En el año 2011 un grupo de arqueólogos encontró un enterramiento colectivo al sur de la localidad polaca de Koszyce. En el interior identificaron los esqueletos de 15 mujeres, niños y adolescentes, cuyos cráneos presentaban muestras de haber sido golpeados hasta la muerte. Ocho años después, las pruebas de ADN muestran que todos los individuos, menos una mujer, estaban relacionados genéticamente entre ellos y que se trata de una asesinato colectivo de una familia con miembros de tres generaciones.
¿Qué sucedió en aquel lugar de Europa hace 5.000 años? En un trabajo publicado este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el equipo del arqueogenetista Hannes Schroeder, de la Universidad de Copenhague, ofrece los detalles de una crimen que tuvo lugar en la convulsa transición entre el Neolítico tardía y la Edad de Bronce. “Analizando el ADN antiguo de los esqueletos, hemos podido dibujar cada una de las relaciones familiares”, explica el biólogo Morten Allentoft, coautor del estudio. “Pudimos ver que las madres yacían junto a sus hijos y que los hermanos estaban puestos unos junto a otros. Quienes enterraron a los muertos los conocían bien”.
Junto a los quince cuerpos aparecen también objetos valiosos que se añadieron al enterramiento como ofrenda o señal de respeto, lo que indica que no se trata de una fosa común realizada apresuradamente por los autores del crimen. Todos sus cráneos presentan fracturas fatales y no presentan heridas en los huesos de las extremidades, lo que sugiere que no hubo lucha cuerpo a cuerpo, sino que fueron capturados y ejecutados. La mujer de más edad, por ejemplo, aparece junto a sus dos hijos de 5 y 15 años. Una mujer de unos 30 años fue colocada junto a su hija adolescente y su hijo de 5 años. Cuatro niños, todos hermanos, fueron colocados unos junto a otros.
Solo uno de los individuos, una mujer adulta, no está relacionada genéticamente con el resto, pero está colocada junto a un hombre joven, lo que sugiere que quizá fuera su pareja, procedente de otro grupo y una señal de una forma de organización patriarcal, señalan los autores. “También vemos que la mayoría de los padres de esta extensa familia están ausentes de la tumba”, añade Allentoft. “Nuestra sugerencia es que no estaban en el asentamiento cuando ocurrió la masacre y que regresaron después y enterraron a sus familias de una manera respetuosa”.
“No sabemos quiénes fueron los responsables de esta masacre”, asegura Schroeder. “ Pero da que pensar que ocurriera hace 5.000 años, mientras el periodo Neolítico daba paso a la Edad de Bronce. Durante este periodo, las culturas europeas estaban siendo fuertemente transformadas por las culturas Yamnaya que llegaban desde el este. Es fácil imaginar que estos cambios, de alguna manera, precipitaron violentos choques territoriales”. Un detalle importante es que los autores han hallado pruebas de que los fallecidos pertenecían a las cultura de las ánforas globulares y no estaban relacionados genéticamente con sus vecinos de la cultura de la cerámica cordada, lo que les lleva a sospechar que la expansión de estos últimos pudo ser el desencadenante del conflicto. Una matanza, quizá planificada por un grupo rival, al más puro estilo de “Juego de Tronos”.
Referencia: Unraveling ancestry, kinship, and violence in a Late Neolithic mass grave (PNAS)