Anda el patio enfocado en las elecciones catalanas. En la digestión del 27S y la dura (y larga) resaca que dejarán las urnas a partir del próximo lunes. Pero el mundo sigue caminando en paralelo. En Galicia, el patio anda enfocado en el futuro de Pescanova. El próximo martes se celebra una Junta de Accionistas que tiene que dar forma a la 'Nueva Pescanova'. La heredera de todos los males del pasado superados gracias a convenios parapetados en las quitas millonarias de la banca que han servido para que el actual consejo, nada que ver con la oscura época que llevó a la compañía al borde la quiebra, logre enderezar los números hacia ebitdas positivos.
Sin embargo, como en la cuestión catalana, los preámbulos de la Junta llegan repletos de cargas de profundidad, por parte de la banca, ante la intención de los accionistas minoritarios de lograr aumentar su participación en la 'Nueva Pescanova' del 5% -como se recoge en los convenios de la matriz y las diferentes filiales- hasta el 20%. El G7 (Sabadell, Popular, Caixabank, BBVA, Bankia, Abanca y UBI Banca) no quiere que exista ningún accionista de la 'Nueva Pescanova' con una participación superior a la que concentra Caixabank, que se convertirá en el primer accionista del 'pool' bancario con cerca del 18%. Entre sus argumentos esgrimen que "después de perder dinero" para salvar la compañía, como los principales acreedores que son -hay alrededor de 80 entidades financieras pilladas en Pescanova- no están dispuestos a regalar ese 15% adicional a los minoritarios. Una petición que está valorada en siete millones que no haría falta desembolsar porque se amortiza con un intercambio de deuda.
La posición de fuerza del G7 llega hasta mensajes que amenazan con la liquidación. De hecho, el actual consejo decidió retirar su propuesta, como así comunicó ante la CNMV en un hecho relevante, para no torpedear el futuro de la compañía. Un ultimatum que pretende condicionar la votación del próximo martes entre los minoritarios, pequeños ahorradores en Galicia, pero también del resto de España, que han visto como el pequeño 'botín' de su vida se esfumó por la mala gestión de Manuel Fernández de Sousa.
La banca es consciente de la imposibilidad de cumplir sus amenazas, la Xunta no permitiría que los trabajadores de una compañía que vuelve a ganar dinero vayan al paro
Pero la propia banca es consciente de la imposibilidad de cumplir esta amenaza. A nivel político, Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta no permitirá que 12.147 trabajadores de una compañía que vuelve a ganar dinero se vayan al paro. El coste social (y electoral) en este año repleto de citas con las urnas es una barrera con muchas toneladas. A nivel jurídico, la empresa también tiene complicado camino de prosperar. Dos informes de Juana Pulgar Ezquerra y Juan Sánchez-Calero, catedráticos en derecho concursal, con un amplio prestigio en este ámbito -uno de ellos participó en la elaboración de la nueva ley concursal- argumentan la dificultad que tendría la banca para lograr que un juez liquidase Pescanova cuando ya ha pasado la tempestad. En definitiva, su ebitda vuelve al verde.
El martes, la polémica sólo se centra en el punto de la ampliación del 5% al 20% de la participación de los accionistas minoritarios. En caso de que gane el sí a esta propuesta poco podrá hacer el G7 puesto que los acuerdos de la Junta, según fuentes jurídicas consultadas, prevalecen sobre lo establecido en el convenio suscrito por la banca con Damm y Luxempart, el texto en el que cifra en un 5% la participación de los minoritarios en la Nueva Pescanova. El actual consejo solicita la participación unánime de los accionistas para que la remozada compañía comience a andar. Un nuevo ente, controlado mayoritariamente por la banca, que puede diluir a los minoritarios en cualquier momento con una ampliación de capital. Tienen la sartén por el mango. Sin necesidad de recurrir a amenazas de liquidación. De hecho, ya han recuperado 700 millones en tres años de las cenizas de Pescanova.