La familia Thyssen parece que pasa, de nuevo, por uno de sus mejores momentos, o así nos lo quieren mostrar. Cansados de rencillas, desavenencias, pruebas de paternidad y querellas, Tita Cervera y su hijo Borja han decidido enterrar el hacha de guerra y volver a ser un ejemplo de felicidad entre obras de arte.
Gracias al nacimiento de Kala -sí, con K, o al menos eso asegura Manuel Segura, abuelo paterno de la criatura-, la cuarta hija de Borja Thyssen y Blanca Cuesta, hemos visto a Carmen Cervera acudiendo al hospital a conocer a la recién nacida con un oso de peluche gigante y una bolsita de Bulgari debajo del brazo. ¿Llevaría una pipa de la paz con incrustaciones de Swarovski? Tengan claro que todo es poco cuando hablamos de una de las fortunas más importantes del mundo.
La llegada de Blanca Cuesta desestabilizó las cosas en la familia Thyssen.
Pero no se dejen engañar por tantas declaraciones y muestras de reconciliación. Ya hemos asistido en otras ocasiones al mismo espectáculo y las cosas no han cambiado con tanta premura. El problema intrínseco de la familia Thyssen -al menos el de los Thyssen que nos tocan a nosotros- tiene nombre y apellido y se llama Blanca Cuesta. La llegada de la modelo -desfiló en la pasarela Gaudí- a la vida de Borja desestabilizó todo el futuro que Tita había imaginado para su hijo.
Tras conseguir que el barón le reconociera como hijo propio y entrara a formar parte de los herederos del imperio Thyssen, Tita esperaba que Borja se dedicara en cuerpo y alma al arte, aprendiera como ella había hecho y se encargara de dirigir la Fundación Thyssen-Bornemisza en el futuro. Pero Borja tenía otros planes más mundanos, que incluían muchas horas de gimnasio, vacaciones en Ibiza y alguna que otra exclusiva en las revistas. Y por ahí, Tita no quería pasar.
Con una fortuna que se estima entre 1500 y 2000 millones de dólares, Tita no ha olvidado sus inicios como Miss España y actriz del destape, y como pasó de ser una niña que no tenía nada a una de las mujeres más poderosas del mundo. Y con el esfuerzo ajeno no se juega. La baronesa aceptó el noviazgo de Borja con Blanca pero, poco a poco, empezó a recelar, llegando a no asistir a la boda -que celebraron a altas horas de la noche y entre fuertes medidas de seguridad para proteger la exclusiva de millón y medio de euros que incluía luna de miel y nacimiento-, no conocer a dos de sus nietos y pedir en diversas ocasiones la prueba de paternidad de uno de los hijos, convencida, suponemos, de que Blanca no le había sido demasiado fiel a su Borja.
Debido al pacto de Basilea, Borja recibe 300000 dólares al año y 1,5 millones fraccionados en tres pagos.
Pero ni así pudo romper el matrimonio. Ya saben, la adversidad une más que el amor. Y sobre todo si hay dinero de por medio. Y es que, por el momento, Blanca y Borja tienen la vida solucionada. Debido al llamado pacto de Basilea -un acuerdo legal y secreto en el que participaron el Barón Thyssen, sus hijos Georg, Francesca y Lorne, Carmen Cervera y Borja; y por el que se repartió la fortuna del barón entre los herederos, que se comprometieron a no romperlo y no revelar ningún detalle del pacto- Borja recibe 300000 dólares al año, además de 1,5 millones de dólares que se han fraccionado en tres pagos -recibió 5 millones cuando cumplió 25, otros 5 cuando cumplió 30 y le quedan 5 para cuando cumpla 35-, por decisión expresa de su madre.
Pero ¿qué pasará a partir de entonces? ¿Cómo costeará Borja su tren de vida y la subsistencia de sus ya cuatro hijos? Para su desgracia, parece que todo queda en manos de su madre.
Cómo costeará Borja su tren de vida
Entre la fortuna que atesora Carmen Cervera se encuentran diversas propiedades, entre las que destacan su casa de la Moraleja, la mansión de Lugano -que lleva años intentando vender-, su casa de Marbella, el velero Mata Mua y su casa de Sant Feliu de Guixols; además de propiedades en Estados Unidos, Reino Unido, Jamaica y Uruguay. A ello se suma una impresionante colección de joyas y la colección privada de arte que no se cedió al Gobierno español -unos 700 cuadros de los 1.700 que integraban la colección originaria-.
De todo ello, Borja alega ser coheredero junto a su madre y de ahí la querella que decidió interponerle por el 45 por ciento de la herencia del barón que, según él, le corresponde -para ello, no dudó en acceder al domicilio de su madre a altas horas de la madrugada para sustraer documentos, entre los que podrían encontrarse el testamento de la Baronesa, el pacto de Basilea y un extracto de cuentas bancarias-. No obstante, las cosas no parecen ser tan sencillas.
La llegada de las gemelas adoptivas provocó que la herencia de Borja se dividiese en tres partes.
La llegada de las gemelas María del Carmen y Guadalupe Sabina en 2006, hijas adoptivas de Tita, alteró la situación familiar de los Thyssen. A partir de ese momento, la herencia de la Baronesa, que estaba destinada a recaer en las manos de Borja, debía dividirse en tres parte, y todo sin perder de vista que la mayor parte de los negocios de Tita no se rigen por las leyes españolas y que la propia baronesa tiene nacionalidad suiza, de forma que su herencia tampoco se someterá al Derecho español -de hecho, Tita ha recalcado en numerosas ocasiones que Borja será heredero suyo si ella quiere-.
Todo un entramado de documentos, sociedades y legislaciones muy complicado de descifrar y del que tampoco conocemos prácticamente nada. De ahí, la patente desesperación de Borja, que llegó a acudir al Museo para llevarse dos cuadros que el Barón le había prometido en vida -la demanda fue desestimada por no poder documentarse esta voluntad-.
La firma de la paz entre Carmen Cervera y su hijo Borja
Ahora, madre e hijo han hecho las paces. Desde que se encontraron un día por casualidad en plena calle y mantuvieron una breve conversación, los Thyssen han ido limando asperezas. Dentro de pocos meses, Borja cumplirá 35 años y lo hará con su mujer, sus hijos, su madre y los últimos 5 millones de euros que le quedan por recibir. Pero, claro, puede que esta reconciliación tan sólo sea fruto del amor.
Blanca, Borja y sus cuatro hijos -Sacha, Eric, Enzo y Kala- deben estar muy contentos de poder retomar la relación con la baronesa. ¿Tendrán una cena de Nochebuena en familia? ¿Volverá Borja a ocupar su posición en la Fundación Thyssen? ¿Llegará a exponer Blanca sus cuadros en el museo? ¿Terminará de una vez la batalla legal por la dichosa herencia? Al final, ya saben, una herencia no se reparte, se despedaza.