Opinión

Cui prodest?

China es la única potencia que jamás ha sufrido un atentado, ni en casa ni en ninguno de sus intereses en el mundo

  • Xi Jinping

“Si aparece una ventana de oportunidad, no bajes la persiana.” Tom Peters.

Sólo habían pasado 24 horas de la advertencia de Li Wenliang, en un chat profesional privado, cuando la República Popular China advirtió a la OMS de la existencia de un virus que estaba provocando una neumonía atípica, más severa de lo normal. La web de Comisión Municipal de Salud de Wuhan hacía público el mismo día un comunicado al respecto. De forma inmediata, el gobierno chino impuso la censura en redes. De acuerdo con el detallado análisis de Citizen Lab, laboratorio de la Universidad de Toronto, “el análisis de YY (plataforma de streaming) y WeChat (el conocido como WhatsApp chino, infinitamente más potente, y que cuenta con más de 1.000 millones de usuarios que los usan como plataforma preferida de información) indica una amplia censura, que bloquea términos sensibles, así como información general y referencias neutrales, lo que limita la capacidad del público para acceder a información que puede ser esencial para su salud y seguridad.” Esto, insisto, ocurrió desde el mismo día que el gobierno chino dio la voz de alarma. Como señalaba hace ya tres semanas en Cuarentena, el mismo gobierno chino que nos informa del éxito de su lucha contra el coronavirus mentía acerca de las cifras de muertos en Wuhan. El 18 de marzo el régimen expulsaba a 13 corresponsales de los tres principales medios de comunicación estadounidenses. El Gobierno anuncia ahora la progresiva apertura de la provincia de Hubei, mientras muestra imágenes de una Wuhan que nadie ha podido contrastar, como la propia corresponsal de TVE en Pekín comentaba recientemente.

Twitter

El 24 de este mes, la revista checa Respekt se hacía eco de informaciones de la contrainteligencia local sobre intentos de compras masivas de material médico por parte de ciudadanos chinos, durante los meses de enero, febrero y marzo, para exportar a su país de origen.

Mascarillas y guantes

En las últimas semanas hemos visto cómo se han multiplicado las ayudas de China a todos los países, que hemos aceptado encantados, pues no es momento de andarnos con remilgos ante la falta de medios. El 13 de marzo llegaba el primer cargamento de material médico a Roma procedente de Pekín; cinco días después, los primeros 300 médicos especialistas en cuidados intensivos, desplazados por su gobierno. “Hoy, Italia no está sola”, declaró el ministro de AAEE, Luigi Di Maio. Francia recibió ya la semana pasada el primer millón de mascarillas quirúrgicas y guantes procedentes de China. El presidente serbio, Aleksander Vucic, declaró la emergencia nacional hace dos semanas y se quejó amargamente de la falta de solidaridad de la UE con los estados no miembros. Tras una carta dirigida a su “hermano”, el presidente chino Xi Jinping, señaló que “sólo China puede ayudarnos en esta situación”. En Oriente Medio, Irán e Iraq están asimismo recibiendo ayuda directa de China. El presidente de Etiopía, por su parte, agradecía en un tuit la ayuda de Jack Ma y Alibaba. La situación se repite en Centro y Sudamérica, con el envío de 2 millones de mascarillas, 104 respiradores y 400.000 tests, según informaba el propio Ma. Lo mismo ocurre con el sudeste asiático.

El primer tren con ayuda médica (110.000 mascarillas quirúrgicas, 766 trajes de protección y otros) partió de Yiwu con destino a España el pasado sábado; tardará aún una semana más. Días antes, el 12 de marzo, aparecieron las primeras noticias sobre el envío de material a España. El presidente del gobierno ha hablado con el presidente chino, Xi Jiping, como informó Vozpópuli el 20 de marzo al comentar la conversación del 17. Moncloa ha mantenido un discreto silencio, pero según el comunicado de la Embajada china nuestro presidente del gobierno le mostró el profundo agradecimiento de los españoles, como no podía ser menos, al tiempo que señalaba que "después de la epidemia ambas partes deben intensificar los intercambios y la cooperación en una amplia gama de áreas." También la Casa Real anunció en su Twitter el 24 de marzo el compromiso de Jack Ma y del presidente de Huawei con la corona de remitir 100 respiradores, 50.000 tests y un millón de mascarillas. Recordemos que Huawei es uno de los líderes mundiales en 5G, la red que revolucionará internet y que ha sido la elegida por Telefónica, el primer operador nacional de móviles, para desplegar su red en España. La misma empresa que fue prohibida por los EEUU hace ahora un año, acusada de espionaje, y por el ministerio de Defensa de España en noviembre. Tanto Jack Ma como Ren Zhengfei, el presidente de Huawei, son miembros del Partido Comunista Chino que, en última instancia, la entidad que decide qué empresas triunfan y cuáles no. El primero se ha dado de alta en Twitter este mes de marzo; conviene recordar que Twitter está bloqueado en China, y sólo se puede acceder a través de una VPN.

Desde los máximos del 20-21 de febrero, todos los índices de referencia bursátil han perdido más de un 30% de su valor. Curiosamente, el único índice que ha ido a la contra de todos es el de Shangai, que marcó mínimos casi tres semanas antes que los anteriores marcasen máximos, recuperó toda la pérdida en un mes y, en los últimos veinte días, sólo ha perdido un 11%. Más de un millón de trabajadores españoles están ya desempleados bajo los efectos de un ERTE. En los EEUU, 3,3 millones de norteamericanos engrosaron las listas del paro la semana del 21 de marzo, marcando un récord histórico que multiplica por cinco el anterior de 1982.

Fuente: Andrew Heiss.

Bernie Sanders, el candidato socialista del partido demócrata, está más cerca ahora de ganar las elecciones de noviembre, posiblemente las más importantes de los últimos 75 años en los EEUU. En México, la frontera sur de los EEUU, un irresponsable López Obrador sigue animando su pueblo a salir a la calle, mientras el virus se expande en un país cuyo sistema sanitario ocupa la posición 61 de la clasificación de la OMS; no debemos perder de vista las posibles consecuencias de miles de ciudadanos tratando de atravesar la frontera hacia el norte en busca de la protección que su gobierno no puede darles.

La mayor campaña de propaganda de la historia está en marcha, como prueba el vídeo de la desinfección final de la estación de tren de Wuhan, grabado como un videoclip a mayor gloria del partido y la bandera. Cuando esto acabe, que acabará, todo habrá cambiado. Lo saben perfectamente en China, donde la CGTN, la cadena de noticias en lengua inglesa de la televisión oficial, no tiene ningún reparo en anunciarlo: “Ante una pandemia global, cada nación necesita un nuevo contrato. Momentos desesperados requieren de medidas desesperadas. Y este es un momento desesperado.”

Es la única potencia que jamás ha sufrido un atentado, ni en casa ni en ninguno de sus intereses en el mundo. Tiene la tecnología, como señalo en Alquimia. Tiene la nueva ruta de la seda. Y, ahora, tiene la imagen. Mantengo desde hace años que en 2035 seríamos chinos. Es evidente que me equivoqué.

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