Los analistas de los datos están avisando. Vistos los precedentes, incluido el caso del 28-A, no se vota igual en unas elecciones que en otras. Por si sirve de ejemplo, el pasado 28 de abril la candidatura del PSOE a las generales en Valencia obtuvo seis puntos más que la lista autonómica. Por lo tanto, hubo votantes que optaron por Sánchez pero no por Puig, el mismo día, y con la izquierda movilizada para frenar a Vox. Ahora, un mes después, las tres urnas peninsulares y las cuatro insulares ofrecen al votante indeciso o al coyuntural, el que cambia de partido habitualmente, una serie de combinaciones que tal y como están los pronósticos hacen imposible cualquier atisbo de seguridad y acierto entre los candidatos.
Por si fuera poco, después de ser desterradas para siempre en 2015, se nos anuncian mayorías absolutas en comunidades autónomas y ayuntamientos. Ya veremos, pero el CIS ha marcado esa señal que casi ningún sondeo privado ha seguido. En todos ellos, faltan uno o dos escaños para completar al partido ganador. Nadie se atreve a afinar tanto porque, como dicen los de los datos, va a depender de la participación.
Lo ocurrido en Valencia, con el voto asimétrico a Sánchez y Puig el mismo día, se va a repetir en plazas decisivas para el reparto nacional del poder. En Madrid, con tres urnas y sin Sánchez en la papeleta, el PSOE tendrá distinto porcentaje de voto en el ayuntamiento de la capital, en la comunidad autónoma y en la urna europea. Mientras la distancia que marcan las encuestas del Parlamento Europeo llega a diez puntos entre el PSOE y el PP, las apreturas en Madrid, ciudad y comunidad, son tan estrechas como la distancia en un chotis, bien plantados los cuatro pies encima de la misma baldosa. El debate del domingo pasado en Telemadrid tuvo el amago de ausencia de Íñigo Errejón, cuya participación final impidió una decisión judicial alejada del interés de los electores y del sentido común del periodismo.
Hay mucha resignación en el PSOE con la discreta campaña de Pepu Hernández y aumenta la preocupación por la irrupción de Errejón como voto útil
Si en 2015 el tándem de la izquierda en Madrid lo formaron Carmena y Gabilondo, cuatro años después empieza a haber muchas dudas en esta recta final, sobre la influencia que Errejón va a tener en la decisión de los votantes que escogieron en 2015 a Podemos en el Ayuntamiento y al PSOE en la Comunidad. Bien sea en el Gobierno regional o en la Oposición, Errejón aspira a ser el líder de toda la izquierda madrileña, haciendo como Carmena en el Ayuntamiento.
El rostro de Errejón junto al de Carmena en las dos papeletas, tanto en la municipal como en la autonómica, recuerda al votante de hace cuatro años que también se puede apostar en la Asamblea de Madrid con el mismo sentido. Hay mucha resignación en el PSOE con la discreta campaña de Pepu Hernández y aumenta la preocupación por la irrupción de Errejón como voto útil captando votos del Podemos de Iglesias y del PSOE sin Sánchez como candidato.
Sea como fuere, el escrutinio de Madrid va estar tan apretado como los vagones del Metro en hora punta y en jornada de huelga. Hace cuatro años, el escaño decisivo le cayó al PP al final del recuento. Los de los datos nos anuncian que otra vez se resolverá el Gobierno de Madrid metidos ya en el lunes 28. La participación y la decisión final de los votantes en los colegios pesan como nunca. El PP cree estar recuperando terreno día a día. También lo dijeron en las generales pero está claro que aquello no era muy cercano ni a la verdad ni a la realidad.
Esa percepción, basada en buena parte en información, les indica que el votante de Vox ha visto la inutilidad de su voto, que le ha servido a Sánchez para ganar las elecciones. Sin el miedo a “la ultraderecha” las elecciones hubieran sido otras. El PP cayó en la trampa. Las encuestas publicadas y las que se hacen pero no se cuentan, advierten del borrado de los votantes de Vox. Hace un mes parecía un tsunami y ahora hay un páramo. Ni antes fue para tanto ni ahora parece que vaya a ser tan poco.
El PP de Casado saldrá de pie del domingo 28 si, como Juanma Moreno en Andalucía, mantiene la Comunidad de Madrid, Castilla y León y Murcia. La Rioja, el cuarto gobierno que se renueva en manos del PP, está más lejos. Tanto en Madrid como en Valencia dicen que si se repiten los resultados de abril, en un apretón, recuperarían los dos ayuntamientos. Los valencianos del PP susurran que sería el principio de la reconstrucción de su partido en esa comunidad, arrasado por los escándalos de corrupción. El domingo se juega mucho poder y unas cuantas carreras políticas en unos miles de votos. Domingo de apreturas como nunca se habían tenido.