Hace escasos días, la revista ¡Hola! se marcaba una portada de las que hacen historia. No por el interés de sus declaraciones, que de tan previsibles terminan siendo vacías, sino por lo sorprendente del hecho. El Rey pasaba por maquillaje y peluquería -y por una intensa sesión de retoque digital- y protagonizaba una exclusiva en traje de sport y dejando claro que no necesita muletas para caminar, ni a nadie que le arrope -misma portada en solitario que protagonizó la misteriosa Corinna hace unos pocos meses-.
Patrick Mavros, diseñador del cinturón del rey, es amigo de Corinna.
Pero de todo el conjunto elegido por el monarca para mostrar cercanía y normalidad, un detalle brillaba con luz propia: el cinturón. Entre tonos beige y chaquetas de pana, el estilista real, seguramente aconsejado por su majestad, incluyó un cinturón de piel de cocodrilo con hebilla de plata para darle un toque de color y distinción. Y es que, al fin y al cabo, uno se hace Rey por estos pequeños detalles.
La pieza es un clásico en el vestuario del monarca, que suele llevarla en muchos de sus actos privados y le recuerda no solo su pasión por la caza -pasión de la que debe haberse arrepentido más de una vez durante el último año-, sino también la admiración que siente por su creador, el escultor Patrick Mavros -amigo, a su vez, de la misteriosa Corinna-.
Estrella africana
Puede que el nombre no les suene demasiado, pero Mavros es una auténtica estrella. Nacido y criado en Zimbabwe, la llegada de Mavros al mundo de la escultura fue casual. Recién casado con su mujer Catja y mientras trabajaba como panadero, cayó enfermo y tuvo que pasar una larga temporada en el hospital. Para matar el tiempo, decidió tallar unos pequeños pendientes en marfil inspirándose en las aves africanas y se los regaló a su mujer. Ésta los llevó a la peluquería y empezaron a lloverle los pedidos, hasta el punto que tuvo que dejar la panadería pues ganaba mucho más dinero creando pendientes. Poco a poco, su fama se fue extendiendo, abandonó el marfil para dedicarse a la plata y se convirtió en uno de los escultores más populares de África.
Mavros ha diseñado, entre otros, para los duques de Cambridge y para la reina Isabel del Reino Unido.
Mavros se ha especializado en la recreación de animales y con sus manos ha creado casi 500 diseños exclusivos, que van desde esculturas hasta joyas, productos de papelería, gemelos o, como en este caso, hebillas para cinturones. Actualmente reside en Londres, donde tiene una exclusiva tienda en Fulham Road, y son tres de sus hijos los que se hacen cargo del negocio.
Varela y Nuez, referentes reales
Cada pieza que fabrican es única, tiene su propia historia y se encargan de llevar a cabo todo el proceso, desde el diseño hasta el marketing. Nada escapa del control de los Mavros. Esta exclusividad les ha convertido en los escultores favoritos de la realeza. Los duques de Cambridge ya contaron con sus diseños para decorar su casa de Kensington -y sus íntimos les regalaron unas miniaturas en plata con motivo del nacimiento de su hijo- y la reina Isabel es una de las clientas habituales de su tienda, según explica en la revista Forbes Mavros, uno de los hijos del escultor.
Pero el rey no es el único que cuenta con sus diseñadores de cabecera. Margarita Nuez ha sido durante más de veinte años la modista que ha vestido a la reina Sofía en las ocasiones más importantes, desde la boda de los príncipes de Asturias hasta la reciente boda de los duques de Cambridge. Se conocieron gracias a la intermediación de la mujer del ex ministro Narcís Serra y desde entonces ha ido creando el estilo tan estudiado y reconocible que se asocia con la reina.
Lo mismo ocurre con Felipe Varela, diseñador fetiche de la princesa Letizia -aunque ésta le es infiel en alguna que otra ocasión-. Se conocieron a través de la infanta Elena y, desde entonces, le ha acompañado en la mayoría de eventos relevantes. Aunque su relación con la Casa Real es muy diferente a la de Margarita Nuez: mientras la modista de la reina se ha mantenido en un segundo y discreto plano, Felipe Varela vende réplicas de los diseños que realiza para la princesa a través de su página web. Y es que, al fin y al cabo, convertirse en diseñador real es todo un negocio, y en los tiempos que corren, de futuro.