Opinión

La casa del notario y España incendiada

Hemos dejado que nuestra casa, España, haya caído en manos de unos descerebrados irresponsables que ley a ley, ocurrencia a ocurrencia, maldad a maldad, le han prendido fuego sin más motivo que sus propios intereses

  • Un bombero trabaja contra un incendio -

No sé si se han enterado ustedes de una de las sentencias más reconfortantes que se han dictado en los últimos tiempos, una de esas que hacen que el sufrido contribuyente que toma conocimiento de ella deje a un lado la tableta o el periódico en que ha leído la noticia para ponerse de pie a aplaudir con las mismísimas orejas a la jueza mientras masculla a la vez para sí mismo, “¡Muy bien hecho, por fin,  ahí les duele!”.

Según relatan el Heraldo de Aragón y La Vanguardia, los hechos que la motivan tuvieron lugar en un precioso pueblo del Pirineo aragonés, Castiello de Jaca, en la noche del  17 de abril de 2022, durante las vacaciones de Semana Santa del año pasado. Cuatro gamberros aborrescentes menores de dieciocho años, aburridos como solo pueden estarlo los que no tienen ni una sola idea coherente en la cabeza, decidieron, para entretenerse, pegarle una patada a la puerta de un chalet de la localidad con la intención de celebrar, una vez dentro, lo que ellos denominaron “una fiesta”.  Lo que sucedió a continuación es un despropósito detrás de otro. Primero accedieron a la bodega con una pedrada y consumieron a placer cuantas botellas de vino se les antojaron.

Lo que ocurrió, para pasmo de las cuatro amebas que allí se encontraban, fue lo lógico: una llamarada de mil demonios que trataron de contener tirándole por encima agua del grifo

No contentos con eso, optaron por seguir la juerga en el salón y como eran muy malotes y la vida hay que vivirla al límite, nada mejor que hacerlo jugando a llenar un vaso de cristal con gasolina y prenderle fuego a continuación, a ver qué pasaba. Lo que ocurrió, para pasmo de las cuatro amebas que allí se encontraban, fue lo lógico: una llamarada de mil demonios que trataron de contener tirándole por encima agua del grifo. Al hacerlo solo consiguieron que el combustible se extendiera por la mesa y con ello que se le prendiera fuego. En pleno desmelene, trataron de extinguir lo que ya era un incendio en toda regla con un edredón, con la consecuencia de que el fuego se avivó de tal forma que las cuatro criaturas decidieron que lo mejor era salir por piernas, ponerse a salvo y dejar quemándose la casa que acababan de allanar.

Me imagino la cara que puso el  propietario del inmueble, un notario de Zaragoza que por desgracia no había acudido esa vez a pasar unos días de descanso en su segunda vivienda, cuando la Guardia Civil le llamó por teléfono para comunicarle que su precioso chalé (pueden encontrar sus fotos en Internet) había sido pasto de las llamas por culpa de cuatro críos que no contentos con la hazaña cometida se habían dedicado a colgar las pruebas del delito en sus redes sociales, lo que facilitó mucho la actuación de la Benemérita en las labores de identificación de los autores del desastre.

La jueza ha ido a lo qué más pica, el bolsillo de esos padres que debieran haber educado mejor a esas cuatro perlas de hijos y que son responsables de sus actuaciones

Hace pocos días se ha dictado la sentencia correspondiente al delito y como los delincuentes eran menores de edad, la parte del león de la condena se la han llevado sus padres: la jueza, en un magnífico alarde de sentido común que nos hace volver a creer en la justicia, les ha condenado a responder de forma solidaria de los daños causados por sus hijos mediante el pago al propietario del inmueble de la nada despreciable cantidad de 557.563 euros, precio actual del chalé. De nada les sirvieron a sus abogados defensores decir que el edificio estaba abandonado.- El notario lo había comprado en perfectas condiciones en el año 2019- o que la culpa era de él por no tener más medidas de seguridad que impidiesen el allanamiento, como si ahora fuera responsabilidad de la víctima el ponérselo difícil al delincuente. La jueza ha ido a lo qué más pica, el bolsillo de esos padres que debieran haber educado mejor a esas cuatro perlas de hijos y que son responsables de sus actuaciones.

A la espera del recurso, la victoria del notario se ve empañada por lo que todos los que hemos tenido obras en casa sabemos bien, que le espera un largo via crucis primero para cobrar y luego para reconstruir su destruido chalet. Tenía que suceder en Semana Santa. Pura Pasión.

El caso funciona como una metáfora exacta del momento histórico que atravesamos. Hemos dejado que nuestra casa, España, haya caído en manos de unos descerebrados irresponsables que ley a ley, ocurrencia a ocurrencia, maldad a maldad, le han prendido fuego sin más motivo que sus propios intereses y que a cada incendio producido contestan con una huída más hacia adelante. Ahora, con la nación casi en pavesas, nos toca a todos pagar el precio de su reconstrucción. Convendrá en adelante aprender de la experiencia de estos años de gobierno de Sánchez y su coalición imposible de independentistas, filoetarras y señoras tuteladas por el tertuliano Iglesias para comprende que las cosas importantes, y nada más serio que la gestión de nuestro país, solo debe recaer en adultos responsables, de esos que  saben que nunca se debe jugar con fuego.

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