Opinión

El chulapo Almeida también puede ir a la playa

El alcalde de Madrid afronta la cita electoral próxima con la confianza de que nadie en Madrid conoce el nombre de los líderes de la oposición

  • Almeida y Ayuso, en una imagen de archivo este pasado verano.

La mitad de los pueblos de España celebran en agosto a su patrona con fiestas y procesiones. En Madrid, pasadas las de san Cayetano y san Lorenzo, con el broche de oro de la verbena de la Paloma ya se puede hablar de la rentrée, como si hubiésemos estudiado en el Liceo Francés. Es el fin del verano. Toca hacer números y comprobar que el otoño será muy caliente y no a causa del cambio climático. A llorar a La Moncloa y las culpas al señor Pedro Sánchez y sus 22 ministros.

Y en este begin to begin, a poco menos de un año de elecciones, hay que hablar del alcalde de la Villa y Corte, José Luis Martínez-Almeida, que durante los mentados festejos se regaló un verdadero baño de multitudes, saludó a cientos de vecinos, dio miles de manos, recibió innumerables achuchones, acompañado por la presidenta Isabel Díaz Ayuso y la concejal Rita Maestre con sus buenas nuevas (¡enhorabuena!). O sea, su imagen recuperó buena parte del brillo perdido.

Es un hecho que a muchos padres les tranquilizaría que su hija se presentase con él en una fiesta familiar, porque tiene hechuras de yerno perfecto. Es considerado por las señoras como «ese nieto alcalde» porque «es un jovencito que habla que muy bien, pero muy deprisa y a veces cuesta entenderle». Le pasa a casi todos los opositores. El alcalde es abogado del Estado y de ahí el vicio de la celeridad verbal, a veces tan inoportuna. Siendo un desconocido le tocó apechugar y hacerse cargo del PP municipal en la oposición. Fue la última vez que Esperanza Aguirre dijo que "me las piro". Y, en las urnas, arrampló con Manuela Carmena y sus magdalenas.

Esta pareja, chulapa y algo descompensada, lleva tres años en pie y ni por asomo se han convertido en los Pimpinela de la política municipal

Reconozcamos que muchos pensábamos que el tándem formado por Almeida y Begoña Villacís, de Cs, tenía menos porvenir que el lío entre los modelos Esther Cañadas y Mark Vanderloo. Esta pareja, chulapa y algo descompensada, lleva tres años en pie y ni por asomo se han convertido en los Pimpinela de la política municipal. Nuestra salud mental lo agradece. Sería un detalle que eliminasen lo de la declaración responsable para abrir locales porque hace la pascua a quienes tienen que aguantar el chiringuito o la iglesia secta rara debajo de su casa.

Ha gozado siempre de un gran sentido del humor. Se aprecia en las respuestas cuando le insultan o vituperan en actos o por la calle. El último ilustrado que optó por atacarle, quizás con menos inteligencia que una ameba, fue un periodista que para practicar este bullying barato hizo una broma con la estatura del regidor. Almeida, ni corto ni perezoso, le respondió: «Los bajitos también tenemos derecho a ir a la playa», haciendo alusión a las historias de gente obesa que nos venden desde el Ministerio de Igualdad.

Almeida hizo posible que la ciudad estuviera a la altura durante la cumbre de la OTAN. Hasta Pedro Sánchez tuvo que agachar la cabeza y le felicitó austeramente por carta. Y sigue en racha. Además de anunciar la creación del Distrito 22 para que la capital cuente con su propia city financiera, ha presentado la futura Ciudad Deportiva del Atlético de Madrid en el Distrito de San Blas-Canillejas. Su ecuanimidad institucional le anima a que, siendo colchonero furibundo, reciba al Real Madrid con aparente alegría y le rinda honores cuando llegan a la Cibeles con algún titulo bajo el brazo, lo que es asunto frecuente.

Durante el confinamiento colgaba en las redes unos curiosos vídeos con el aparato de remo en casa. Resulta que Almeida es un chico fit, deportista y está en forma. Es gran golfista y con frecuencia se hace a patita los seis kilómetros que separan su casa del Consistorio acompañado del concejal de Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante. Y, por supuesto, se hace todos los selfies que le piden por el camino. Porque eso sí, Almeida es muy popular, cual es obligación de todo alcalde que se precie. Malo si no.

Si se le pregunta a cualquier madrileño quién lidera el PSOE, Vox y Más Madrid en la capital, se hace el silencio. Apenas se conoce el nombre de los respectivos líderes

Durante estas caminatas comprueba de primera mano el estado de los jardines, de los arbolitos y sus alcorques y de la limpieza de las vías y aceras. Cuando descubre que algo no está bien, llama al responsable de turno para que, «por favor», lo solucione. Es muy de pedir todo 'por favor', de dar apasionadamente las 'gracias' y ofrecer disculpas cuando es menester. Gente correcta y educada en estos tiempos de tanta grosería suelta. Cuando no va caminando hasta el trabajo, se transforma en una de esas cientos de personas que, casi de madrugada, se pone a trotar por el Retiro y lo convierten en una especie de Central Park castizo.

Lleva tres años sin oposición en el Ayuntamiento. Si se le pregunta a cualquier madrileño quién lidera el PSOE, Vox y Más Madrid en la capital, se hace el silencio. Apenas se conoce el nombre de los respectivos líderes, gente ignota y casi anónima. Martínez-Almeida tiene toda la pinta de que, en los próximos comicios de mayo, va a repetir su mandato al frente de la capital de España. Y sin tener playa.

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