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha adoptado un perfil bajo en lo que respecta a la venta del Grupo Zeta, algo que las fuentes conocedoras de la operación consultadas por este periódico atribuyen al complejo contexto político, en el que la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado -que se votarán en unas semanas- está pendiente del apoyo o el rechazo de los partidos soberanistas. En este contexto, cualquier movimiento en falso podría minar las opciones de que el Gobierno sacara adelante su proyecto presupuestario.
La postura de los bancos
Otro de los aspectos que ha provocado malestar en Roures es el relativo al trato desigual que -considera- los bancos han dispensado a los interesados. Mientras el pool de deudores de Zeta -en el que se encuentran Caixabank, Santander y BBVA- apalabró una quita de deuda del 70% con Javier Moll, al empresario catalán no le han ofrecido esas facilidades, lo que le llevó a hablar de las "fuerzas oscuras" que han intentado modificar el desenlace de la operación.
El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha adoptado un perfil bajo en lo que respecta a la venta del Grupo Zeta.
El Grupo Zeta cuenta con una deuda cercana a los 100 millones de euros, de la que también es titular el Instituto Catalán de Finanzas, una entidad pública controlada por la Generalitat. El pasado diciembre, la editora de medios fue incapaz de hacer frente a un nuevo vencimiento, lo que deja clara la necesidad de los Asensio de vender el negocio para poder saldar sus obligaciones con los bancos.
El interesado más fuerte en su adquisición es Jaume Roures, aunque, como recuerdan fuentes cercanas a la compañía, en las operaciones mediáticas el factor económico no es el que más pesa en muchas ocasiones.