El 29 de marzo de 1983 una lista de hasta 28 parlamentarios de Los Verdes alemanes entraban en el Bundestag alemán por primera vez en su historia. El nuevo partido que aglutinaba a la izquierda más radical de la llamada Ecología política había sido fundado tan solo 3 años antes y obtenido del 5,6% de los votos en las últimas elecciones federales. Un resultado que cambiaría la historia de Alemania para siempre. Su entrada en el sistema parlamentario generó todo tipo de miedos y recelos… y también quejas por su vestimenta. ¿Os suena?
1983. Todos miran las pintas de 1 verde en su primer día en el Bundestag. Nos llevan siglos de ventaja. vía @lladini pic.twitter.com/GoMYGrFLJ1
— Pepo Jiménez (@kurioso) January 14, 2016
Las bases de aquel partido habían sido fundadas en la República Federal Alemana de mediados de los 70 para dar voz a los movimientos sociales ecologistas y pacifistas derivados del mayo del 68 alemán. El partido comunista había sido ilegalizado en 1956 y no había hueco oficial para la izquierda más allá de la socialdemocracia. Los jóvenes de aquellos años, indignados por la situación económica y por ver a antiguos nazis en altos cargos (entre ellos el presidente de la República, Heinrich Luebke, acusado de diseñar los campos de concentración nazis), estallaron en una revuelta contínua que acabó con la ocupación de las universidades y una nueva forma de entender la política.
Tampoco el 15M fue original en eso.
Aquellos estudiantes se quejaban de que medio gobierno tenía vínculos con un negro pasado que nadie quería desenterrar en virtud de la convivencia y paz social. El país todavía estaba despertando de Núremberg y no era el momento para levantar viejos fantasmas que interrumpieran el debilitado proceso de desarrollo económico. Como si lo viera.
Muchos de aquellos estudiantes querían cambiar el resto del mundo. Eran anti nazis, anti americanos y se oponían a Vietnam y los grandes conflictos internacionales. Pero ese discurso quimérico y populista no era suficiente para entrar en el gobierno y cambiar las instituciones.
Los verdes tuvieron que moderar su utópico programa para poder acceder al parlamento en aquellas históricas elecciones federales y lograr el voto realista-moderado de los hijos del 68. Esto también nos suena.
Aquel 29 de marzo, en el parlamento Alemán, se produjo un choque de trenes entre la vieja política y la nueva. Entre juventud, ideas y vestimenta. Una veintena de jóvenes altamente educados y altamente motivados que incluso habían caído antes en el radicalismo violento del 68 entraban a formar parte de la estructura más importante del país. La prueba gráfica de aquel ‘allanamiento y violación del establishment bávaro’ fue una fotografía que dió la vuelta al mundo y fue comentada en todos los rincones del Bundestag.
Bundestag. Marzo1983. Fuente
El gigante Walter Schwenninger, enfundado en su jersey de alpaca y luciendo una densa melena nórdica quitaba protagonismo al también gigante Helmut Kohl, por entonces jefe de la Cancillería. Era la representación gráfica de una batalla que estaba a punto de empezar.
Melenas largas, jerseys gruesos, zapatillas deportivas y vaqueros. Así se presentaron los diputados a su primera sesión en el Parlamento. Uno de ellos, Joschka Fischer (el hijo de un carnicero húngaro) juraría como ministro de medio ambiente del nuevo gobierno en vaqueros y zapatillas deportivas. Hoy aquellas zapatillas se conservan en un museo como símbolo de algo que probablemente no fue. O fue poco.
@kurioso @lladini y este jurando con vaqueros y Nike terminó como ministro pic.twitter.com/SDc9IqRtz2
— Nico (@debasermad) January 14, 2016
Pero no solo era su atuendo, aquellos parlamentarios destacaban también por la fuerza y acidez de sus discursos. El mismo Joschka Fischer llamaría "reunión increíble de alcohólicos" al mismo parlamento que acabaría al final por ocupar. Fue también muy sonado cuando Joschka calificó de ‘cretino’ al vicepresidente Richard Stücklen cuando interrumpió a uno de sus parlamentarios en una de las sesiones del parlamento.
Es probable que el final de su historia anticipe también la nuestra. Aquellos jóvenes que irrumpieron con la política del cambio en los ochenta al final han sido absorbidos por el sistema que vinieron a tumbar. El gesto se quedó en anécdota.
En 1993, el movimiento anti-comunista Alianza 90 de la Alemania oriental anunció su fusión con Los Verdes. Centralizando el partido. Una larga lista de dimisiones históricas (Otto Schily, Oswald Metzger...) terminó por desmembrar el ala más radical del partido. También abrazaron muy pronto las exigencias de la OTAN y luego apoyaron el envío de tropas al extranjero. Desde entonces han formado alianzas federales y estatales con el Partido Socialdemócrata para conservar sus cuotas de poder hasta llegar a la oposición actual. Hoy nadie lleva ya las melenas de Walter.
Poco queda ya de aquellos suéters, nikes y vaqueros que revolucionaron el Bundestag y prometieron cambios sociales radicales. Los hubo, pero menos.
Merkel nunca llevó alpaca. Rajoy nunca llevará rastas.
Bona nit... Me voy a dormir antes de que se ponga tonto el 'Milindri' #gutenacht pic.twitter.com/xwyb0Qm2KG
— Bob Estropajo (@BobEstropajo) January 15, 2016