Los más viejos del lugar saben que en agosto las noticias menudean y se imponen temas como los mejores consejos para resistir el calor, avistamientos de ovnis, gatos con cinco patas o el monstruo del lago Ness. En Cataluña lo que está de moda es hablar de Artur Mas y sus problemas de dinero. Que ande el hombre luciendo tipito en la cubierta de un yate – con bañador amarillo, faltaría más – es igual. Tiene una angustia terrible, puesto que la justicia le ha dicho a él y a sus compis Ortega, Rigau, Homs y Vilajoana que apoquinen casi cinco millones de euros por la fiestuqui del 9-N. Inhabilitado hasta el 23 de febrero, lo que le duele enormemente es, como a todos estos, la cartera.
Y, ni corto ni perezoso, ha proclamado que cree que habrá una respuesta necesaria para que él y su pandilla se salven del embargo de sus propiedades, en el caso de Mas un lujoso piso en la calle Tuset, zona muy cotizada de Barcelona. El expresident decía, allá por el 2015, poseer 400.000 euros en acciones y bienes y ese piso, valorado en cerca de doscientos mil treinta pavinis. Como sea que ni él ni los suyos pensaron que el 'procés' iba a costarles un maravedí, todo lo contrario, hallase el hombre sorprendido. No en vano sabemos ahora que los padres de la constitución catalana, Cardús y Pi i Sunyer, parece que se levantaron más de cien mil por tamaños logros. Tot per el poble!
“No puede ser que tengamos que asumir el coste de cosas que implicaron a dos millones de personas”. Anda que no. Lo que quiere decir el prócer es que no piensa pringar y que ya están sacando los suyos pasta de debajo de las piedras. Eso que las “cajas de solidaridad” ya han puesto casi tres quilitos. La solidaridad separatista da mucho de sí. Igual pagan fianzas, que mantienen al de Waterloo, que sirven para sufragar defensas. Qué cosas.
Mientras Mas entra y sale del agua cual encarnación estelada de Nessie, el monstruo del lago Ness, no se habla ni de la policía lingüística en los patios de las escuelas catalanas ni de los homenajes a etarras
Pero como la capacidad para el drama es inagotable en estas gentes, Mas añadía “Resistir, aguantar los golpes más duros, no es alegre ni le gusta a nadie, pero forma parte del derecho a la autodeterminación, del derecho a decidir y del objetivo de tener un estado para Cataluña y un país soberano”. Es decir, si queréis la independencia, pagadme las multas que yo, ya si eso, desde Ibiza iré dando instrucciones. No será que el chiquillo vaya descalzo, porque como expresident se lleva al año 111.668 euros brutos y dispone de una oficina con tres personas, coche oficial con chófer y seguridad, amén de más de cuarenta mil euros gastados el año pasado en viajes y gastos protocolarios. Lo mismito que cualquier trabajador. Como parece que los paganos de siempre ramonean por estar ya cansados del asunto, Mas ha tascado el freno en su competición con el del flequillo. Alguien debe haberle susurrado que, si quiere que la caja continúe siendo próvida, lo mejor es que esté calladito, tostándose al siempre agradable sol de Ibiza. Es lógico.
Sin duda alguna las cantidades se acabarán cubriendo y dichas cajas continuarán siendo un secreto tan escandaloso como vergonzante para el estado. Todo ello confirma lo que ayer les decía: la cosa nunca fue de independencia, iba de lucro, de beneficio. Que los que aún se lo tragan no lo vean es digno de un areópago de psiquiatras; que Hacienda no investigue si esos millones vienen de fuentes públicas, un escándalo.
Eso sí, mientras Mas entra y sale del agua cual encarnación estelada de Nessie, el monstruo del lago Ness, no se habla ni de la policía lingüística en los patios de las escuelas catalanas ni de los homenajes a etarras ni de que el PSOE chicolee con sus herederos en Navarra.
El año que viene, Sánchez, Otegui y Mas podrían hacer un posado playero. Si hay que ir, se va, pero ir por ir es tontería, carajo.