Ciencia

¿A dónde va el peso que perdemos?

El mundo está obsesionado con la moda de hacer dieta y perder peso. Sin embargo, pocos sabemos realmente cómo desaparecen esos kilitos de grasa que retraen la balanza. Ni siquiera

El mundo está obsesionado con la moda de hacer dieta y perder peso. Sin embargo, pocos sabemos realmente cómo desaparecen esos kilitos de grasa que retraen la balanza.

Ni siquiera los 150 médicos, dietistas y entrenadores personales que encuestamos supieron resolvernos esa duda. Lo que la gente suele pensar es que la grasa se convierte en energía, pero el problema de esta teoría es que va en contra de la ley de conservación de la materia que siguen todas las reacciones químicas.

Algunos de los encuestados pensaron que la grasa se convierte en músculo (lo cual es imposible) y otros asumieron que la expulsamos de nuestro cuerpo cuando vamos al baño. Solo tres de los encuestados respondieron correctamente. Esto quiere decir que el 98% de los profesionales de la salud de nuestro estudio no podrían explicar cómo se produce la pérdida de peso.

Entonces, si no se convierte en energía o en músculo y no se pierde al ir al baño, ¿dónde va la grasa?

La explicación sobre el metabolismo de la grasa

La respuesta correcta es que la grasa se convierte en dióxido de carbono y agua. El dióxido de carbono se exhala y el agua pasa al sistema circulatorio hasta que se expulsa por medio de la orina o el sudor. Si usted pierde 10 kilos de grasa, 8,4 kilos exactamente se pierden por medio de los pulmones y el 1,6 restante se convierte en agua. Lo que significa que casi todo el peso que perdemos lo exhalamos.

Esto sorprende a casi todo el mundo, pero, en realidad, prácticamente todo lo que comemos vuelve a salir por los pulmones. Cada carbohidrato y casi todas las grasas que consumimos se convierten en dióxido de carbono y agua. Lo mismo ocurre con el alcohol.

Las proteínas también comparten el mismo destino, excepto algunas de ellas que se convierten en urea y otros sólidos que expulsamos en forma de orina.

La única comida que llega al colon intacta y sin digerir es la fibra alimentaria (como el maíz). Todo lo demás que comemos lo absorben la sangre y los órganos, y hasta que se digiere no va a ningún sitio.

Los kilos que entran por los que salen

Todos hemos oído alguna vez eso de “lo que entra por lo que sale”, pero en este caso, la energía es un concepto bastante confuso, incluso para los profesionales de la salud y los científicos que estudian la obesidad.

La razón por la que ganamos o perdemos peso pierde todo el misterio si le seguimos la pista a todos los kilos y no solo a esas enigmáticas calorías.

Según las últimas cifras oficiales, los australianos consumen 3,5 kilos de comida y bebida diarios. De ellos, 415 gramos son macronutrientes sólidos, 23 gramos son fibra y los 3 kilos restantes agua.

Lo que no se ha dicho es que también inhalamos más de 600 gramos de oxígeno, y esa cifra es igual de importante para nuestra cintura.

Caminar aumenta nuestro ritmo metabólico respecto al reposo en un 300%

Si le da a su cuerpo 3,5 kilos de comida y agua, además de los 600 gramos de oxígeno, tiene que deshacerse de los 4,1 kilos o ganará peso. Por lo tanto, si lo que busca es perder peso, tiene que deshacerse de esos 4,1 kilos. Pero, ¿eso cómo se hace?

Los 415 gramos de carbohidratos, grasas, proteínas y alcohol que la mayoría de los australianos consume diariamente producirán exactamente 740 gramos de dióxido de carbono, 280 gramos de agua (como una taza) y alrededor de 35 gramos de urea y otros sólidos que expulsan en forma de orina.

El índice metabólico de reposo de una persona con un peso medio de 75 kilos (cuando el cuerpo utiliza energía y la persona no se está moviendo) es de 590 gramos de dióxido de carbono diarios. No existen pastillas ni remedios que aumenten ese valor, a pesar de las afirmaciones que pueda haber escuchado.

La buena noticia es que cada noche exhalamos 200 gramos de dióxido de carbono mientras dormimos profundamente, lo que significa que ya hemos exhalado un cuarto de nuestro objetivo diario antes incluso de salir de la cama.

Coma menos, exhale más

Entonces, si la grasa se convierte en dióxido de carbono, ¿el simple hecho de respirar podría hacernos perder peso? Por desgracia, no. El inhalar y exhalar más de lo necesario se denomina hiperventilación y lo único que podría conseguir es marearse o incluso desmayarse. La única manera de incrementar a conciencia la cantidad de dióxido de carbono en su cuerpo es moviendo los músculos.

Aunque hay más buenas noticias. Simplemente estando de pie y cambiándose de ropa más a menudo, se duplica el índice metabólico. Es decir, si se pasa 24 horas probándose todos sus modelitos exhalaría más de 1.200 gramos de dióxido de carbono.

De manera más realista, salir a caminar triplica el índice metabólico, al igual que cocinar, pasar la aspiradora o barrer.

Metabolizar 100 gramos de grasa consume 290 gramos de oxígeno y produce 280 de dióxido de carbono, además de 110 gramos de agua. La comida que ingiere no puede cambiar estas cifras.

Por lo tanto, para perder 100 gramos de grasa tiene que exhalar 280 de dióxido de carbono por encima de lo que va a producir digiriendo la comida, sea lo que sea.

Cualquier dieta que nos proporcione menos “gasolina” de la que quemamos dará resultados, pero con tantas ideas equivocadas sobre cómo se produce la pérdida de peso… pocos entendemos el por qué.

Artículo traducido gracias a la colaboración con Fundación Lilly.The Conversation

* Ruben Meerman, Associate research scientist, UNSW y Andrew Brown, Professor, School of Biotechnology and Biomolecular Sciences, UNSW

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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