Comienza el cortometraje. La imagen muestra un paisaje verde, muy verde, inundado con una desbordante y frondosa vegetación. Pese a tratarse de un plano relativamente lejano, se divisan con nitidez las figuras de tres cazadores. Van perfectamente equipados, botas altas, pantalón corto, sombrero al uso y espectaculares rifles telescópicos. Les preceden cuatro porteadores, todos descalzos y con la espalda al aire, que van cargando mochilas voluminosas que se adivinan pesadas. Llevan un machete en la mano con el que cortan el follaje formando un sendero para que sea cómodamente transitado por los tres cazadores. La anchura de la senda abierta es la estrictamente necesaria para facilitar el paso respetando así el resto de la vegetación. Es un claro canto ecológico del guionista en defensa de la naturaleza amenazada por la mano del hombre.
Un pequeño golpe de zoom permite ver con claridad que los cuatro porteadores son de raza blanca, lo que sin duda esconde otro guiño del guionista, en este caso contra el racismo, esa lacerante práctica utilizada por los ricos y poderosos para oprimir a los que no lo son. Pasados unos metros de la película se observa como un cazador sudoroso detiene la marcha y hace un gesto a uno de los porteadores que, de inmediato, se para y extrae de su mochila una botella de agua que entrega al cazador. Éste calma su sed con un trago largo antes de ofrecer la botella a los otros dos cazadores que, además de beber, vierten el líquido sobre sus cabezas para combatir el calor y el sudor que llena sus caras. Tras hacerlo, la botella vuelve a la mochila sin que ninguno de los porteadores haya bebido, pese a que sus rostros estaban tan sudorosos como los de los tres cazadores. Es obvio que se trata de un mensaje contra el consumismo, esa lacra del capitalismo salvaje que aliena a la sociedad.
Una nueva aproximación del plano permite distinguir que de los cuatro porteadores dos son hombres y dos mujeres. No hay duda, se trata de un canto del guionista a favor de la igualdad entre los sexos lograda a través de la paridad, ese instrumento de la lucha feminista que acaba con la discriminación de la mujer. Es cierto que también puede verse que los tres cazadores son hombres, pero no debe buscarse aquí una contradicción con el anterior elogio a la paridad. Se trata en esta ocasión de resaltar en el guion que una práctica tan deleznable como la caza solo es realizada por los del sexo masculino, que tratan así de resaltar groseramente su hombría disimulando su inferioridad real. Es fácil intuir que en el guion se resalta la natural confluencia entre el feminismo exacerbado y el animalismo más militante.
Queda claro que el guionista nos quiere demostrar la torpeza de los hombres y la valía de las mujeres, pues, al fin y al cabo, son éstas las que solucionan los problemas que aquellos son incapaces de solucionar
Conforme van pasados los minutos se van sucediendo nuevas escenas. De repente, a uno de los cazadores se le desata una bota y dirige su gesto a una porteadora. Ésta se arrodilla inmediatamente y con una evidente eficacia procede a atar la bota desabrochada. Queda claro que el guionista nos quiere demostrar la torpeza de los hombres y la valía de las mujeres, pues, al fin y al cabo, son éstas las que solucionan los problemas que aquellos son incapaces de solucionar. Así se evidencia también en otra escena posterior en la que, tras dirigirse la cámara al cielo mostrando que el Sol se encuentra en su posición de mediodía, la hora en la que sus rayos vomitan el calor más intenso, los cazadores deciden parar un rato. En ese momento y por impulso de sus componentes femeninos, los porteadores cortan unas ramas frondosas para mover acompasadamente sus grandes hojas y abanicar así a los tres cazadores.
En un momento determinado, a uno de los cazadores se le cae el sombrero, instante en el que dos de los porteadores, hombre y mujer respectivamente, corren inmediatamente a recogerlo, resultando ser ella quien gana la disputa consiguiendo agarrarlo antes que su compañero. Sin duda, se trata de un inequívoco mensaje relativo al necesario empoderamiento de la mujer que está poniendo término al tradicional y criminal patriarcado.
Uno de los socialistas honrados
El corto se está acabando, pero en la escena final la cámara se aproxima al grupo humano y el agrandamiento de las imágenes permite identificar a los actores. Se descubre que los tres cazadores son Puigdemont, Junqueras y Otegui en tanto que los porteadores son Sánchez, MJ Montero, Bolaños y Pilar, la Alegría del grupo. La imagen permite deducir que la pieza a cobrar en la cacería es España. Fin de la película.
Para que no haya dudas y a fin de evitar perniciosas interpretaciones, conviene aclarar que, según figura en los títulos de crédito, el guion es la adaptación y desarrollo de una idea original expresada en un programa de televisión por Cándido Méndez, uno de los socialistas honrados que aún existen en España. Manifestaba el histórico líder sindical lo paradójico que resulta ver que, en la actual política española, los dirigentes de partidos relativamente marginales en votos y en escaños sean los cazadores y que a éstos les sirvan, abaniquen y aten las botas los representantes del partido que es el mayoritario en las coaliciones parlamentarias y de Gobierno. Tiene toda la razón Cándido, pero es lo que pasa cuando el líder de ese partido condiciona todo, todo, a seguir siendo él quien ocupe el Palacio de La Moncloa. La segunda parte del cortometraje mostrará si, con la abnegada ayuda de sus porteadores, los cazadores del safari consiguen cobrar la pieza que persiguen. Dada la particular idiosincrasia del porteador jefe, todo es posible.