Dicen que la ministra de Hacienda, Mª Jesús Montero, se enteró casi al mismo tiempo que Susana Díaz y otros presidentes autonómicos de que el gobierno no iba a afrontar en esta legislatura la más que caducada financiación autonómica. Es más, el presidente Sánchez al anunciarlo en el Senado, añadió que, no obstante, se iba a revisar, una por una, la situación y necesidades más urgentes de las autonomías. Implícitamente, Sánchez, había mentado la bicha para Susana Díaz, que es tanto como anunciar negociaciones bilaterales, modalidad abiertamente rechazada desde hace tiempo por el PSOE-A.
La presidenta de la Junta, tras las primarias, situó a su vuelta a la política doméstica la revisión del sistema de financiación autonómica como su principal reto político. Llegó a lograr una reunión con Mariano Rajoy, al que arrancó el compromiso de reunir en meses al Consejo de Política Fiscal y Financiera para abordar asunto tan espinoso como sensible. No es conveniente olvidar un aspecto, políticamente relevante, como es el hecho de que la Sra. Díaz había logrado que todos los partidos del arco parlamentario andaluz –excepto Ciudadanos, 9,24% de votos– respaldasen sus propuestas sobre financiación, quedando legitimada como portavoz política de las aspiraciones de la inmensa mayoría de los andaluces.
Ya no se trata, según la opinión extendida entre destacadas personas del PSOE andaluz, de broncas orgánicas a cuenta del control del partido. “Estamos hablando de las cosas de comer”, afirma un exdirigente socialista, esto es del dinero público que objetivamente le corresponde a Andalucía. Cuatro mil millones de euros es la cifra redonda que maneja la presidenta y el Parlamento. Millones que según ella serían para mantener y mejorar la sanidad y las políticas sociales de la Junta.
Parece una venganza, pero no lo es
Efectivamente, no parece que esta sea una afrenta premeditada en términos de venganza política interna, en plato frío, como han podido parecer la ristra de nombramientos de Sánchez en Andalucía de los que Susana se ha enterado por el BOE.
Cuentan que cuando Díaz supo del triunfo de la moción de censura, dijo a su entorno: “A ver quién es el que se atreve a irse para Madrid”. La primera fue la ministra de Hacienda, consejera del ramo y la única que en el Gobierno andaluz conocía a fondo la situación financiera de la administración andaluza y que en este escenario se encuentra peligrosamente atrapada por dos amores a la vez.
Susana Díaz teme el elevado coste que puedan tener para todos los españoles, andaluces incluidos, los analgésicos que Sánchez está dispuesto a recetar en Cataluña
La noticia del aparcamiento de la discusión de un nuevo sistema de financiación autonómica sentó como jarro de agua helada en San Telmo y no era para menos. Dicen que por vez primera en estos meses se ha visto a la presidenta más preocupada que en pleno apogeo de la batalla de las primarias. La sospecha de que esos acuerdos bilaterales entre Madrid y Barcelona, por ejemplo, se conviertan en una de las muchas medicinas para calmar al independentismo quita el sueño en una región a la que nunca regalaron nada y siempre le intentaron quitar todo. Susana Díaz es de las que teme lo caro que pueden costar a todos los españoles, andaluces incluidos, los analgésicos que el gobierno Sánchez está dispuesto a recetar en Cataluña para calmar tanto dolor y desgarro. La historia demuestra que esos arreglos (sin transparencia) con Pujol y el nacionalismo catalán ya los hicieron González, Aznar, Zapatero, incluso Rajoy. Y en esas estamos. Un método, en definitiva, que rompe por la mitad la reivindicación que los andaluces exigieron masivamente el 4D y el 28F: Andalucía no quiere ser más que las demás, pero tampoco menos.
Contra las negociaciones bilaterales
La respuesta de oposición de Susana Díaz ha sido correcta e institucional y es hasta posible que haya sido sincera. Mientras, el Gobierno les ha respondido que puede dar lo que ya les ofreció Cristóbal Montoro.
Siendo verdad que con 84 escaños no se puede afrontar un nuevo modelo de financiación en lo que pueda quedar de legislatura, no es menos cierto que será muy difícil para Susana defender en el Parlamento de Andalucía, justo lo contrario de lo que pedía hasta ahora, máxime teniendo en Madrid a su partido y no a Rajoy, que ya está en Santa Pola. Susana Díaz se debilita políticamente cada día que pasa y la oposición lo percibe; se reduce su capacidad de maniobra salvo que opte por un pragmático, sincero y leal “vamos a llevarnos bien”. Que una autonomía socialista sea la primera en levantarse contra el gobierno Sánchez no parece electoralmente defendible, aunque ganas no le falten a algunos en San Telmo.
No obstante, lo más grave que revela esta situación planteada entre los socialistas y que afecta al interés general, es la ausencia de confianza personal y política entre ellos mismos. Ni siquiera la complicidad, tan empleada con el PP para demasiadas cosas, se deja ver hoy entre la hermandad socialista.
Viernes negro
El viernes 22, primer día del Solsticio de Verano, Susana Díaz, vistió como en la Nochevieja de Medina Azahara, de negro, igual que en RTVE en su #ViernesNegro9.
Ese día la Directora General de Deportes de la Junta, la deportista granadina María José Rienda –aplaudido fichaje en su día– se marchaba a Madrid llevada por Pepe Guirao con rango de secretaria de Estado de Deportes, la primera mujer en ese cargo. Y para rematar la jornada el anuncio del nombramiento de Alfredo Sánchez Monteseirín como nuevo responsable de la Zona Franca de Sevilla por parte de la ministra Montero, seguramente susurrado por Gómez de Celis. “Los muertos que vos matasteis gozan de buena salud”, debió pensar más de uno al ver de nuevo en danza el nombre del alcalde socialista más duradero que, tras modernizar Sevilla (con IU), fue arrinconado y olvidado durante años por su partido, mientras era zarandeado y maltratado políticamente por casos de corrupción municipal.
La presidenta se debilita políticamente, y la oposición lo percibe; y puede ver reducida su capacidad de maniobra, salvo que opte por un pragmático ‘vamos a llevarnos bien’
De los tres últimos nombramientos con los que le había sorprendido el BOE a Susana había uno, el de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis como nuevo Delegado del Gobierno, que no podría obviar, ya que su sitio en el protocolo la obligaba a asistir y dar la cara como máxima representante del Estado en Andalucía. No era plan de hacerle un Torra a De Celis ante todos. Se tuvo la impresión de que la presidenta meditó si asistir o no a un acto cargado de simbolismo político no exento de tensión ambiental, manteniendo el clímax hasta el último momento y acudiendo finalmente el tiempo justo del acto y marchándose rápido a sus ocupaciones. Fue evidente que no se encontraba cómoda entre muchos invitados civiles y menos cuando de Celis remachó la histórica frase de Sánchez: “con Pedro en Moncloa y Susana en San Telmo”, todo ello tras prometer ambos mucho diálogo, colaboración y coordinación entre los gobiernos a favor del progreso y el bienestar de Andalucía.
En materia de financiación, el Gobierno Sánchez no puede dejar a los pies de los caballos a Susana Díaz. Sería un error y Montero lo sabe mejor que nadie, entre otras razones porque en esa materia la presidenta de la Junta tiene el respaldo del 90,76% de los votos representados en el Parlamento de Andalucía y porque vienen elecciones autonómicas –¿en otoño? –. Tiempos y fecha de convocatoria que solo maneja Díaz. “Con las cosas de comer no se juega y las vendettas que se celebren con gaseosa”, siguen advirtiendo veteranos socialistas.