El piropo callejero esconde, bajo las sutilezas del halago, uno de los pilares más machistas de nuestra sociedad. La invasión de un espacio privado mediante mecanismos de poder. "Son palabras bonitas, no te puedes negar". La mujer no tiene derecho a sentirse intimidada porque las intenciones nunca pueden ser malas.
Incluso sin cuestiones de género el piropo ya es de por sí una falta de educación porque es una opinión no solicitada que siempre genera incomodidad. Si a eso le unimos la invasión de intimidad, la cosificación de la mujer y la falta de confianza tenemos un grave problema de género.
#dearcatcallers My name is not baby
Una publicación compartida de dearcatcallers (@dearcatcallers) el 31 de Ago de 2017 a la(s) 6:44 PDT
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Una publicación compartida de dearcatcallers (@dearcatcallers) el 3 de Sep de 2017 a la(s) 10:43 PDT
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Todas las mujeres han pasado por ese calvario alguna vez en su vida. No tienen derecho a ser tímidas, a estar incómodas, a no querer ninguna intromisión en su libertad personal, a pasear sin miedo por la calle. Es más, todo lo que no sea regalar una sonrisa cómplice al piropeador es un gesto (otro más) de mala educación. Si te enfadas, porque te enfadas. Si sonríes, porque lo andas buscando. La mujer es culpable siempre.
Una publicación compartida de dearcatcallers (@dearcatcallers) el 29 de Ago de 2017 a la(s) 6:34 PDT
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Noa Jansma, una estudiante holandesa de 20 años, ha querido materializar este hartazgo y ha empezado a recopilar en palabras e imágenes todos los piropos que recibe en sus trayectos callejeros. Ha abierto una cuenta de Instagram para publicarlos (@dearcatcallers). Las fotos son maravillosas porque muestran ese contraste de la sonrisa estúpida del que se cree con el poder y la mueca de cabreo 'cómplice' de la que realmente está dando la lección. Las caras lo explican todo.
Una publicación compartida de dearcatcallers (@dearcatcallers) el 29 de Ago de 2017 a la(s) 6:33 PDT
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En Holanda, recientemente, se ha aprobado una ley que castiga este tipo de conductas con hasta 190€ de multa. La cuenta de Noa está abierta a la denuncia de otras mujeres. Son fotos valientes, un ejemplo de como la acción puede servir para desmontar y ridiculizar la conducta sexista.
"¡Guapa! ¿Quieres meterte en mi coche?", "Hmmmm, ¿Quieres un beso?","¿Dónde vas, chica guapa? ¿Puedo ir contigo?" Los piropos que acompañan a las fotos son palabras huecas, frases comodín que buscan perpetuar la posición de poder de quién las vomita sin pedir permiso ni tener en cuanta los deseos de la mujer.
#dearcatcallers "baby! Baby! *whisting*"
Una publicación compartida de dearcatcallers (@dearcatcallers) el 16 de Sep de 2017 a la(s) 10:43 PDT
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Es curioso como la cuenta recopila los piropos de hombres de todas las clases sociales: Obreros, estudiantes, mayores, blancos, negros, trabajadores... lo que confirma que el problema no es una cuestión de clases o educación sino simplemente un asunto ligado exclusivamente al género.