El futuro de la tecnología diésel en Estados Unidos es cada vez más dudoso después de la aparición de nuevas acusaciones de que Fiat Chrysler (FCA) y General Motors (GM) también trucaron los motores diésel para ocultar sus emisiones reales.
Las acusaciones contra los dos fabricantes estadounidenses recogidas por Efe se unen a las revelaciones en los dos últimos años sobre el uso por parte de Volkwsagen (VW) de un software ilegal en Estados Unidos para ocultar que sus motores diésel emitían dióxido de nitrógeno muy por encima de lo permitido por la normativa.
De hecho, según la demanda presentada la semana pasada por el Departamento de Justicia contra FCA y la demanda colectiva lanzada por una firma de abogados contra GM, los dos fabricantes supuestamente utilizaron el mismo método que Volkswagen para engañar a las autoridades y los consumidores estadounidenses.
Ambos fabricantes niegan las acusaciones.
General Motors dijo en un comunicado que "estas acusaciones son infundadas" y se defenderán "con contundencia". Los modelos Chevrolet Silverado y GMC Sierra Duramax diésel cumplen, según el fabricante, con todas las regulaciones de emisiones de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y las autoridades medioambientales de California.
Por su parte, FCA señaló estar "revisando" la querella, pero se manifestó "decepcionado" porque el Departamento de Justicia haya decidido presentar esta demanda después de que se comprometiese a modificar el software de sus motores diésel para certificar el cumplimiento de las normas de emisiones.
Pero según la demanda civil presentada por el Departamento de Justicia contra FCA, alrededor de 104.000 vehículos del fabricante que están equipados con motores EcoDiesel de 3 litros "están equipados con funciones de software que no fueron revelados a los reguladores durante el proceso de certificación".
El Departamento de Justicia añadió que los vehículos afectados, el Jeep Grand Cherokee 2014-2016 y la furgoneta Ram 1500 2014-2016 tienen instalados "aparatos de trucaje" para ocultar durante las pruebas de emisiones que producen elevadas cantidades de dióxidos de nitrógeno, un producto considerado cancerígeno.
En el segundo caso, Hagens Berman, una firma de abogados que se destacó en la querella contra los motores diésel de VW, presentó una demanda colectiva contra General Motors (GM) por supuestamente instalar en sus camionetas diésel software para ocultar sus emisiones. Según los abogados de Hagens Berman, GM trucó los motores de unas 705.000 camionetas equipadas con motores diésel Duramax.
Las demandas pueden provocar graves daños económicos tanto a FCA como GM ya que los modelos afectados por las acusaciones están entre los más rentables de los dos fabricantes.
Bosch, también damnificado
El nombre de Bosch aparece en los casos de VW, FCA y GM. También está vinculada con acusaciones similares realizadas en Europa contra la marca de Daimler, Mercedes-Benz. Según la querella contra GM, Bosch diseñó y produjo la unidad de control electrónico que permitió la supuesta manipulación de los motores Duramax.
Desde hace años, los fabricantes de automóviles han impulsado el uso de motores diésel en Estados Unidos como una forma más o menos sencilla de ajustar el consumo de combustible de su gama de vehículos a las cada vez más exigentes normas del país.
El costo de los litigios puede provocar que los fabricantes abandonen esta ruta: sólo en multas y compensaciones, VW tendrá que desembolsar en EE.UU. unos 15.000 millones de dólares a consecuencia del escándalo de la manipulación de los motores.
Los automóviles diésel ya contaban con una mala imagen en Estados Unidos desde la década de los años setenta, cuando sus elevadas emisiones le ganaron la imagen de una tecnología "sucia" y culpable de graves daños tanto al medio ambiente como a la salud humana.
Pero en las últimas décadas, en gran parte gracias a los esfuerzos de fabricantes europeos como VW y sus inversiones en diésel "limpio", esta tecnología había empezado a mejorar su imagen en el país.
El escándalo de los motores trucados de VW significó un grave retroceso para la tecnología diésel y, ahora, las acusaciones contra FCA y GM, pueden acabar con los intentos de utilizarla de forma masiva.
Algunos medios de comunicación y analistas en Estados Unidos han empezado ya a solicitar que los fabricantes abandonen los motores diésel e inviertan sus recursos en mejorar los motores de gasolina o en los vehículos eléctricos.