Lo que al principio nos sorprende e indigna se vuelve obvio con el paso del tiempo. El mejor discurso de David Foster Wallace comenzaba con la historia de dos peces que se cruzan en el mar. Entonces, uno le dice al otro: “¿Cómo está el agua?”; a lo que le responde: “¿Y qué demonios es el agua?”. Las realidades más importantes son, a menudo, las más difíciles de ver.
La corrupción no es líquida, sino más bien gaseosa, pues flota en el ambiente y se respira. Parece mentira que en plena carrera por cumplir con los objetivos de la Agenda 2030, desde el Gobierno sean tan permisivos con esta forma de contaminación, que ennegrece los pulmones y resta esperanza de vida. Su forma más dañina es la que emite el gran poder económico, pues resulta cancerígena para el sistema y, en realidad, nadie la combate con eficiencia en este país.
Fue en 2019 cuando la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) desmanteló el conocido como 'cártel del AVE', que estaba conformado por algunas de las principales compañías de infraestructuras españolas. Entre todas, amañaron decenas de contratos destinados a la electrificación del ferrocarril. En concreto, de la alta velocidad, la que se vendió ante el mundo como uno de los grandes milagros españoles, pero que estuvo infectada por la misma podredumbre que otros hechos sobrenaturales de nuestros tiempos.
Por cierto, el cártel comenzó a funcionar mientras Miguel Sebastián era ministro de Industria. Lástima que alguien que domina tantas materias en las conexiones en directo con Ferreras no se enterara de nada. Curioso...
El mayor golpe a la corrupción de la historia de la democracia sería, sin duda, vetar el acceso a los contratos públicos durante un lustro a los tramposos. ¿Por qué nadie, o casi nadie, se pregunta el porqué Hacienda ha aparcado este asunto?
El organismo regulador elevó entonces una consulta al Ministerio de Hacienda para que decidiera si la obscena manipulación de tantas y tan cuantiosas licitaciones -de 837 millones de euros- era merecedora de la sanción más ejemplar que contempla la ley: la que prohíbe a estas empresas participar en concursos públicos durante un largo período de tiempo. Sobra decir que el departamento encabezado por María Jesús Montero metió el asunto en un cajón, lo cerró con llave...y fíamelo largo.
Pero ahí no acaba la función, pues el guión tiene un segundo acto que se representó hace unos días, cuando la CNMC multó a otro grupo de empresas por repartirse concursos de Adif por 4.100 millones de euros. En la lista, figuraba Cobra, que también participó en el 'cártel del AVE' y que pertenece a ACS, de Florentino Pérez. El gran muso del capitalismo de amiguetes español visitó hace unos días la redacción de uno de los nuevos diarios digitales españoles. Le preguntaron por Mbappé. La coartada del fútbol resulta fantástica.
Señuelos muy útiles
En esto último se encuentra el quid de la cuestión. A veces, es el Real Madrid y a veces un tonto útil que sirve para desviar la atención sobre lo importante. Apareció el pasado domingo Iván Redondo en televisión y demostró su vacuidad sin complejos, cosa a la que acostumbran los narcisos. Los periódicos y columnistas le dedicaron artículos a discreción y los presentadores de La Sexta loaron a Jordi Évole por la entrevista.
Mientras tanto, lo importante se descuidó una vez más, pues la caza mayor no interesa a quienes viven de la pirotecnia. El mayor golpe a la corrupción de la historia de la democracia sería, sin duda, vetar el acceso a los contratos públicos durante un lustro a los tramposos. ¿Por qué nadie, o casi nadie, se pregunta el porqué Hacienda ha aparcado este asunto?
La lógica del fichaje de Antonio Miguel Carmona por Iberdrola no es diferente. Siempre es recomendable recurrir a señuelos para desviar la mira del principal foco de la batalla; y en un momento en el que las relaciones de Iberdrola con el Ejecutivo se han torcido, y en el que la compañía atraviesa dificultades en bolsa, incorporar a un personaje que se asemeja más a un villano de Batman que a un consejero del Ibex 35 seguramente servirá para que las miradas se fijen ahí...en el vicepresidente.
Este tipo de movimientos son propios de quienes son conscientes de que carecen de oposición. Sólo desde esa posición es posible plantear pulsos con tanta ligereza a las más altas instituciones. Ignacio Sánchez Galán ya lo hizo hace unos meses, cuando fichó como asesor a Félix Sanz Roldán -exdirector del CNI- mientras la sombra del rapaz Villarejo planeaba sobre su cabeza.
El capitalismo de amiguetes funciona así. A veces con acierto, a veces con torpeza, pero generalmente con descaro. Seguramente que a Florentino Pérez no le quita el sueño la posibilidad de que le prohíban participar en licitaciones, pues será consciente de que eso no ocurrirá. Y, si pasa, su efecto será mínimo y sobre una o dos de sus empresas; nunca sobre el holding. No existe vacuna contra el virus de la corrupción, pero sí tratamientos eficaces. En España, sabemos de su existencia de oídas, pues nunca se han administrado. Y la televisión que alardea de contar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, nos entretiene con el antiguo clown de Moncloa. Tenemos varios frentes abiertos y nos muestran los fuegos artificiales.