Ha estado aquí el consejero delegado de Gas Natural Fenosa, Rafael Villaseca, que compró una empresa gallega y nadie se lo impidió, y que no creo que todos sus clientes se concentren en Cataluña. Preguntado por el proceso soberanista, recordó que debe haber diálogo, pues no puede ser que la Generalitat se enfrente al resto de España… o eso quise entender de sus gestos. Villaseca, que es dequeista como buen catalán, anunció -cosa que no hace el Gobierno- que la tarifa de la luz seguirá creciendo hasta que se pague un déficit que han provocado los propios consumidores.
Mientras tanto Ramón Paredes, vicepresidente de Seat, dijo que no le preocupa este asunto pues fabrican en muchos sitios e irán allí donde tengan mejores condiciones. Estas son las reacciones de los grandes gestores empresariales, que optan por la prudencia para no querer herir la sensibilidad de los independentistas pero que saben la enorme penalización que supondría tanto para España, pero más para Cataluña, su hipotética separación del resto del país.
Tengo que confesarles que me encantó Paredes. Empezó como aprendiz en la escuela de Seat, siendo por tanto estudiante de FP, y ahora es vicepresidente de la compañía y habla 4 idiomas. Recordó cómo su grupo, Volkswagen, aspira a ser el primero del mundo en 2020 y repasó la historia de Seat, que en el siglo pasado vendía los coches aunque no tuvieran puertas. En la actualidad, sólo por la capacidad laboral de la planta de Martorell y su innovación, se ha convertido en un centro de referencia. Comento a mis lectores que en esta fábrica trabajaban los Estopa cuando crearon su canción La raja de tu falda.
Inciarte, el inglés
El vicepresidente del Banco Santander, Matías Rodríguez Inciarte, habló de lo bueno que es su banco y de que sólo tratan con líderes. Debería su conferencia estar subtitulada, pues no había una sola frase en la que no emplease anglicismos (reliable, free float, level played field, taxpayers). Cree que la gestión de la crisis Alfredo Sáenz se hizo bien, que es mucho creer, y me viene a la mente que el consejo de Administración de su entidad debería ser usado para ilustrar la conveniencia de alargar la edad de jubilación.
Cuatro economistas de renombre y mediáticos fueron los encargados de clausurar la jornada vespertina. Primero Juan Ignacio Crespo, con su voz aterciopelada, pidió que se usen los 60.000 millones de euros que nos ofreció Bruselas para que de una puñetera vez se arregle el lío de los bancos españoles y, por extensión, faciliten el crédito al resto. Mientras no se haga, malamente saldremos de la crisis.
Jorge Sicilia, jefe de estudios del BBVA, apuntó que nuestras exportaciones crecen pero que tenemos un problema nacional de formación. Hay que ser, por tanto, competitivos y productivos frente a los trabajadores chinos, que son competitivos pero poco productivos en comparación con los estadounidenses. Esteban García-Canal, de la Universidad de Oviedo, recordó que sólo exporta el que puede y quien lo hace entra en un círculo virtuoso. Obligación del Gobierno es para él primar a aquellos que tienen productos competitivos y no dar manguerazos de ayudas a todo el mundo.
Por último, José Carlos Díez, ex de Intermoney pues acaba de dejar la empresa para fichar por Icade, se descolgó por el curso pues el jueves presenta su libro frente a su compañero de La Sexta Miguel Ángel Revilla. Su obra Hay vida después de la crisis está siendo un éxito por decir cosas como que hay que seguir con presupuestos restrictivos en España, que la desaparición de las cláusulas suelo es mala para los bancos españoles y que sigue fallando el flujo del crédito. Con el traje muy arrugado, supongo que por el trajín de tanto viaje, el autodefinido Economista Observador criticó que dedicando una décima del presupuesto europeo para mejorar el empleo en Europa no vamos a hacer nada por este sector y criticó la lentitud para todo de la que hace gala el Viejo Continente.