Para todos aquellos nacidos entre finales de los 70 y principios de los 80, John Hughes representa la visión de la adolescencia. Nadie como el director americano supo recrear en la pantalla lo que significa vivir en esta tierra de nadie entre la infancia y la etapa adulta, con sus conflictos internos, sus primeros amores y la incomprensión de la sociedad. Años más tarde repetiría icono generacional escribiendo los guiones de la sagas Beethoven y, sobre todo, Solo en casa, aunque dirigido a un público más infantil. Hughes fue el responsable de lanzar al estrellato a Molly Ringwald, gracias a clásicos como El club de los cinco, La chica de rosa o Dieciséis velas. Pero, además, consiguió hacer realidad la fantasía de todos aquellos adolescentes que no se atrevían a ligar con chicas, dándoles la posibilidad de crear a su mujer perfecta a través de un programa de ordenador. La película se llamó La mujer explosiva y la chica en cuestión era Kelly LeBrock, protagonista de gran parte de los sueños húmedos de los ochenta.
‘La mujer de rojo’ fue producida por Victor Drai, marido de LeBrock en aquellos momentos.
Kelly LeBrock nació en Nueva York, pero pronto se trasladó con su familia a Londres. Allí, y con apenas 15 años, empezó a trabajar como modelo. Mientras estaba en una fiesta, se le acercó un hombre y le dijo que era muy guapa. Acto seguido, estaba viajando a las Seychelles para rodar un anuncio para British Airways. A partir de ese momento, su carrera de modelo despegó muy rápido. Apareció en Harper's Bazaar, en Vogue y en decenas de revistas y trabajó con fotógrafos de la talla de Richard Avedon y David Bailey. Pero con la fama, llegaron las fiestas y las drogas. LeBrock, preocupada por el desmadre en que se estaba convirtiendo su vida, decidió trasladarse a Nueva York, pensando que allí estaría más segura, pero, desde luego, se equivocó. Una vez en Estados Unidos, la cosa fue de mal en peor, hasta el punto que Eileen Ford, su agente y fundadora de la agencia de modelos Ford, llamó a su madre para recomendarle que cogiera el primer vuelo y controlara la salud de su hija. Ésta la apartó del mundo en que se movía, obligándola a dar un cambio radical a su vida. LeBrock se trasladó a California, dejó el modelaje y empezó a salir con un aspirante a productor de Hollywood, Victor Drai, con el que se casó en 1984. Juntos crearon la que sería la primera película de ambos, La mujer de rojo, producida por Drai y con Kelly como protagonista junto a Gene Wilder.
Steven Seagal, maltratador
La película fue un éxito de taquilla y convirtió la escena de LeBrock haciendo volar su vestido rojo a lo Marilyn Monroe en un icono del cine. Luego vino La mujer explosiva, el final de su matrimonio con Drai, las salidas con actores como Jack Nicholson o Warren Beatty y el hombre que marcó su vida, Steven Seagal. Se conocieron en Japón, donde Kelly estaba haciendo una sesión para Vogue. “Había hablado algunas veces con Steven pero no pensaba darle ninguna oportunidad. Al final, accedí a tomarme una copa con él y vino a buscarme a mi habitación. Al abrir la puerta me encontré con un hombre de 1’90, guapo, delgado, que hablaba japonés y hacía acupuntura, cantaba, dibujaba y tocaba la guitarra y la batería. No había nada que no pudiera hacer. Era como un hombre del Renacimiento”, ha declarado LeBrock. Pero lo que parecía un sueño acabó siendo una pesadilla. Maltratos, reclusiones en casa y el abandono total de su carrera cinematográfica. Convivió 10 años con Seagal, hasta que en 1996 se divorció del actor y se recluyó en un rancho de Santa Bárbara con sus hijos. “Me volví una ermitaña”, cuenta la actriz. El matrimonio con Seagal la dejó anulada como persona, incapacitada para relacionarse con nadie y viendo como los detalles más escabrosos de su divorcio se aireaban en la televisión. A partir de entonces, se dedicó a cultivar sus propios vegetales, a hacer yogur, a montar a caballo y a criar a sus hijos.
Ha participado en varios realities y tiene varias películas preparadas.
Pero las cosas han cambiado. Ahora, LeBrock se siente fuerte otra vez y planea un regreso por todo lo alto. Durante los últimos años ha hecho alguna incursión en el cine -ha participado en cuatro películas y tiene una quinta en postproducción-, y la hemos podido ver en el reality Celebrity Fit Club donde acuden famosos para perder peso y en el concurso Hell's Kitchen, el programa que inspiró Esta cocina es un infierno que se emitió en España. Además, LeBrock está ultimando sus memorias, donde contará, de primera mano, todos los episodios que han marcado su vida. Treinta años después parece que todavía le queda mucho camino a la mujer de rojo.