Opinión

Un Gobierno entre la máscara y la mascarilla

Los Reyes han venido cargados de mascarillas. Volvemos a tener el sistema sanitario colapsado, ante lo cual parece que lo más inteligente es usarlas teniendo en cuenta que los responsables del sector parece que nada aprendieron de las lecc

  • Personas con mascarilla.

Los Reyes han venido cargados de mascarillas. Volvemos a tener el sistema sanitario colapsado, ante lo cual parece que lo más inteligente es usarlas teniendo en cuenta que los responsables del sector parece que nada aprendieron de las lecciones de pandemia.

Nos quedó claro en la urgencia sanitaria que protegernos resultó una medida eficaz, por lo que ahora es razonable esta protección en los centros asistenciales Cataluña o Comunidad Valenciana ya han implantado la obligatoriedad. Una medida implica el respeto a los demás. Sin embargo, recurrir a la mascarilla para no colapsar el sistema es lo que me parece, a estas alturas, demencial. Hemos vivido las primeras cabalgatas en tres años sin restricción alguna de aforo, sin mascarillas, pese a que los picos de contagios de dolencias respiratorias no han hecho más que aumentar.

Antes de la pandemia, lo habitual era que tu médico de cabecera te atendiera la misma semana en la que llamabas. Aquello quedó arrasado con la covid, que desbordó los medios de la atención primaria. En Cataluña, por ejemplo, con enorme necesidad de pediatras, con una dotación decreciente de médicos de familia, con analíticas que tardan meses en programarse y que ni siquiera recuerdas ya para qué la pediste cuando te llega la cita. No hablemos de cuando necesitas un especialista.

Pero la amnistía, la independencia, la piñata, las faltas de respeto a las que nos tienen acostumbrados algunos políticos nos mantienen entretenidos para no centrarnos en lo importante

Sabemos que cada año pasa lo mismo, que pese a las vacunas generalizadas, la sanidad colapsa. ¿Qué ha aprendido esta gente de aquellos años de dolor y muertes? ¿Qué medidas han tomado? ¿Cómo es posible que volvamos otra vez a padecer los mismos males?

Con el arranque del año, nos espera la primera sesión de control al gobierno de este estrenado 2024, con unos aliados de Sánchez, los de Junts, que todo pinta que le van a dar calabazas para aprobar su decreto ómnibus, mientras hoy, como en aquellos tiempos de encierro, de teletrabajo, de no ver a los tuyos, de no poder ir a su entierro, va a celebrarse un pleno extraordinario del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud para evaluar medidas. ¡Semanas después de comenzar la escalada de las urgencias!

Los gobiernos actúan a toro pasado, cuando la prevención no debería pasar solo por las vacunas o la mascarilla. Pero la amnistía, la independencia, la piñata, las faltas de respeto a las que nos tienen acostumbrados algunos políticos nos mantienen entretenidos para no centrarnos en lo importante. Lo importante es asunto que preocupe a la vida política, sino a los ciudadanos, contribuyentes, a la gente que trabaja, madruga, que estudia, que lucha por un futuro mejor, que se frustra por no llegar a independizarse –hablo de los jóvenes de más de 30 años que siguen viviendo con sus padres-, de los que no se pueden pagar un especialista en la privada, pero que ven limitada su vida diaria, de las ayudas a la dependencia que llegan cuando ya te has muerto. Todas esas cosas que no aparecen precisamente entre las prioridades de una clase política que hace tiempo ya las ha abandonado.

Si sabemos que cada año por estas fechas se multiplican las emergencias sanitarias, resulta difícil entender cómo no se adoptan las medidas preventivas correspondientes. El sindicato de Médicos de Cataluña alerta de que el colapso que viven los hospitales y los centros de atención primaria “no son inevitables”, si no perfectamente “previsibles” y que las medidas a tomar son “conocidas”. Reclaman a la Generalitat -las autonomías las competentes en esta materia- que revise su actuación. Si con una pandemia no se hizo, no sé qué nos tendrá que pasar para tener una atención sanitaria a la altura de lo que nos merecemos.

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