Análisis

Ramos y Piqué son como un bocadillo de harina y Casillas juega si está bien... o para que no se deprima

       

El fútbol, el deporte en general, es vida condensada. Situaciones límite, concentrados de media, una tres horas. No es raro que su dramatismo lleve a los practicantes a agarrarse a muletas, amuletos, ritos, rutinas, manías... Frases hechas de presunto valor absoluto, mágico, rotundo: “fútbol es fútbol”.

“El fútbol es un estado de ánimo”. Chorradas, por obviedades. Pleonasmos. Por supuesto que “A es A”, lo mismo que “B es B”; cualquier estudiante zoquete de Bachillerato lo sabe y cualquier persona normal también. Y que el estado de ánimo determina cualquier cosa en la vida, cualquiera, también lo sabe hasta el más tonto de los tontos.

Chile nos tiene ganas. Porque somos la madre patria. Porque somos los que le han robado el apelativo La Roja, tienen razón. Porque en el último Mundial les pasamos delante con méritos muy reñidos y discutibles. Y porque somos los vigentes campeones del Mundo. Pero espero y confío en que nuestro “estado de ánimo” les supere, por difícil que parezca. El orgullo de un campeón, la calidad inmensa del campeón, el peligro de volverse para España a las primeras de cambio y el ridículo estrepitoso del partido frente a Países Bajos debe ser una mezcla explosiva. Confío casi a ciegas en nuestra selección. Creo que ganaremos a Chile y a Australia, y que pasaremos ronda.

Eso, de momento. Y que Brasil no se confíe. Me gustan los deportistas con sangre en el ojo. Esto es lo subjetivo, lo anímico. En la parte objetiva ya soy más escéptico. Porque un equipo, salvo casos y jugadores excepcionales, se basa en el tronco, no en las ramas. En el eje longitudinal. Pasillo de seguridad. El que va de la portería al puntero. No me preocupan mucho las dos teóricas líneas avanzadas, con Del Bosque nunca la producción de goles ha ido pareja con las tasas de posesión, posesión que tiene más vocación y valor defensivo que ofensivo. Me preocupan las líneas de atrás. Iker Casillas no está para inspirar confianza alguna. De los cinco goles del primer encuentro, falló en tres y pudo hacer algo más en los cinco. Horrible partido el suyo, peor incluso que la final de Champions, que ya fue para olvidar.

Pero es que los dos centrales teóricamente titulares no andan mejor que el portero. No sé si peor, pero desde luego no mejor. Si lo de Iker ante Holanda fue triste, lo de Piqué y Ramos no lo fue menos. Son dos defensas diferentes, pero tienen en común el que se manejan mejor atacando que defendiendo. Con ellos no hay mezcla. Son como un bocadillo de harina. Dos jugadores que entienden su puesto en la zaga como un escaparate para lucir más que como una exigencia de seguridad. No son mi tipo de defensas preferido, desde luego. Aunque son individual y globalmente mente buenos, tienen alma de “vedette”, espíritu de delanteros.

No creo que Del Bosque haga cambios en ese trío. Con él, Iker juega cuando anda bien porque... anda bien. Y cuando anda mal, para que no se deprima. O sea, siempre. El resto de porteros, para nuestro seleccionador, son poco más que gente útil para completar los partidos de entrenamiento. Tampoco creo que se atreva a sentar a los dos centrales. Quizá los fallos del pasillo de seguridad, del tronco, lo paguen las ramas del árbol. Silva, por ejemplo.

Pese a todo, creo que ganaremos y que pasaremos ronda. Ojalá no me equivoque.

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