La procesión va por dentro. El Gobierno se encuentra en una situación muy complicada por lo impredecible de Carles Puigdemont, pero sus ministros disimulan el sufrimiento que está padeciendo el Consejo de Ministros. Fuentes gubernamentales admiten que "no ha habido avances en la negociación" con Junts en las últimas horas y que, por eso, la Mesa del Congreso decidió aplazar este martes la decisión sobre si admite o no el debate en la Cámara para que el presidente, Pedro Sánchez, se someta a una moción de confianza, como exige el expresidente catalán a cambio de su apoyo. Pero lo cierto es que a Moncloa empieza a pintarle en bastos la jugada de la legislatura. Puigdemont avisó este martes en TV3 de que habrá consecuencias si no les dejan tramitar la iniciativa.
El núcleo duro del Ejecutivo todavía vende como una victoria colosal el acuerdo que dio luz verde al último paquete fiscal y que, gracias a Junts y a Podemos, pudo ver finalmente la luz. En el Gobierno apuntan a que esa madrugada la legislatura estuvo realmente al borde del abismo, pero que se consiguió salvar. Aunque con compromisos incompatibles, aparentemente, entre sí. Porque eso en eso se ha convertido esta legislatura imposible, en un ejercico de funambulismo constante. Los presupuestos de 2025 ni están ni se les espera, al menos por ahora. Y no por casualidad, el propio Puigdemont retó a Sánchez a convocar elecciones si noes capaz de aprobar unas cuentas -las vigentes son de 2023-.
"El Gobierno no se ha puesto en contacto con nosotros para hablar de presupuestos, en ningún momento. Por eso me extraña que todo el mundo esté hablando de presupuestos, porque debemos ser los únicos que no tienen la carpeta de los presupuestos encima de la mesa. Aunque veo complicada que llegue esta carpeta a Junts", desliza el entorno de Puigdemont. El expresidente ya advierte de que ni se van a sentar a hablar de las cuentas. "Si no cambian mucho las cosas no tiene sentido que sigamos apoyando al Gobierno", espetó el expresidenta catalán. Fuentes del Ejecutivo confirman que no se ha abordado nada sobre las cuentas con Junts. "Se debate ley a ley, norma a norma. Por eso es una heroicidad lo que hacemos", explica una ministra.
Mientras. el núcleo duro del PSOE y de Moncloa discrepa sobre la conveniencia de que Sánchez se haga una foto con el expresidente catalán, uno de los gestos que más le demanda el expresidente catalán. El jefe del Ejecutivo, en cualquier caso, sigue apostando por esa imagen, aunque la tiene fuera de la agenda: "Es un paso de coherencia. Si hablamos de pasar página … ningún problema. Lo importante es que la amnistía, su aprobación, está hecha... Y ahora estamos en la fase de aplicación: veremos cuándo se produce el encuentro. No está la agenda", dijo hace menos de una semana en una conversación informal con periodistas durante la celebracion de la copa de Navidad.
Ya durante las negociaciones de investidura, el PSOE acordó esa cita para la "rehabilitación total y definitiva" del prófugo de la Justicia. Ferraz siempre sostuvo que cuando la estampa se produzca, habría "contenido político" más allá de la foto, que solo busca alimentar la retórica del expresidente catalán, ahora visiblemente cabreado por la situación política en la que se encuentra, sin haberse beneficiado aún de la amnistía por criterio del Supremo y a la espera de que se pronuncie el Tribunal Constitucional.
Puigdemont, reelegido este otoó líder de Junts, no está dispuesto a rendirse. Y cada día que pasa sin ser amnistiado es más factible que deje caer a Sánchez. Aunque en el Gobierno le advierten de que "no le interesa jugar con fuego". En cualquier caso, hace semanas que el expresidente catalán le está enseñando el camino a Sánchez: cada vez más sintonía con el PP en las votaciones en el Congreso y dos bofetones con la senda de déficit. Y, aunque queda muy lejos que se forme una mayoría absoluta alternativa a la que llevó a al líder socialista a Moncloa, el presidente del Gobierno debería tomar nota.
Pese a todo, fuentes gubernamentales achacan las declaraciones de Puigdemont a la necesidad de su partido de ganar protagonismo de cara a la negociación de los presupuestos, pero estas mismas fuentes admiten que toca hacer algún gesto para frenar los "fuegos de artificio" del líder de Junts y líder de la oposición al Gobierno de Salvador Illa. El Ejecutivo descarta esa moción, que es prerrogativa del propio jefe del Ejecutivo, como recuerdan machaconamente una y otra vez.