Es un hecho conocido y un dato estadístico contrastado que en las elecciones generales la mayoría de los electores deciden el sentido de su voto por fidelidad histórica a unas siglas determinadas. De ahí el considerable suelo electoral que tienen los grandes partidos políticos, tanto aquellos de ámbito nacional como los que operan exclusivamente en un territorio regional determinado. De ahí que, en sentido contrario, sean minoría los electores que optan por intentar racionalizar su voto atendiendo a motivos concurrentes en cada ocasión haciéndolo al margen de cualquier forofismo predeterminante. Conforman el grupo de los llamados indecisos que, según la creencia generalizada, son los que deciden el ganador de cada cita con las urnas. Ofrece interés observar cuales pueden los motivos que en esta convocatoria electoral puedan llevar a los citados indecisos a propiciar el triunfo de Sánchez o, por el contrario, el de Núñez Feijóo, bien entendido que ganar es gobernar. De poco o nada sirve obtener más escaños que tu rival en el Congreso de los Diputados si no logras alcanzar después la mayoría parlamentaria que se necesita para obtener la investidura como presidente del Gobierno.
En la dirección apuntada y en contra de lo que pudiera resultar lógico, los respectivos programas electorales cuentan poco o nada para inclinar el voto de los indecisos, pues todo apunta a que los españoles siguen la máxima enunciada por Tierno Galván según la cual “cualquier programa electoral está hecho para ser incumplido”. De modo que son otros los motivos que pueden provocar que el voto indeciso se incline por Sánchez o por Feijóo. Veamos cuales pueden ser.
El desempeño de Sánchez al frente de la nación está salpicado de conflictos dentro de su Gobierno, de un clima político nacional pleno de asperezas y de una marcha económica inundada de problemas
Parece razonable considerar que la preferencia de cualquier elector, de los no forofos, entre Sánchez y Feijóo puede obedecer a su respectiva hoja de servicios, cuestión en la que el segundo aventaja claramente al primero. La obtención de cuatro mayorías absolutas en las elecciones autonómicas gallegas le ha permitido al candidato del Partido Popular gobernar su Comunidad Autónoma con una clara estabilidad política que ha aprovechado para realizar una gestión económica óptima en el marco de un clima social sin conflictos, sin peleas internas en su Gobierno y sin disputas con el Estado. Frente a lo anterior, el desempeño de Sánchez al frente de la nación está salpicado de conflictos dentro de su Gobierno, de un clima político nacional pleno de asperezas y de una marcha económica inundada de problemas y de fracasos por mucho que el maquillaje estadístico y la propaganda oficial los vendan como pretendidos éxitos.
También es sensato prever que la inclinación del voto indeciso en una u otra dirección pueda responder a la previsible configuración de la respectiva mayoría parlamentaria que permita gobernar a cada uno de los dos candidatos. En este punto, la propaganda del PSOE está intentando desvirtuar la realidad al presentar dos opciones de futuro de las que una es completamente ficticia. En efecto, según todas las encuestas parece incontestable que para gobernar Núñez Feijóo deberá llegar a una cierta entente con Vox, entente que adoptará una u otra forma -coalición de Gobierno, mayoría parlamentaria, voto a favor o abstención en la investidura- en función del respectivo resultado electoral que puedan obtener el PP y el partido de Abascal. Por el contrario, no es cierto como se afirma en la propaganda socialista que la alternativa sea un acuerdo entre PSOE y Sumar. No lo es porque, también según todas las encuestas, para que ambos puedan gobernar necesitarán el apoyo de la patulea de socios que han apoyado a Sánchez estos últimos años. Como poco, Los independentistas de ERC cuyos líderes han sido condenados por graves delitos contra el Estado y los filoetarras de Bildu cuyo principal líder ha cumplido condena por delito de terrorismo. Y es posible, incluso probable, que aún tengan que rebuscar apoyos adicionales dada la previsible disminución que varios de los cuatro partidos citados puedan tener en el número de escaños que obtengan.
Aquí nos encontramos con Sánchez, un gran comunicador que aprovecha de modo excelente sus intervenciones públicas en cualquier medio combinando mejor que bien el lenguaje con el gesto
Por último, y personalmente creo que puede ser un factor extremadamente relevante, se encuentra el grado de confianza personal que cada uno de los dos candidatos despierte entre aquellos electores que no tienen su voto asignado de antemano. Aquí nos encontramos con Sánchez, un gran comunicador que aprovecha de modo excelente sus intervenciones públicas en cualquier medio combinando mejor que bien el lenguaje con el gesto y con un movimiento de manos que acompasa eficazmente con sus palabras. Frente a esto, la manera de comunicar de Feijóo es más adusta. Siendo claro y correcto en su discurso, carece del nivel de “charme” que le sobra a Sánchez en la distancia corta. Pero hete aquí que la credibilidad que respectivamente transmiten va en dirección opuesta al encanto personal de cada candidato. Escuchando a Feijóo tienes la sensación de estar ante un tipo del que te puedes fiar, pero cuando escuchas a Sánchez es inevitable sentir que estás delante de alguien que te puede vender un burro como si fuera un caballo de carreras. Por eso y emulando a los politólogos norteamericanos, cuando escuches a ambos debes preguntarte a cuál de los dos le comprarías un coche usado. Y a partir de ahí decidir tu voto en función de la auto respuesta que te hayas dado.
En mi opinión, comprar a Sánchez su coche supone asumir como riesgo que su estado de conservación y mantenimiento difiera más que notablemente del que te expuso cuando te lo vendió. Y, además, deberás soportar después que el innumerable conjunto de vicios y defectos que vas a detectar posteriormente y que fueron omitidos en la información previa a la venta, sean explicados como “cambios de opinión” por su anterior propietario. Comprar el coche a Núñez Feijóo puede resultar a priori aparentemente menos atractivo por la fiabilidad de la información que te proporcione al venderlo pero tendrás como garantía que, una vez comprado, no te va a dejar tirado a las primeras de cambio.
ma
Feijoo le va a poner peajes en las carreteras al coche usado de Sánchez. Quién puede votar a favor de que le pongan peajes?
Talleyrand
Sanchez te vende un coche y cuando descubres que no tiene ruedas ni gasolina te dice que es progresista no usarlo. Que hay que colaborar a parar el cambio climatico. No tienes coche ni nada de nada. Sientes que te han robado. El PP te vende el coche full equip pero cuando tienes que apretarlo para adelantar se cala y te deja tirado. Vas al mecanico y no hay nadie. Tienes un coche pero no te sirve para lo que tu querias y sientes que has tirado el dinero.
Sanchinflas
Ni nuevo tampoco... seguro que estaría embargado, tendría reserva de dominio o cualquier otra trampa.
Norne Gaest
"Comprar el coche a Núñez Feioo... tendrás como garantía que una vez comprardo no te va a dejar tirado a las primeras de cambio" Ya, claro, por eso su antecesor en el concesionario, Rajoy Brey, nos dejó tirado a las primeras de cambio con una subida de impuestos que dijo que iba a reducir, y además no tocó ninguna de las leyes ideológicas que había dejado su antecesor. Feijoo tal vez pueda ser algo mejor representante del concesonario PP (al de Sánchez no hay ni que acercarse), y desde luego algo tendrá que hacer, algún gesto, dado el absoluto desastre que va a heredar (si lo hereda), pero de eso de a fiarse del coche PP, una marca con defectos contrastados desde hace al menos 30 o 40 años, y más cuando hay una marca nueva de mayores y mejores prestaciones (hasta ahora) pues va un trecho.