Denuncio a las mujeres que ven penes y bulbas en el ascenso de otra mujer.
Denuncio a las que se callan, a las que se tragan las lágrimas, se muerden la lengua y ahogan los gritos.
Denuncio a las que un día abandonaron sus sueños para cuidar de los hijos,
a las que ahora se lamentan cuando esos hijos se han ido y no les queda nada con qué soñar.
Denuncio a las parlamentarias europeas que no incendian congresos cuando un enano mental las llama débiles e inferiores.
Denuncio a las mujeres que comulgan con religiones que las relega a servir,
a las invisibles, a las sumisas, a las que todavía no se han dado cuenta de que el hombre también puede ser "maternal",
a las que no han comprendido nada.
A las que escriben cuentos de princesas desesperadas porque un día el príncipe las abandonó.
Denuncio a las mujeres que insisten en comportarse como hombres para triunfar como hombres,
a las que no les gusta ser dirigidas por otras mujeres.
Denuncio a las que justifican el maltrato sea del género que sea.
Denuncio a las mujeres que sólo conjugan en femenino algunas profesiones y
a las que todavía tararean la letanía de que DETRÁS de un gran hombre hay una gran mujer.
A Las que prometen amar y obedecer hasta que la muerte las separe,
a las resignadas, a las dolientes, a las sufridas.
Denuncio a las mujeres que no denuncian, a las que no condenan, a las que se conforman.
Denuncio a las que solo denuncian el 8 de marzo.
A las que no ríen a carcajadas, a las que tuercen el gesto al ver un escote, a las que se escandalizan por los pecados de la carne de mujer.
Denuncio a las madres que no recuerdan a sus hijas cada mañana lo listísimas que son,
a la mujer que un día pensó "para eso no serviré".
Denuncio a las que vuelven tarde a casa arrastrando un maletín de remordimiento de conciencia.
A las que todavía hay que convencer de que la paridad en los gobiernos, en los consejos de administración y en las empresas son el resarcimiento de una injusticia histórica.
Denuncio a las mujeres que sufren por la celulitis, pero no se alteran ante el linchamiento a otras mujeres
Las denuncio a ellas porque sólo ellas pueden unirse para saltar la barrera tras la que se instalan cómodamente ellos.
Denuncio a las mujeres. A Mi, a ti, a ella, a nosotras, a vosotras y a ellas porque de nosotras depende. De nosotras depende cerrar una brecha de genero alimentada por siglos de poder masculino. Ellos ya dirigen el mundo, los gobiernos, la economía, las empresas y los sueldos. Nosotras en cambio seguimos siendo la lobas de Hobbes, en versión mujer.