Opinión

Macarena Olona llora en LaSexta, en el segundo aniversario de la confesión de Rociíto

Lloró Rociíto como 'La Dolorosa' cuando Carlota Corredera y su tropa le preguntaron por su exmarido. Los ojos de Olona se humedecieron cuando Évole se interesó por los ataques que le han dedicado desde su propio partido

  • Macarena Olona -

Macarena Olona sabía que su visita al programa de Jordi Évole iba a revolver las tripas de sus detractores. Hay pocas estrategias más efectivas para quien quiere causar dolor en su expareja que la de coquetear con sus enemigos. Es un ataque inapelable, dado que quien efectúa lo hace a sabiendas de que está en todo su derecho, puesto que ya no tiene ningún compromiso formal que respetar. La única limitación es la ética personal. Poco más que decir.

Olona ha intentado herir esta noche a su antiguo partido de forma sibilina. Primero, por el periodista y la cadena a los que ha concedido la entrevista, que se encuentran en las antípodas de Vox. Y, segundo, por el modo en el que ha deslizado amenazas a Santiago Abascal y los suyos.

El programa se ha emitido un año después de que Teodoro García-Egea escenificara su canto del cine en el mismo canal, delante de Ana Pastor. Su estrategia fue la misma: morir matando. Utilizar la rabia que genera el despecho para pasar al ataque, con la actitud errónea de quienes piensan que la venganza es el recurso más efectivo para calmar el malestar y frenar las embestidas del ego. Eso mismo hizo Rocío Carrasco cuando vio que la justicia le quitó la razón en sus guerras contra Antonio David Flores. Hoy, es una caricatura de sí misma. Un meme al que no quieren ver ni en el canal que la aupó. Hoy, Teodoro imparte charlas de criptomonedas. ¿Qué ganará Olona con esta conversación?

Financiación y liderazgo

Como era de esperar, Évole acudió a la cita con el cuchillo entre los dientes. Sus preguntas, incisivas, permitieron deducir a la audiencia que el discurso moderado que exhibe Olona desde hace unos meses es de cartón-piedra. Una mera estrategia para tratar de distanciarse de quienes ahora la rechazan. Era muy sencillo destapar esta coartada. Tan sólo había que observar los ataques que la propia Olona dedicaba a Irene Montero o a Yolanda Díaz desde la tribuna del Congreso de los Diputados hace no mucho. ¿Quién es usted, Macarena? ¿La de entonces o la de ahora?

No hay que ser un lince para concluir que la entrevistada preveía esta encerrona, pero es el precio que ha querido pagar para cumplir con su cometido, que era el de golpear a su antiguo partido. “No parece muy inteligente ir a por alguien que conoce los planos de la arquitectura del edificio”, expresaba durante la entrevista. En otras palabras: avisaba a los suyos de que, si optan por ir a la guerra (o continuarla), los podría empapelar. Después, ha matizado: “Hay respuestas que no tengo, pero sí conozco las preguntas adecuadas”. Para llegar a la verdad, se entiende.

Entre largos silencios de actriz dramática de culebrón radiofónico, Olona ha señalado la inversión de 4,5 millones de euros de dinero público en la Fundación Disenso -”¿podrían rellenar un modelo 347 (de operaciones con terceras personas)?”-. También ha asegurado que hay personas que no pertenecen a Vox, pero que influyen en las decisiones del partido.

Como quien no quiere la cosa, también ha citado el artículo 6 de la Constitución Española, que obliga a los partidos a disponer de estructuras internas democráticas. ¿Por qué lo ha dicho? Es evidente: para sembrar dudas sobre Vox. Para lanzar un derechazo a Abascal, Javier Ortega Smith y Jorge Buxadé.

Lloró Rociíto como 'La Dolorosa' cuando Carlota Corredera y su tropa le preguntaron por su exmarido. Los ojos de Olona se humedecieron cuando Évole se interesó por los ataques que le han dedicado desde su propio partido. “Lo que más me está costando es que los golpes no caigan en punto vital, pero no soy infalible. No sé lo que voy a durar en pie”. Después, ha añadido “¿Calificarías como actitud mafiosa el que cuando una persona sale del partido se aplique el estás conmigo o estás contra mí?”.

La gran noche de Évole

Évole se relamía. En época de trincheras, él está en la contraria que Vox. Debe haber sido una gran noche para el periodista. Ha sido un domingo de carnaval en el que ha conseguido que se aprecien las costuras del disfraz que ha vestido Olona desde el pasado verano. Y ha sido una conversación en la que su interlocutora ha lanzado un carro de excrementos contra su antiguo partido. “Me han llamado perra judía, roja, comunista y traidora”, decía Olona, ilustrando sobre ese grupo de idiotas.

Pero... ¿quiénes hacen esa campaña?, preguntaba el periodista. ¿Ella los dio? En principio, se hacía la desinformada. No quería entrar en detalles porque -afirmó- no los conoce y "porque se encuentran dentro de un procedimiento penal en marcha". Ahora bien, como quien no quiere la cosa, expuso el nombre de Manuel Mariscal, diputado de Vox y responsable de Comunicación.

Seguramente, la mejor forma de digerir un despido o -como la de Olona- una despedida rodeada de tensión sea la de callar y no mirar atrás. Lo contrario entraña ciertos peligros. El resentimiento tiene doble filo y pincha y, a la vez, corta. Así se vio en la charla entre Olona y Évole, que se desarrolló en un plató oscuro que tan sólo estaba adornado por una mesa y varios espejos. Por momentos, se veía la figura de la abogada del Estado en varios reflejos, con un primer plano nítido y el resto, borrosos. Recordaba la imagen a la escena final de Misterioso asesinato en Manhattan, que sucede entre disparos.

Hay un instante en el que la figura de Woody Allen aparece varias veces repetida, en cuatro o cinco espejos. Tan sólo una era la verdadera. Las otras, el fruto de un efecto visual. Curiosamente, el equipo de Lo de Évole ha reproducido un escenario similar. Bonita metáfora: ¿cuál era la verdadera Olona? ¿La de la angustia? ¿La de las convicciones? ¿La que mataba suavemente? ¿O la que ha disparado sin piedad? En esos casos, de confusión, espejismos e imágenes vagas y distorsionadas, conviene tener cuidado, dado que uno puede terminar pegándose un tiro a sí mismo. Quizás debería la exdiputada, antes de acudir a LaSexta, haberse mirado en el espejo de Teodoro el 'criptobro'. O de Rociíto. Hubiera sido mejor para ella.

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