Opinión

Broncano devuelve la sonrisa a Sánchez

Se nota en círculos socialistas el regocijo porque el cómico jienense haya hecho temer a Pablo Motos el sabor de la derrota televisiva en ‘prime time’ a la que no está acostumbrado

Le guste a él o no, David Broncano es noticia no solo por disputarle la audiencia en el prime time televisivo a Pablo Motos, sino por algo menos explícito pero mucho más importante para quienes impulsan en la sombra su catódico duelo con el dueño de las hormigas de Atresmedia: Ha conseguido devolverles la sonrisa a ese PSOE y a ese Pedro Sánchez a quienes no dejan de crecerle los enanos del circo político de ocho pistas que tienen montado.

Se nota cuando uno habla estos días con círculos socialistas y gubernamentales una mezcla entre sorpresa por el temprano éxito del cómico jienense en TVE y regocijo porque el consagrado Motos, el mismo que cometió hace un año la osadía de tratar al presidente en vísperas de las elecciones generales con el mismo desdén irreverente que a Penélope Cruz o a Denzel Washington -un suponer-, empiece a probar el sabor de la derrota. Qué se habrá creído.

España, país cainita donde no se perdona el éxito -el de Broncano tampoco, ya lo comprobará en sus carnes-, parece hoy otro Madrid-Barsa; uno más, dispuesto a reír cualquier chiste con o sin gracia con tal de que el otro, los otros, la fachosfera, el Gobierno y sus apoyos, da igual, no se apunten el tanto en forma de subida de audiencia a la mañana siguiente… Y no hemos hecho más que empezar. Átense los cinturones y ríanse solo cuando les hagan gracia.

Algunas reacciones al éxito de la primera semana de Broncano me parecen sintomáticas, por sobreactuadas y prematuras, de la ansiedad que vive este sanchismo, no sé si crepuscular pero, sin duda, tocado porque la legislatura no acaba de arrancar aunque el presidente se desgañite repitiendo tres veces a la semana el estribillo ‘antes muerto que convocar elecciones’

Confieso que no he visto en directo todavía ni a Broncano ni a Motos, andaba fuera de España, pero algunas primeras reacciones del oficialismo me parecen sintomáticas, por sobreactuadas y prematuras, de la ansiedad que vive este sanchismo no sé si crepuscular, pero sin duda tocado porque la legislatura no acaba de arrancar aunque el presidente se desgañite repitiendo tres veces a la semana el estribillo antes muerto que convocar elecciones.

La “mayoría progresista” (sic) nacida de las elecciones generales hace año y pico ya no existe; de hecho, nunca existió más allá de los titulares de prensa: De aquellos comicios sólo emergió un consenso del resto de partidos que no son PP y Vox, que ha servido para evitar que Alberto Núñez Feijóo nos presidiera hoy con Santiago Abascal de vicepresidente y para aprobar una única Ley de Amnistía hasta el momento.

La típica coalición negativa de toda la vida, útil, sí, para boicotear al otro, pero inútil para construir ni un presupuesto ni nada en positivo porque se parte de posiciones políticas antagónicas. Y menos que nada un concierto fiscal para Cataluña del cual abjura por lo bajini todo el PSOE menos un PSC, una Moncloa y un Ferraz empeñados en que ERC sostenga a Salvador Illa en la Generalitat; por no hablar de socios como Podemos, IU, Compromis, Chunta Aragonesista o BNG, para quienes el concierto catalán sería una bomba atómica de desigualdad imposible de defender desde una posición de izquierdas o desde un territorio que vive de la ayuda del Estado

En esta coyuntura de sonrisas Colgate forzadas a que obliga la política de ‘telediario’ que vivimos, el fenómeno Broncano ha devenido en balsámico para Pedro Sánchez, como ese Ibuprofeno que te alivia antes de ir a la cama el dolor de cabeza en que se está convirtiendo el agotador día a día de ‘vamos a hacer que gobernamos’

No es de extrañar, por tanto, que en esta coyuntura de sonrisas Colgate forzadas por los nervios, el fenómeno Broncano haya devenido en balsámico para el presidente y su entorno, como ese Ibuprofeno que alivia antes de ir a la cama el dolor de cabeza en que se está convirtiendo para Pedro Sánchez el agotador día a día de vamos a hacer que gobernamos; que hasta la vicepresidenta biquiños Yolanda Díaz, siempre animosa ella, ha tenido que recordarle a su jefe el domingo desde el diario El País que “gobernar no es resistir, es transformar la vida de la gente”.

Vamos, Pedro, -viene a insinuar Yolanda Díaz a su jefe en esa entrevista-, que gobernar no es pedalear en esa bicicleta estática de La Moncloa que no nos lleva a ninguna parte mientras ríes, sudoroso, de los chistes y pullas contra Motos que lanzan Broncano y los suyos desde La Resistencia sin que en la primera semana el otro, el pelirrojo de las hormigas de Atresmedia, dé señales de hundimiento.

Bien mirando, junto con la Ley de Amnistía, éste intento para que Pablo Motos y la fachosfera -en la que se autoincluye todo lo que no sea sanchismo- muerdan el polvo es lo único que les está saliendo políticamente bien al presidente y al PSOE en este simulacro de legislatura… Ya de aprobar los Presupuestos Generales del Estado 2025 o de un pacto de Estado para aumentar la productividad española, que no levanta cabeza, escribimos otro día.

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