Los últimos años de la fábrica gerundense han estado marcados por continuos vaivenes en su política empresarial, llegando a principios de este 2015 a la presentación de un preconcurso y al anuncio de aplicar un expediente de regulación de empleo (ERE) de extinción para un 25% de su plantilla, formada por un centenar de trabajadores, además de un ERE temporal para el resto de empleados de seis meses de suspensión en un máximo de dos años, además de una reducción salarial.
Pero ante la falta de un socio capitalista que respaldara las ayudas públicas comprometidas por la Generalitat –que ya aportó dos millones euros el pasado mes de febrero–, la empresa líder en la fabricación de motos de campo ha presentado finalmente el concurso de acreedores con un pasivo de 40 millones de euros. Una mala noticia para la industria motociclista española que podría perder uno de sus más emblemáticos fabricantes, que anualmente llega a producir cerca de 9.000 motocicletas que distribuye no sólo en Europa, sino en otros mercados mundiales como Australia, Estados Unidos o Sudamérica, hasta un total que se acerca a los 50 países.
Y tras 30 años produciendo motocicletas, el futuro de Gas Gas es cuando menos incierto. Desde la propia marca, y en boca de su presidente, Yariv Gilat, esperan reflotarla con ayudas de inversores que permitan continuar con la actividad productiva. Mientras tanto, esperan poder seguir atendiendo a su red de concesionarios en cuanto al servicio de postventa y recambios a la espera de una solución definitiva.