El rey emérito siempre se ha mostrado como un amante de la competición de vela, heredó la vocación por la navegación de su padre y éste de Alfonso XIII, uno de los impulsores de la vela deportiva en España. Con sólo 11 años, el monarca lograba ser el más rápido de su clase en una regata que unía Lisboa con Sesimbra. Desde entonces, el deporte de la vela se tornó en una pasión que fue creciendo con los años.
Sin embargo, se vio obligado a abandonarla en el año 2010, con 70 años, después de una operación de un nódulo en el pulmón. La última regata importante en la que participó fue en el verano de 2009 en la Copa de Rey de vela patroneando el Bribón –que luego se vendió a un empresario chino- cuyo armador era su amigo José Cusí, ex regatista catalán que conoció al rey en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, cuando los dos participaron.
Cusí estuvo cuarenta años a su lado a bordo del ‘Bribón’. Tantos años juntos, compartiendo tantos momentos, han hecho que tengan una relación estrecha, casi de hermanos. Además no sólo tienen en común la vela sino también la caza o el tiro al plato.
El rey emérito comentó a sus amigos que creía que se iba a morir
En los posteriores años de 2011 a 2013, el monarca tuvo que pasar por quirófano siete veces más por problemas de rodilla, tendón de Aquiles, espalda y cadera. Tras implantarle una prótesis en la cadera izquierda, sufrió una septicemia, una infección tan grande que Juan Carlos llegó a pensar que iba a morir, según confesó a sus más allegados.
Todas estas dolencias le llevaron a caminar con bastón, disminuir el ritmo e intensidad de años anteriores y apresurar su abdicación debido al momento delicado de salud que tenía. Tenía todas las de acabar en silla de ruedas, sin embargo supo resurgir de las cenizas.
La idea de las regatas seguía rondando en su cabeza y en septiembre de 2014, durante una comida, le traslada el deseo de volver a navegar después de seis años a otro de sus íntimos amigos, Pedro Campos Calvo-Sotelo. Este es un empresario gallego, sobrino del expresidente del Gobierno, armador, regatista, cinco veces campeón del mundo en distintas categorías, director general del equipo Movistar y presidente del Real Club Náutico de Sanxenxo.
El rey emérito resurgió como el Ave Fénix
En septiembre de 2015, el rey emérito compite, a sus 76 años cumplidos, en el trofeo que lleva su nombre en Sanxenxo y gana con su equipo las regatas en la disciplina de veleros clásicos con el Acacia, un barco construido en 1929, cuyo dueño es el armador gallego Mauricio Sánchez Bella Carswell, otro de los íntimos del monarca también, comandante de Iberia, que navega en el Acacia con su mujer, Alicia Freire.
Sánchez Bella Carswell, recordaba este momento: “Ganamos la regata. El rey sube a un barco a competir. Siempre nos ha dicho: ‘Mi padre era un marino, yo soy un regatista”, señaló a ‘Vanity Fair’, y explicaba: “Ves a un señor de 77 años con bastón y no te encaja en una actividad deportiva, pero capitanear el barco precisa de una concentración mental muy importante y para eso él está en perfectas condiciones. Es un deportista nato, con una gran afición y capacidad de sufrimiento”.
Tras ganar la regata y superar la prueba de fuego, Campos habla con José Cusí sobre un tipo de barco que podía encajar para el rey Juan Carlos, unas embarcaciones muy duras y estrechas en las que no tiene riesgo de caída. “Ya conocía este tipo de barco y se me encendió la luz, porque al tener un espacio muy pequeño en la bañera se navega muy bien sujeto, por lo que no hay peligro de que el monarca se caiga o pegue un resbalón por moverse en cubierta. Cuando le comuniqué la idea, le encantó, hasta el punto de que le vi enormemente ilusionado”, explicó Campos a ‘LOC’.
Compran un barco para él y se crea una nueva modalidad para el monarca
En 2015, Pedro Campos y Josep Cusí compran el Ian, gemelo del Acacia, en Loviissa, Finlandia, por unos 65.000 euros para el rey emérito, su capitán. Aunque el diario local ‘Ilta Sanomat’ llegó a publicar que fue una adquisición del propio monarca, Campos lo desmintió y declaró que el propietario era Cusí mientras que él se ocupaba de la parte técnica. Una vez que lo restauraron completamente, con los consejos del monarca, le rebautizaron como el Bribón XVI.
En marzo de 2016, el Rey emérito se subió al Ian, un barco clásico de 11 metros, acompañado de Ib Andersen, el entrenador del monarca emérito cuando Juan Carlos participó en las Olimpiadas de Múnich de 1972. A pesar de que ni el Acacia ni el Bribón, -Ian-, son de su propiedad, es como si lo fueran, ya que son con los que navega y los armadores son íntimos.
Animado por sus amigos, el monarca vuelve a competir al siguiente año, en 2016, patroneando el Gallant en la categoría Movistar 6m, clase que debutó ese año. Se trata de una nueva modalidad en España que implantaron el monarca y el resto de sus compañeros, la 6MR, con la intención de que participasen armeros de todo el mundo y que requiere menos esfuerzo físico.
Los tripulantes y compañeros de la clase 6MR, en su mayoría amigos del emérito, han destacado la agilidad que ha adquirido y el entusiasmo que muestra en cada una de las regatas. “Se sienta al mando del timón y no se mueve. Desde que ha vuelto a la vela ha rejuvenecido. Ha estado muy enfermo y llevaba casi ocho años sin competir. Creía que no podría volver a navegar, pero aquí está, ejerciendo de patrón”, señaló a ‘Vanity Fair’ Mauricio Sánchez-Bella.
Sin embargo esta decisión de volver a las regatas, aunque sea la de veleros clásicos, no fue vista con buenos ojos por la familia del rey emérito ya que ven que la competición de vela no es una actividad adecuada para una persona de casi 80 años. Les guste o no, lo cierto es que Juan Carlos ha recuperado en buena parte su movilidad y está mucho más activo.
El resto de la pandilla
Junto Mauricio Sánchez Bella Carswell y los empresarios José Cusí y Pedro Campos, en el grupo de amigos del Rey emérito está Juan Carlos Escotet, patrón del Aída y banquero venezolano presidente de Banesto Internacional con presencia en todo el mundo y vicepresidente del banco gallego, Abanca. Escotet es el encargado de poner su jet privado a disposición de los amigos.
Además nos encontramos con el banquero gallego Francisco Botas, vinculado a la misma entidad, el economista César Elízaga, armador y patrón del Ian, director ejecutivo del equipo Desafío Mapfre, empresario de Charlie Echo S.L y socio y directivo del Náutico de Sanxenxo.
También forman parte de su círculo el empresario británico Peter Dubens, dueño de la mayor fábrica de velas del mundo, North Sails, y que navega en el Alibabá junto a Tara Getty; los ingenieros navales Íñigo Echenique y José Luis Angoso, también director de Innovación y Alianzas de Indra, ambos navegan en el Caprice. El banquero venezolano instalado en Londres, José Álvarez, es otro de los regatistas. Su hija Violeta, una de las pocas mujeres que navega, es el alma del Erika, el barco en el que navegan.
Con ellos se reúne en el Real Club Náutico de Sanxenxo un fin de semana al mes de marzo a septiembre cuando comienzan a organizar la temporada de regatas. De sus continuas visitas a Sanxenxo, ha estrechado relación con el alcalde, Gonzalo Gonzalo Pita, del partido Sanxenxo Agrupación Liberal, y tiene una gran complicidad con el actual secretario de Estado para el Deporte, José Ramón Lete Lasa, ex jugador de baloncesto vinculado en el pasado a la vela y que le entregó al Rey el trofeo de los premios del Circuito Nacional de 6M.
Además, en regatas puntuales como la Rey Juan Carlos I El Corte Inglés Máster que se celebra en septiembre, no faltan a la cita otros íntimos del monarca como Patricio Bertelli, marido de Miuccia Prada y consejero delegado de la firma de moda.