Opinión

Colonización comunista del PSOE

Hoy, con unos dirigentes sin principios morales que les guíe, el Partido Socialista ha enterrado definitivamente a don Fernando de los Ríos. Y ha entregado directamente el alma del PSOE a los “terceristas”, comunistas camuflados

  • Felipe González y Pedro Sánchez. -

Las armas con las que el PSOE dispara al poder judicial las cargaron otros. Todas esas frases violentas y disparatadas contra “las togas” fueron fabricadas antes por quienes militan en culturas de trazabilidad comunista. Entre los guionistas, destaca el profesor constitucionalista Javier Pérez Royo. Ya marcaba el camino cuando proclamó “el Tribunal Constitucional dio un golpe de Estado en Cataluña”. Teórico principal contra el Régimen del 78, es la estrella reservada para las ocasiones críticas en la Sexta con Ferreras: “Buenos días, catedrático”.

Anclado por Pedro Sánchez en la extrema izquierda, del Partido Socialista ha desaparecido todo resto de socialdemocracia liberal y reformista. El PSOE es una simple carcasa, útil a comunistas y asimilados que lo han colonizado, como hace el cangrejo ermitaño para sobrevivir. Este crustáceo elige el caracol adecuado y espera a su muerte para usar la cáscara como protección. Durante décadas, dirigentes del Partido Comunista han ido empotrándose en la organización socialista, sin abandonar sus querencias por el estatismo soviético. El propio Santiago Carrillo animó esa estrategia migratoria, aunque él no pidió el carnet socialista por la edad, confesó.

Las relaciones PSOE-PCE son una larga historia que están resolviendo ahora los soldados de fortuna que controlan la organización socialista. Ignoran todo sobre el conflicto existencial desencadenado hace 100 años entre socialdemócratas liberales y partidarios de la Internacional Comunista. Para decidir sobre el dilema, Fernando de los Ríos fue mandatado por el partido en 1921 para comprobar sobre el terreno las prácticas del comunismo en la URSS. En ese viaje el profesor rondeño interrogó a Lenin sobre los desastres que observó. “El problema para nosotros no es de libertad”, respondió el sátrapa. Y añadió su famoso “¿libertad para qué?”.

Comprobó en la URSS que a los comunistas no les importaban los resultados para el bienestar de la gente, sino conservar el poder

A su vuelta, propuso al Congreso Extraordinario socialista abandonar definitivamente la Internacional Comunista y escribió el libro imprescindible, pero poco leído, “Mi viaje a la Rusia sovietista”. Quedó tan impresionado que en toda su intensa vida política siguió el principio de “con comunistas, nunca”. En 1935 abandonó la Comisión Ejecutiva Federal por enfrentamientos, a cuenta de la política de alianzas, con los seguidores de Largo Caballero –“terceristas” por ser partidarios de la Tercera Internacional, la comunista-. Más tarde, en 1946, dimitió como ministro del Gobierno en el exilio presidido por José Giral. Por la misma razón, por ser contrario a la entrada en el mismo del Partido Comunista.

A él no le podían engañar con eso de los comunistas que lucharon por la democracia en España a las órdenes de Stalin. Como se lee en su libro, comprobó en la URSS que a los comunistas no les importaban los resultados para el bienestar de la gente, sino conservar el poder. Y dejó escrito que lo peor fue confirmar que Lenin sabía que no tenía soluciones para las catástrofes económicas que desencadenaba. En Suecia, por las mismas fechas, el SAP, partido similar al PSOE, decidió apartarse de la alianza con comunistas como de la peste. Tuvieron la suerte de contar con un estadista al frente del partido, un Fernando de los Ríos escandinavo, Halmar Brating.

Esa experiencia la han estudiado Daron Acemoglu y James Robinson -El pasillo estrecho, 2019- como base para una tesis que demuestra que los partidos socialistas, cuando evitaban la alianza con comunistas, lograban buenos resultados en crecimiento con equidad. El SAP renunció a sus raíces marxistas y construyó una coalición con agrarios, empresarios exportadores y sindicatos pragmáticos. La historia demuestra el éxito de una fórmula que excluía comunistas.

En Francia, Alemania y casi toda la UE gobiernan coaliciones centristas. Las excepciones: Italia, con gobierno de extrema derecha, y España, con uno de extrema izquierda. Atentos a la prima de riesgo

Hace unos días la premier danesa Mette Frederikson ha roto la coalición con partidos de la extrema izquierda y se ha aliado con dos fuerzas liberales. Sabe que los desafíos de una economía globalizada cada vez más exigente obligan a decisiones que no pueden depender de obsesiones ideológicas ya fracasadas. En Suecia, los socialdemócratas, que ganaron las últimas elecciones, pero no gobiernan, no tardarán en seguir la senda danesa. En Francia, Alemania y casi toda la UE gobiernan coaliciones centristas. Las excepciones: Italia, con gobierno de extrema derecha, y España, con uno de extrema izquierda. Atentos a la prima de riesgo.

La singularidad española asombra con una ministra comunista de empleo, Yolanda Díaz, que ejerce en el gobierno como líder sindical de CCOO. Recuerdo del Frente Popular, un invento de Stalin para asegurar el predominio comunista. El autor está muerto, pero el ardid sigue activo. Sin líderes como Fernando de los Ríos que les cierren el paso, hay campo libre para los cangrejos okupas de un PSOE con menos ideología propia que un barco pirata. Como demostración, Patxi López, que dice a los jueces “oigan, no me vayan por ahí”. Se emborrachan con frases fabricadas por otros, cuya trascendencia ignoran. Ya en 2020, Martín Pallín, el magistrado de cabecera del periodismo sanchista, escribió un manual titulado “El gobierno de las togas”. Sánchez solo recita lo que otros le soplan.

Felipe González, “aconsejado” por Willy Brandt y Olof Palme, hizo girar al PSOE hacia posiciones como las que arraigaron en la Europa del Norte. Duraron poco. Hoy, con unos dirigentes sin principios morales que les guíe, el Partido Socialista ha enterrado definitivamente a don Fernando de los Ríos. Y ha entregado directamente el alma del PSOE a los “terceristas”, comunistas camuflados. Como el enigmático ministro Joan Subirats, con origen en la izquierda caviar marxistoide, que impulsa normas para una universidad plurinacional al dictado independentista.

Importa nada qué diga hoy Pedro Sánchez. La ruta se la marcan otros al PSOE. Si Pérez Royo ha dicho que, posiblemente, hay que “hacer saltar el fusible de la Monarquía”, sin duda, esa pieza pasará a objetivo prioritario del socialismo colonizado. Y otro tanto, cuando este catedrático con mando en Prisa, laSexta y los de Roures (Público) anticipa que “un referéndum de autodeterminación será inevitable” en Cataluña. Fernando de los Rios, que en 1931 fue enviado a Barcelona para detener el golpe de Maciá contra la República recién nacida, hace tiempo que se habría dado de baja en un Partido Socialista capturado por comunistas.

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