Opinión

Cuando el PP no se entera

Era uno de esos días en los que la vida te hace un guiño, te centra el balón frente a la puerta vacía y tan sólo hay que acariciar el momento y celebrarlo. El PP optó por desdeñarlo. Quizás es demasiado civilizado, como decía Robert Towne <

  • Miguel Tellado, Cuca Gamarra, y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante una sesión de control -

Era uno de esos días en los que la vida te hace un guiño, te centra el balón frente a la puerta vacía y tan sólo hay que acariciar el momento y celebrarlo. El PP optó por desdeñarlo. Quizás es demasiado civilizado, como decía Robert Towne en La última mujer sobre la tierra. Rechazó el triunfo gozoso y se sumió en la triste rutina. Un miércoles más de preguntas anodinas y respuestas bobales, especialidad en la que Marlaska y Bolaños compiten con enorme ferocidad. Los populares despreciaron los dos noticiones de la jornada. Ni Begoña Gómez ni el Pegasus salieron de los labios de la derecha, como si en Génova no atendieran a la actualidad o prefirieran evitarla. Cierto que el formato de estas sesiones obliga a presentar las cuestiones unos días antes de la fecha de su celebración, pero un parlamentario hábil sabe cómo sortear los escollos del reglamento y cargar sus intervenciones con la munición adecuada. Esther Muñoz, certera diputada popular, enmendó el silencio de su bancada y reclamó, en los pasillos del Congreso, explicaciones sobre los movimientos profesionales de la cónyuge de Sánchez.

Fue Gabriel Rufián, incisivo y despierto en estos días de precampaña catalana, quien puso al bicho en suerte y propició la declaración más severa, sonora y solemne del presidente del Gobierno: "En un día como hoy, y después de las noticias que he conocido, a pesar de todo, sigo creyendo en la Justicia de mi país". Malo sería que no lo hiciera. Y más en su caso, que está desmontando el Estado de Derecho para conformar una estructura a su medida. Pero las palabras del presidente interpelado sonaron a inquietante amenaza, algo así como 'tomo nota y ya veremos'. Horas después, ya de atardecida, la invocación matutina se tornó en jugarreta de tahúr. Sánchez, en una carta-tuit, amenazaba con irse, en un tono victimista, teatral, excesivo,. Se toma cuatro días para pensar, deja su cargo al pairo de las vices -como Rajoy el día del bolsito sorayesco- y anuncia que volverá el lunes para recibir la pasión y el cariño de cuantos se sitúan a este lado del muro, "que somos más". Bildu incluido. Más peronismo que nunca, más trumpismo de alquiler, más fantasías populistas, más farsa de la que un mente razonable podría soportar. Una pirueta insuperable para movilizar a las masas y frenar la actuación de la Justicia sobre las aventuras empresariales de su esposa.

"Pegasus puede derribar el sanchismo", se comentaba en los ambientes de la oposición cuando estalló la escandalera. Ahora la amenaza viene de un juez que ha enfilado las andanzas de Begoña

El portavoz de ERC, en el Hemiciclo, le había preguntado, así a voleo, si cree en la Justicia, quizás sin prever que el juzgado 46 de Madrid abriría diligencias contra la esposa del presidente por presunto 'tráfico de influencias y corrupción en los negocios'. Una novedad que ha conmocionado los cimientos de la Moncloa, hasta el punto de que Sánchez suspende su agenda y anuncia decisiones drásticas para el 29 del presente, y cuya deriva depende de Juan Carlos Peinado, el magistrado que ha tomado esta disposición. Rufián tuvo doble acierto. Entró en el asunto Begoña sin pretenderlo y luego se orientó hacia la otra gran cuestión que hace tremolar a la Moncloa, el caso Pegasus, ahora reabierto por el juez José Luis Calama, de la Audiencia Nacional, gracias a que finalmente las autoridades francesas le cursaron el material necesario para proseguir la instrucción. "Pegasus puede derribar el sanchismo", comentaba la derechona cuando estalló la escandalera. Alguien tiene miles de documentos, fotografías y material hipersensible de Sánchez y su esposa. Y de Marlaska, y Robles y el tal Planas. Una densa nube de amenazas se cernía sobre la familia del progreso con leve acento de Mohamed. Mismamente, el apocalissis colorado.

Los hechos posteriores parecían confirmar esta idea. El Gobierno promovió un volantazo estruendoso en las relaciones con el vecino del sur, le entregó el Sáhara, lo colmó de atenciones, le prodigó inversiones, obsequios, material, dádivas...sin explicación alguna y sin obtener nada a cambio. Ni en emigración ni en fronteras, ni un rédito palpable, todo a fondo perdido en pro de una causa incierta. El misterio sigue encerrado en un hermetismo culposo que quizás con las herramientas llegadas de Francia pueda empezar a abrirse..

Rufián, siempre manos en los bolsillos, como Sánchez en la ceremonia del Cervantes, estilo compadre de aldea, quería hablar del espionaje de los móviles de los golpistas del procés, una patraña que se inventaron los separatistas para que Bolaños se rindiera a sus pies en vergonzante ceremonia en la Generalitat, y para que la ministra de Defensa, tan digna, le cortara la cabeza a su jefa del CNI, luego de haberla colmado de alabanzas en una memorable sesión en el Congreso, de la que sin duda se arrepiente.

Miguel Tellado le deparó un par de arreones a Bolaños, el triministro que parece que se emborracha con salsa bechamel, y Cayetana Álvarez de Toledo dedicó unas dentelladas fieras al dudoso retorno de Puigdemont

Begoña y Pegasus, los dos flancos más débiles del sanchismo, unidos por una actualidad traviesa en un día que pudo ser más grande para los mosqueteros del PP. Lo han dejado pasar. Feijóo optó por escarbar en la liaison de PSOE con Bildu, gran novedad, jaleada por el propio Sánchez en su deposición inicial, y sus más hábiles artilleros siguieron esa senda. Miguel Tellado le deparó un par de arreones a Bolaños, el triministro que parece que se emborracha con salsa bechamel, y Cayetana Álvarez de Toledo dedicó unas dentelladas fieras al dudoso retorno de Puigdemont. "Hoy toca subrayar los pactos del PSOE con los independentistas de cara a las catalanas", explicaba la gente amable de Génova, con algo de ese provincianismo burocrático que tanto se estila.

Como hasta una gallina ciega encuentra a veces un grano de maíz, Feijóo tuvo a bien salir del País Vasco, donde bien no le fue, y adentrarse en otro flanco por el que supuran las heridas de sus rivales. Mencionó a Koldo, válgame Dios, al objeto tan sólo de redondear una frase que busca titulares: "Es usted al nacionalismo lo que Koldo a la corrupción, indisociables". ¿Y? ¿A quien se le ocurre meter el palabro 'indisociable' e lo que se quiere eslogan?

Elías Bendodo, que tiene ojos de pez triste pero vivos, fue un poco más allá en los asuntos de la trama corrupta de las mascarillas, objeto ahora de de entretenidas sesiones en ambas Cámaras, y asaeteó a Marlaska con el chivatazo que le propició al palafrenero del exminsitro Ábalos. El interrogado no se dio por aludido y hasta llegó a lanzar sobre el diputado popular una amenaza que sonó a tic de autócrata del Orinoco. La tarde anterior, en el Senado, incurrió en similar amenaza matonil a la interpelante del PP. Ojo que lo de Pegasus está desquiciando al responsable de Interior.

Dado que nadie mencionó a Begoña, tampoco el PSOE rozó el perfil de Ayuso, también noticieja del día por esas trampas de su novio que va filtrando la Fiscalía en una práctica que se antoja tan inaceptable como delictiva. Más pestuzo a Orinoco en el Ministerio Público del conocido como don Alvarone.

El chascarrillo más animado de la mañana lo protagonizó la titular de Defensa, toda la ceremonia con cara de vinagre, quien, al ser fielmente retratada por González Pons en una falsedad sobre la compra de armas a Israel, respondió, con desesperado argumento, que ella es la miembro del Gabinete que mejor valorado sale en las encuestas. La vehemente Ana Belén Vázquez, del PP, cogió al vuelo esa frase y se la restregó al titular de Interior, Grande Marlaska, que acusó el golpe, y miró con un deje iracundo a su compañera de escaño, en fraternal homenaje a tantos años de odios mutuos, aún tan vivos.

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