Opinión

Dime a quién defiendes y te diré quién eres

Esta semana hemos conocido un informe sobre la corrupción en España los últimos años, y todos los partidos que han tocado poder han salido salpicados, da igual su ideología

  • Ione Belarra e Irene Montero en el Congreso de los Diputados -

Si el polémico gol que encajó España contra Japón lo vieran los mismos aficionados españoles y nipones en un partido de la segunda división inglesa, nos encontraríamos con unas opiniones muy diferentes a las que escuchamos ese día: habría españoles que sí verían la pelota dentro de la raya y nipones que justo lo contrario. No somos objetivos, no juzgamos lo que vemos sino desde nuestra subjetiva perspectiva y eso modifica totalmente nuestro juicio. Basta con ver, por ejemplo, cómo la ideología de cada argentino influye en que crean o no en la inocencia o culpabilidad de Cristina Kirchner. ¿Cómo va a depender su delito o su inocencia de las opiniones políticas de quien opina? Pues así es, igual que se puede englobar en un conjunto ideológico similar a los que creen, aquí en España, que lo de Alsasua en su día fue una pelea de bar y a los que piensan que fue un acto terrorista.

Es importante que las decisiones judiciales no tengan nada que ver con el debate político, al contrario de lo que pretende hacer nuestro Gobierno. Y por eso es tan grave, aunque pueda ser legal, que se nombre fiscal del Estado o se pretenda colocar en el Tribunal Constitucional a exministros o gente que ocupo cargos en Moncloa. Precisamente la separación de poderes ha provocado que en Argentina el poder judicial, y tras un largo proceso, acabe de condenar a la vicepresidenta del país a seis años de prisión. Yo no sé si la condena es justa o no, aunque siempre tiendo a creer más en la justicia que en la política, pero es que no creo que nadie no involucrado lo sepa.

De lo que no hay dudas es de que ministras del gobierno español, como es el caso de Belarra y Montero, critiquen las decisiones judiciales de otra nación porque les cae bien la condenada, simplemente por eso, ya que ninguna tiene pruebas de nada. En cualquier caso, como vamos casi a escándalo por semana, no me sorprende. Pero no deja de decepcionar a cómo la mayoría de simpatizantes de los partidos a la izquierda del PSOE haya decidido que Cristina es inocente y que los jueces que la han condenado, son corruptos al servicio de la ultraderecha.

Decantarse totalmente por la inocencia de una persona condenada, simplemente porque sus ideas sean similares a las nuestras es infantil, pero muy común

El género humano es voluble, contradictorio y fácilmente manipulable. Por eso es imprescindible que, por encima de las opiniones, existan una serie de normas fijas, es decir, que haya leyes. Eso es el Estado de derecho, con una separación de poderes firme y clara. Decantarse totalmente por la inocencia de una persona condenada, simplemente porque sus ideas sean similares a las nuestras es infantil pero común. Tendemos a creer que las personas que con una ideología similar a la nuestra son mejores. Volviendo al ejemplo del fútbol, es como creer que, porque alguien es de nuestro mismo equipo se ha de merecer más nuestra confianza. Puede que tendamos a ello involuntariamente, pero es un error. Y por supuesto hay políticos corruptos de derechas y de izquierdas. Es humano identificarse más con el que pensamos en más afín a nosotros, pero la ética y la moral de las personas van más allá de sus ideas políticas. Esta semana hemos conocido un informe sobre la corrupción en España los últimos años, y todos los partidos que han tocado poder han participado en ella, da igual su ideología.

El hecho de que dirigentes de ultraizquierda, con miembros en el actual Gobierno, hayan salido en tromba a defender a Cristina Kirchner “porque les cae bien” debería llevarnos a otra reflexión: muchos votantes y simpatizantes de estos partidos llevan años defendiéndolos de la acusación de “chavistas”, asegurando que es una exageración, que en realidad no son tan radicales y que para nada es similar lo ocurrido en Latinoamérica con lo que puede pasar en España. Pero entonces, ¿a qué tanto apego por esta señora condenada por ladrona, o por el peruano Pedro Castillo que acaba de intentar un golpe de estado para burlar al Parlamento, o por la dictadura castrista donde no hay un átomo de libertad?

Si realmente creen en los valores de las democracias europeas, con libertad de prensa, separación de poderes, respeto por la propiedad y por las decisiones judiciales, diferentes partidos políticos etc., ¿por qué tanta afinidad por ellos esos regímenes autoritarios? Y claro, vemos que algunas de las medidas adoptadas por el gobierno argentino como la del control de precios, son las mismas que quieren tomar en España. Y les da igual que en Argentina hayan fracasado (allí a pesar del intervencionismo el IPC interanual está en el 88% según el último dato), o que en Barcelona el del tope al precio de los alquileres haya sido un fracaso que provocó lo contrario de lo que supuestamente se pretendía.

Nunca deben juzgarse las normas, las medidas, las leyes (como la del “sí es sí”) por sus intenciones, sino por sus resultados. Y todos sabemos los resultados nefastos del populismo latinoamericano. Defender a personas condenadas porque aplican políticas que les gustan -aunque fracasen- es moralmente reprobable y es una prueba clara de que esas son las medidas que, si pudieran, aplicarían en España. Y, lamentablemente, esa gente está en el Ejecutivo de España.

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