Mejor empezar con una verdad. La dijo Daniel Cohn-Bendit hace ya unos: el mayo del 68 está acabado. Fosilizado, te diría yo, en la deriva funcionarial y reaccionaria de sus entonces revolucionarios. Y ya sé que la huelga estudiantil intenta rebañar algo de ese espíritu arranca adoquines, aunque en una versión algo más aburguesada, con todo y quema de contenedores. A este paso, tirar la basura en Barcelona será un acto de resistencia.
Pero ya ves tú, sublevado bachiller, que en nombre de la libertad se han cometido unas cuantas tropelías. A los fascistas italianos, por ejemplo, les pareció libérrimo obligar a Toscanini a tocar la Giovinezza en el Teatro alla Scala. Estaban tan convencidos, como tú ahora, de que su verdad pesaba más que la libertad del músico a dirigir La traviata para el público que deseaba escucharla. Impedir a tus compañeros entrar a las aulas de clase es un acto tan autoritario como aquel.
Es curioso que las generaciones que te antecedieron hayan luchado para conseguir la democracia y tú, en cambio, te empeñes en debilitarla
Por mucho que tú, bachiller, te enfundes el verdugo del enfado o el pasamontañas del adanismo, ni la tuya es una generación oprimida ni vives bajo el yugo de un dictador, como sí les ocurrió, por ejemplo, a tus abuelos. Cuando tú llegaste al mundo la libertad política ya existía, y existe aún, a pesar de quienes medran para romper sus leyes. Es curioso que las generaciones que te antecedieron hayan luchado para conseguir la democracia y tú, en cambio, te empeñes en debilitarla.
Para reescribir la historia, incluso para cambiarla, lo deseable es conocerla y estudiarla lo suficiente para poder cuestionarla. No saber lastrar, pero renunciar voluntariamente al conocimiento embrutece. El bloqueo académico y las posiciones como las de las universidades de Girona, la Politècnica de Cataluña y de Lleida –que declaró personas non gratas al Rey y al juez Manuel Marchena- parecen el paso previo a lo que más le ha gustado a los dictadores durante décadas, la persecución y depuración de cátedra.
El día que os deis cuenta, habréis convertido Cataluña en una versión gentrificada de la isla de los juegos de Colodi
Pero pongamos por caso que, aun creyendo firmemente que te rebelas contra un tirano, exigir cambios en las evaluaciones tiene un punto entre el infantilismo y la desfachatez. En todas y cada una de vuestras acciones está calcado el espíritu cínico, delincuencial, falaz y antidemocrático de los políticos sentenciados a los que decís defender. ¿A quién le estáis haciendo el trabajo sucio? ¿Y para qué? Os habéis dado de baja en muchas cosas, la primera de ellas el sentido común. El día que os deis cuenta, habréis convertido Cataluña en una versión gentrificada de la Isla de los juegos de Collodi.