Quienes sostienen que la envidia es uno de los ingredientes principales de la Marca España tienen en las últimas semanas tres ejemplos en el deporte del motor que avalan su tesis. Con nombres propios: Marc Márquez, Carlos Sainz y Fernando Alonso.
Márquez tiene 21 años y cuatro títulos mundiales de motociclismo. Y los que le quedan por lograr. Pero tan fulgurante palmarés y su imagen de bien ganada simpatía derraparon la semana pasada, cuando el Gobierno de Andorra filtró que el piloto había solicitado la residencia en el pequeño país fronterizo entre España y Francia.
Marc quería volar del nido familiar de Cervera (Lérida) y, de paso, aprovechar para ahorrarse un buen pico en impuestos. Lo primero lo confirmó el propio interesado, lo segundo era una suposición más que probable. Ya no será así.
Porque Márquez tuvo que salir ante la prensa y, entre lágrimas, prometer que seguirá pagando impuestos en España aunque viva en Andorra, después de reconocer que las duras críticas le han tocado.
En tiempos convulsos y corruptos como los que vive España, la alarma provocada tras conocer que Márquez se traslada a Andorra es lógica, pero la dureza con que se le ha juzgado antes de cometer la presunta traición fiscal sorprende en un pueblo manso y conformista como el español.
El joven campeón no ha sacado ni un euro de España y se le ha atizado con una saña que no se percibe a la hora de juzgar a esos políticos o empresarios que tienen millones en paraísos fiscales, algunos ganados de forma ilícita, y que no se espera que devuelvan jamás.
No se trata de justificar la maniobra de Márquez -torpe como mínimo-, pero muchos de los palos de periodistas y aficionados en las redes sociales han traspasado las fronteras de la crítica. España ha retenido a un contribuyente famoso, pero ha perdido un héroe. Para siempre.
Hablando de héroes, muy bien -exageradamente bien- lo tiene que hacer otro joven deportista español para alcanzar esa condición. Desde que la escudería Toro Rosso hizo oficial que uno de sus pilotos en el Mundial de Fórmula 1 de 2015 será Carlos Sainz (ya sin Junior), no todo han sido parabienes. Ni felicitaciones.
El joven Carlos ni siquiera se ha subido a su coche y ya existe en España una corriente crítica que le pega simplemente por ser quien es: el hijo del legendario bicampeón del mundo de rallyes.
Desde que comenzó su carrera en el automovilismo, a Sainz se le mira diferente por tener el padre que tiene. Y su llegada a la F1 ha hecho que esa particularidad resalte aún más. El origen y el resumen de todo lo que se le echa en cara al nuevo piloto de Toro Rosso está contenido en un duro texto que publicó en Facebook Gerrard Barrabeig, compañero de Carlos en la época del karting.
"Felicidades Carlos por haber llegado a la Fórmula 1 sin tener un palmarés destacado. Una vez más has demostrado que a falta de talento, bueno es tener un buen talonario. Tú ahora ya eres piloto de la F1, y yo ya hace dos años que por falta de presupuesto lo tuve que dejar, pero cuando te vea por la televisión podré decir con la cabeza bien alta que conmigo no has podido nunca. Sé que a nivel nacional lo más destacado que tienes han sido dos subcampeonatos de España de karts, dos subcampeonatos donde el CAMPEÓN fue un tal GERARD Barrabeig”.
A partir de ahí, y después de que varios medios de comunicación se hiciesen eco de este palo, han surgido defensores y detractores de Carlos Sainz, en un movimiento que amenaza con suceder a la tan conocida saga española de la Fórmula 1 que componen desde hace años los alonsistas y los antialonsistas.
El problema de Carlos Sainz -y de España- es precisamente ese virus cainita que lo infecta casi todo. Es cierto que algunos periodistas han hecho loas exageradas de un chaval que todavía tiene que demostrarlo todo, pero también es verdad que cualquier país del mundo apoya a lo suyo y a los suyos sin fisuras.
Si no, que le pregunten a Jenson Button. El nuevo compañero de Alonso en McLaren tenía todas las papeletas para jubilarse de la F1. El elegido por Ron Dennis, presidente de la escudería inglesa, era Kevin Magnussen, joven pareja de Button en 2014. Sin embargo, la presión en forma de apoyos masivos hacia Jenson de toda la sociedad británica acabó por inclinar la balanza hacia el campeón del mundo (en 2009).
Alonso todavía tiene que estar alucinado con ese empuje sin fisuras de todo un país a favor de su piloto. Porque no es precisamente lo que percibe Fernando en España. Es cierto que tiene muchos admiradores, pero no lo es menos que la corte antialonsista sigue haciendo mucho ruido.
Y ahora, esa corriente que no traga al bicampeón mundial asturiano, le echa en cara su regreso a la escudería de la que salió tarifando en 2007 y, cómo no, lo que más les gustaría a sus miembros es que Alonso volviera a fracasar.
Estos periodistas y aficionados han gozado un lustro con los males de Fernando en Ferrari, y aspiran a seguir haciéndolo con McLaren-Honda. Marca España en estado puro.