Opinión

Lo que hacen los economistas (explicado de nuevo)

Alguien que lanza afirmaciones sobre, por ejemplo, los efectos negativos de la reforma laboral apoyándose en gráficos donde solo aparecen dos líneas de dos colores, no es un economista

  • Lo que hacen los economistas (explicado de nuevo)

Desde hace no pocos años la labor de los economistas está en entredicho. La (supuesta) incapacidad de predecir la recesión provocada por la crisis financiera de 2008 supuso un antes y después en la percepción de lo que los economistas hacen. Desde entonces, las críticas a su labor no han cesado. Sin embargo, muchas de estas críticas demuestran una cierta ignorancia por quienes las emiten, pues la mayoría de ellas se sostienen sobre unos sorprendentes prejuicios que las descalifican rápidamente. Economía es lo que hacen los economistas y, en particular, quienes suelen criticar a esta Economía suelen ignorar, en algunos casos de forma radical, lo que hacen estos a quienes critican.

Ya he escrito numerosas veces que la labor principal de un economista no es la predicción macroeconómica. Predecir es importante, no les voy a engañar, no solo para el diseño de estrategias para empresas, bancos y agentes económicos, sino también para la realización de ciertas políticas, como es el caso de la monetaria. Pero el porcentaje de economistas que hacen de esta labor su actividad principal, insisto, es muy pequeño. La principal labor de un economista es la de explicar. Su principal labor es la de bucear en las profundidades de la realidad para encontrar aquellas causas que expliquen los movimientos que la mayoría solo pueden intuir por los vaivenes de la superficie. Su labor es la de hacerse preguntas y tratar de encontrar la respuesta mediante el uso de herramientas precisas que le permitan emitir un juicio lo más cercano posible a la verdad.

Esta semana me he topado con dos muy buenos ejemplos de la magnífica labor que puede desarrollar un economista. Uno de ellos es el realizado en 2015 por Sara de la Rica y Lucía Gorjón, donde evaluaban el efecto de las políticas de conciliación. Otro, el de Antonio Cabrales, Samuel Bentolila y Marcel Jansen sobre la evaluación de los efectos de la nueva Formación Profesional Dual. Hoy expondré algunas reflexiones de uno solo de ellos, simplemente por razones de extensión. Pero ambos trabajos no han podido ser más oportunos al coincidir en el tiempo con un discurso donde José Luis Escrivá, presidente de la Airef, pedía que las políticas públicas tuvieran una justificación basada en la evidencia y mientras el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social suprimía la única Dirección General donde algo de esto se hacía en España, la de Estadística y Análisis Sociolaboral.

La labor principal de un economista no es la predicción macroeconómica, sino la de hacerse preguntas y tratar de encontrar respuestas mediante el uso de herramientas precisas

Centrándonos en el segundo de ellos, el objetivo de Cabrales, Bentolila y Jansen en su trabajo sobre efectos de la introducción de la FP dual en España es evaluar si realmente esta ha tenido los resultados esperados que justificaba su introducción. La FP dual se diferencia de la tradicional (presencial) en varios aspectos. En primer lugar, la dual introduce las prácticas en empresas desde el primer año, reduciendo la presencia en las aulas por una mayor actividad en el seno del puesto de trabajo. En segundo lugar, implica una participación más activa de las empresas en la selección del alumnado. Además, las empresas pueden ajustar los conocimientos que pretende trasladar al aprendiz de tal manera que se adecúe mejor a sus necesidades. Existen otras muchas diferencias, pero estas son algunas de las más relevantes.

Después de algunos años ya funcionando, la pregunta que se hacen estos economistas es si la FP Dual está cumpliendo los objetivos marcados. Así, si uno mira los grandes números encuentra que los resultados, tanto académicos como profesionales, avalan la FP Dual. El currículum académico de quienes lo cursan y sus posteriores resultados laborales, tanto en salario como en participación laboral, atestiguan una clara diferencia a favor de quienes cursan este tipo de FP frente al resto. Por lo tanto, quienes abogaran y defendieran esta política educativa deben sentirse satisfechos.

Pero lo que para muchos puede ser una prueba suficiente, aquello que se observa en la superficie, para un buen economista no lo es. Y estos tres economistas son buenos economistas. Lo que Cabrales y compañía hacen es utilizar herramientas econométricas al alcance de cualquier estudiante de doctorado e, incluso, de un buen grado en economía. Estos tres autores encuentran que, en realidad, lo que sucede es que los estudiantes que tratan de hacer una FP se han “repartido” o seleccionado de un modo no aleatorio entre la Dual y el resto de ciclos tradicionales presenciales. Así, en la FP Dual parecen haber acabado aquellos alumnos que por razones diversas estaban mejor preparados o poseían mejores habilidades. Por ejemplo, el proceso de selección del alumnado donde participan las empresas explica gran parte de esta selección no aleatoria. Dicho de otro modo, el que los “mejores” hayan acabado en la FP Dual ha determinado que los números medios que caracterizan a esta sean mejores, mientras que, sin embargo, no existe evidencia de que la Dual esté ofreciendo una alternativa realmente mejor a quienes quieran aprender una profesión en España. Esto lleva inevitablemente a la necesidad de reorientar esta política pública para que alcance los objetivos realmente propuestos.

Cuando no se hace lo que debe hacer un economista, en el mejor de los casos estaremos ante un proyecto de economista con ínfulas de gurú que se engaña sobre cómo es la realidad

Esta explicación realizada en este trabajo puede parecer sencilla a posteriori. Sin embargo, si es economista sabrá que para llegar a este resultado es necesario un trabajo arduo, intenso, empleando técnicas que, como he dicho, no son muy complejas, pero exigen un cierto nivel de conocimiento y habilidad. Y esto es lo que hace un economista: poner en la mesa hipótesis lógicas, razonadas y estructuradas bajo un modelo explícitamente diseñado y analizado en la realidad a la luz de datos y metodologías nuevamente explícitas adecuadamente descritas en libros de texto de econometría.

Es por ello que si ven a alguien lanzando afirmaciones sobre, por ejemplo, los efectos negativos de la reforma laboral apoyándose en gráficos donde solo aparecen dos líneas de dos colores, o a quienes se jactan de hacer econometría de un punto (un solo dato) para decirnos que si bajamos impuestos suben los ingresos, recuerden, no son economistas, porque no hacen lo que debe hacer un economista. En el mejor de los casos será un proyecto de economista con ínfulas de gurú que se engaña y engaña sobre cómo es la realidad.

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