El próximo 3 y 4 de marzo se celebrará en Oslo un congreso internacional sobre los avances en medicina y el doctor Lur N. Dreier participará en él para describir su investigación más reciente: el caso de 25 osos polares que se convirtieron espontáneamente en personas. Hace unas semanas el científico remitió al comité organizador el estudio titulado ‘Spontaneous Transformation in Ursus Maritimus. A Case Series’ (Transformación espontánea en Ursus maritimus. Una serie de casos), que fue aceptado en solo cuatro días para su presentación en el congreso tras pasar un supuesto proceso de revisión por pares.
Como ya habrá intuido el lector, los osos no se convierten súbitamente en personas y el doctor Lur N. Dreier no es un científico real, sino el pseudónimo del investigador noruego Are Brean, quien ha presentado el trabajo para alertar de la celebración de este tipo de “congresos depredadores” en su país y demostrar que se trata de herramientas de recaudación en las que el rigor científico es lo de menos. Este congreso, en concreto, lo organiza una entidad llamada IIER (International Institute of Engineers & Researchers), una de las muchas sociedades que se dedican al lucrativo negocio de cobrar a los científicos por aceptar cualquier material y que estos puedan viajar a costa del presupuesto de su proyecto e incluir la participación en el congreso en su expediente.
Para asistir y figurar en estos congresos se piden cantidades que oscilan entre los 600 y los 2.000 euros
“Estos no son congresos organizados por sociedades académicas. Son conferencias organizadas por empresas que buscan el beneficio y aprovecharse de la necesidad de los investigadores de construir un currículo con presentaciones en conferencias y trabajos en revistas y registros públicos”, asegura Jeffrey Beall, el autor de la lista negra de “revistas depredadoras”, el otro fenómeno creado en torno a esta necesidad de engrosar el CV. El sistema es relativamente sencillo, explica Brean en su web. Cualquiera puede conseguir que su trabajo “revisado por pares” se acepte en una de estas conferencias siempre que pague una suma de dinero que oscila entre los 600 y los 2.000 euros. Si paga más puede conseguir que le publiquen en una de las revistas del grupo o pasar a formar parte del comité editorial del congreso, todo a la carta. El modelo es tan rentable que algunas empresas que se dedican a ello, como la india OMICS, la árabe WASET o la china BIT, recaudan cada año millones de euros.
Estas artimañas no son nuevas y se han denunciado en numerosas ocasiones. Para elaborar su artículo sobre los osos polares, Are Brean ha utilizado una herramienta llamada SCIgen creada en 2005 por tres estudiantes del MIT y que se hizo famosa porque permite generar artículos científicos con títulos y contenidos aleatorios, gráficos incluidos, que se han colado decenas de veces en distintas revistas como muestra de la falta de control de los contenidos. El año de su creación, un trabajo de este tipo fue aceptado por el Congreso WMSC 2005 y los autores fueron invitados a dar una charla hasta que se conoció que era una tomadura de pelo. En fechas más recientes, como 2013, las revistas de revistas de IEEE y Springer tuvieron que borrar más de un centenar de trabajos creados con esta herramienta.
Acosados por el ‘spam’
El fenómeno de los congresos ‘falsos’ ha crecido hasta tal punto que cada día los científicos ven asaltado su correo institucional con decenas de propuestas para participar en conferencias, muchas de ellas sin relación con su trabajo. “Todos los días y a todas horas. Congresos y publicaciones falsos abundan y te llenan el buzón de emails”, asegura Manuel Collado, investigador del Laboratorio de Células Madre en Envejecimiento y Cáncer del Hospital de Santiago. A Lluis Montoliu, investigador del CNB-CSIC experto en genética, le llegan por centenares. “Es un no parar de invitaciones a congresos depredadores”, explica a Next. “Realmente son un fastidio y se llevan una buena cantidad de minutos al día que bien podría destinar a hacer cosas mas productivas”. “A veces te llaman con tu nombre o apellido, otras con el de algún coautor de un artículo, otras no se complican y es 'Dear Doctor' o 'Dear Professor’…" añade Carlos Briones, investigador del CAB-INTA. “Incluso una vez, hace unos meses, me llegó una invitación con el encabezamiento "Dear Centro de Astrobiología””.
“Estos correos son un fastidio y se llevan una buena cantidad de minutos al día”
“La mayoría suelen estar en China, pero también en India, Dubai y cada vez más también en sitios como Las Vegas, con mucho atractivo turístico”, explica Montoliu. Las confusiones son muy frecuentes, dado que los creadores de estos mensajes lanzan correos “a granel”. A él, por ejemplo, le invitan a congresos sobre radiología, un campo con el que no tiene nada que ver, mientras que al astrofísico Miguel Santander le han llegado a invitar a dar charlas sobre máquinas biomoleculares. “Parte de mi grupo se dedica al desarrollo de válvulas cardíacas decelularizadas”, asegura la médico Esther Samper. “Pues bien, el spam más frecuente que nos llega, desde China, es sobre válvulas eléctricas”. El asunto es tan generalizado que la revista BMJ publicó recientemente un estudio sobre el alcance de estas invitaciones académicas no deseadas y en 2014 un grupo de investigadores consiguió publicar en una revista depredadora el estudio titulado “Get me off your fucking mailing list” (Sácame de tu jodida lista de correo), que acompañaron con gráficos ilustrativos.
FOTO ESTUDIO SPAM
Uno de los trucos más utilizados para ganarse la confianza de los investigadores primerizos o incautos es el anuncio de que al congreso asistirán algunos científicos de renombre, a menudo premios Nobel a los que nadie ha consultado para incluirlos en el programa y que nunca aparecen en la cita real. Los que acuden a uno de estos congresos por primera vez se encuentran con que en realidad se celebra en la sala de un hotel, apenas dura dos horas y no hay casi ningún ponente los que se anunciaban en el programa. “Ninguno de los colegas que se suponía que vendrían estaba allí”, explicaba el inmunólogo italiano Mario Clerici recientemente en Science tras acudir a un congreso mundial sobre sida en China. “El 90 por ciento de la audiencia y de los ponentes eran chinos, y el resto una colección de gente de lugares exóticos. La sensación general era estar perdido en una balsa en mitad del mar con un puñado de gente que nunca había navegado. En resumen: una gran oportunidad para visitar China, y nada de ciencia”.
“La estrategia habitual es hacerla en Europa o en Estados Unidos y poner un nombre rimbobante y muy general como ‘Congreso Mundial de Biología de Plantas’”, asegura el investigador José Miguel Mulet. “En Valencia se han organizado varios así y algún colega fue invitado. Lo que me contaron es que la mayoría del público proviene de Arabia Saudí y de Emiratos Árabes, donde tienen mucho dinero y pueden hacer un CV simplemente yendo a este tipo de congresos. Luego desaparecen la mayoría de las sesiones y las que realmente se hacen tienen poco interés. Al final es una transacción comercial. Unos quieren un título que certifique la asistencia a un congreso y otros están dispuestos a cobrar por dar ese título. Todos contentos”.
“Unos quieren un título que certifique la asistencia a un congreso y otros están dispuestos a cobrar por dar ese título”
Cuando les preguntan a los organizadores de empresas como BIT Life Sciences y OMICS, que organizan miles de conferencias por todo el mundo sobre los temas más diversos, su respuesta es que ellos son “un puente para el mundo profesional” y niegan que sus empresas hagan spam de manera masiva a la comunidad científica. Al final, lo único que están haciendo es aprovechar en su propio beneficio el resquicio del sistema que obliga a los investigadores a publicar y acumular conferencias. Como los científicos pagan estos gastos con fondos destinados a sus proyectos, al final es una manera de desviar fondos públicos y privados hacia actividades lucrativas de terceros. Y de minar la credibilidad de la comunidad investigadora con prácticas poco éticas. Ninguno de los científicos españoles contactados por este medio que aparecen como participantes en este tipo de congresos ha querido contestar a nuestras preguntas. “La verdad es que a la mayoría de los científicos les importa un pepino la existencia de revistas y congresos depredadores”, asegura un investigador que prefiere permanecer en el anonimato. “Cuando les conviene para el CV se aprovechan de ellos y cuando no les conviene olvidan su existencia. Miembros de mi grupo de investigación, y yo mismo”, confiesa, "hemos asistido a conferencias de este tipo. ¡A nadie le amarga un dulce!”.
Referencias: Meetings That Flatter, but May Not Deliver (Science) | Are Predatory Conferences the Dark Side of the Open Access Movement? (ASJ) | Predatory Conferences Undermine Science And Scam Academics (HuffPost) | Enlaces útiles: Lista de empresas que organizan congresos depredadores | Lista de revistas depredadoras elaborada por Jeffrey Beall | Imagen: Stig Nygaard (Flickr, CC BY 2.0)