En el día en que nuestras señoras se manifestaban en contra de las injusticias que padecen y en que nuestra izquierda servil al nacionalismo aprovechaba esa lucha para tapar sus vergüenzas, va Trump y hace una “Proclamación presidencial sobre el ajuste de las importaciones de acero a los EE.UU.” y otra sobre el aluminio, que “tanto monta” industrialmente, dos actividades muy masculinas, por cierto, aplicándoles aranceles del 25% y 10% respectivamente, unos aranceles que están sujetos a negociación. ¿Razones? Seguridad nacional y lucha contra el dumping. Por supuesto, de inmediato, una legión de nuestros “liberales”, de esos que no quieren que los ciudadanos elijan representantes, salió en tropel, indignados con si de tal profeta se hubiera mancillado el nombre; nuestros empresarios, que sí conocen la actividad, fueron mucho más prudentes, profesionales y prácticos.
Hierro y acero
Como saben, el acero es una aleación de hierro y carbono y he pensado que una buena forma de entender la raíz de parte de las tensiones actuales sería empezar por el componente que representa cerca del 98% del acero, esto es, el hierro. Como pueden ver en la gráfica siguiente, los precios hacen el típico ciclo de las commodities - que vimos, el último sobre el del petróleo- y su situación secular es mala, con precios en términos reales (línea azul, siguiente gráfica) similares a los de la década de 1950 o incluso de 1900.
Por ello, muchos países productores de hierro han desarrollado (“aguas abajo”) su siderurgia, utilizando empresas públicas, subsidios, aranceles, etc. germen de la sobreoferta actual de acero, que había conseguido cierta recuperación en España, mejoría que ahora se ensombrece con estas medidas.
Hablamos de una actividad muy potente, indispensable, básica, que mueve enormes cantidades de material, energía, tecnología, ingeniería, seria, vamos, y, por ejemplo, mientras preparaba este artículo, volví a repasar un informe de laboratorio que empieza diciendo: “Espectometría emisión óptica”, referido a la técnica de análisis utilizada, para terminar con un “Prohibida toda reproducción”. Porque no se trata solo de hierro y carbono, sino toda una serie de componentes (Cromo, níquel, cadmio, manganeso, etc.) los que permitían las propiedades que requería ese acero, que hablamos de un mundo de complejidades, de variedades de acero y de sus usos, calidades, de aceros especiales y para ver la seriedad y complejidad del sector solo basta con darse un paseo por alguna web estadounidense (por ejemplo), el país que más ha aportado a la normalización de la actividad, sobre todo a partir del desarrollo de la industria nuclear, normalización que todos copian y de la que se aprovechan. Luego están los pirómanos del neocomunismo que, con todas las protecciones, incluso consiguen que los trabajadores de Sidor pasen hambre.
¿Todo para China?
Mao también tuvo su obsesión con el acero, causa importante de una hambruna, que el comunismo y sus variantes son una verdadera peste económica. Muerto el tirano, han retomado la afición con otros modos, conquistando mercados y hoy ya producen casi la mitad del acero del planeta. Mercantilismo puro y duro.
En esa situación de predominio chino, estancamiento y sobreoferta, no escucharán Ustedes quejas de rusos (y ex URSS o CIS), coreanos, japoneses, indios y europeos, que éstos hacen su negocio de otra forma; salvo en la Angloesfera, en el resto el libre comercio es según para qué. Otro ejemplo: un cliente indio quería quitar todo el componente chino de su pedido, con tan mala suerte que unas 70 toneladas de acero laminado ya habían sido mecanizadas y estaban incluidas en el producto, ¿y qué ponía el informe de trazabilidad enviado por la empresa china? Pues en el apartado de “Company license” refería a thyssenkrupp mannex asia pte. ltd., que los europeos (algunos) están en el negocio chino de otra forma, una que tal vez nunca sepamos pues, conociendo el globalismo imperante para destruir nuestras naciones, no me extrañaría que en esto, también, ciertos sinvergüenzas de Bruselas que todos conocemos nos hubieran vendido.
Todos importamos
Cosa que no entienden quienes se creen los eslóganes de los liberales de pitiminí, pues el proceso de destrucción de la industria americana no solo afecta a su paraguas defensivo (otro debate), ese en el que se cobija mucho desleal, sino a la calidad global de la producción de acero.
El dilema liberal debería ser preguntarse cómo es posible que el país más competitivo y con mejor geografía económica del planeta pueda terminar perdiendo una industria básica en la que es líder tecnológico. Luego hay quien se cree a pies juntillas las tablas (o matrices) de insumo-producto (incluso las mundiales), pasando a jugar con ellas y a experimentar con nuestras vidas y produciendo desastres históricos.
El caso es que de esos casi 50 mil millones de dólares de acero importado por Estados Unidos (gráfica anterior), solo poco más del 10% proviene de Europa (de China un 2%) y con eso, no se puede hablar de guerra comercial ni sacar a cuento el Acta Smoot-Hawley (véase aranceles en siguiente gráfica), de 1929, a la que se le quiere echar la culpa de todo, como si Hitler y sus industriales hubieran necesitado ideas de fuera, ni escalarla a otros productos en una pifia más (a nuestra costa) de Junker, ese “genio”.
Menos lecciones
Los políticos de la Europa continental se recrean dando lecciones de cómo debería funcionar el mundo y, bajo la apariencia de haber aprendido de sus errores genocidas, terminan produciendo resultados recurrentes, como en el caso de Ucrania, que también tiene mucho que ver con el acero, por no entrar en su globalismo suicida con el que se enriquece esa casta. Lo cierto es que el palmarés de generosidad comercial estadounidense no tiene parangón, no solo por lo bajo de sus aranceles (siguiente gráfica), sino por lo abierto de su mentalidad y estructuras comerciales.
Lo que ocurre es que todo tiene un límite y este movimiento, que ciertamente tiene contenido estratégico (Sector militar: acero a la marina, aluminio a la aviación, etc.) es solo una señal de la seriedad del mensaje principal. Detrás vendrán otros sectores que utilizan acero y aluminio de forma importante, como el automotriz, donde Elon Musk, de Tesla, ya ha pedido ayuda y Trump ha anunciado “mirror tariffs”, que viene reciprocidad comercial y ahí ya entramos en temas serios, en la producción (siempre primero) y distribución mundial de la riqueza.
¿Ordo ab Chao?
Cada vez que un globalista dimite del gabinete de Trump, como Cohn, equivocadamente se habla de caos, cuando debería estar más claro que nunca que la máxima del núcleo duro es: al viejo orden ni agua. Sin prisa pero sin pausa, Trump y Peter Navarro, al que ya en campaña aconsejamos leer (se hará popular, los chupópteros de la UE ni le conocen), van redefiniendo, “aguas arriba”, un sistema de relaciones de producción globales buscando mejorar la renta salarial del americano medio, como explicaba de forma excelente Erik Peters a zerohedge que esto del acero es solo una batalla en la “guerra” comercial de Trump.
Lamentablemente, en Europa, Junker y compañía, esas renuncias las han venido malinterpretando de la primera a la última, aplicándoseles aquello de San Juan 1:5: “et lux in tenebris lucet et tenebrae eam non conprehenderunt” y no lo ven aunque se lo traduzcas del latín porque no lo quieren ver, como les ocurrió con Putin sobre Ucrania, al que también despreciaron desde su supremacismo europeo ridículo, típico de quienes han trepado apropiándose del trabajo y las ideas de los demás gracias a un orden impuesto para que no la liaran otra vez (como aquí), un orden al que quieren seguir sangrando pero que ya no da más de sí. Así las cosas, mucho me temo, que estos patanes, que además no representan a nadie, la volverán a liar, porque en su vanidad y egolatría son incapaces de hacer algo que cualquier currante haría: negociar una solución equitativa y parar a China. Pero no, ellos no, que para eso son la elite europea, capaces de vender a su madre para mantener sus privilegios, y a saber, una vez más, a los extremos a que están dispuestos a llegar para demostrarlo. Nos han vendido.