Opinión

Dos fantasmas espantan a Sánchez

Sepultada la Transición con la amnistía, por una diferencia de cinco votos, los sherpas de la Moncloa dirigen su catalejo hacia dos fenómenos inquietantes y fuera de control

  • Begoña Gómez y Pedro Sánchez, en su colegio electoral, el día de las últimas elecciones generales. -

"¿Mi juventud? Puedes quedarte con ella,", decía Woody Allen. ¿La amnistía?, bueno ya luego si eso. Tenemos amnistía pero no hay amnistiados. No ha entrado en vigor porque Sánchez no quiere. Le está dando largas para que no enrede en la recta final de las elecciones europeas. Y que no empantane las negociaciones para el Gobierno catalán, donde a Illa se le está poniendo cara de aspirante burlado.

Lejos de sacar pecho por la gran norma que traerá al fin paz y progreso al petit país, que trocará la crispación en alegría, que atará a los perros con butifarras, el Gobierno está empeñado en ocultarla. Al menos por el momento. Avui no toca, que decía Jordi Pujol, el primer ladronote de la republiqueta, que, pese a confesarse saqueador hace diez años, aún no ha pisado la cárcel ni si quiera diez minutos. Caprichos tiene la ley.

Las excusas para meter a la amnistía en la cámara lenta del BOE son dispares y ridículas. Dicen que si la firma del Rey, que anda por El Salvador en la toma de posesión de Nayib Bukele (próximamente, quizás, en las filas de la 'internacional ultraderechista' que animan los mítines de Sánchez), le impide la sanción. Gran chorrada en tiempos telemáticos. O que si su plasmación en el Boletín del Congreso lleva tiempo, que madame Francina es lenta en comprensión lectora. O que Fernando Galindo, letrado mayor del Congreso -un amigo, un admirador, un esclavo, un siervo- se ha evaporado como un bandido en fuga. El caso es que la amnistía no llega y Puigdemont está de los nervios. ¿Para eso ha humillado a una nación? ¿Para eso obligó a Sánchez a dinamitar su Constitución? ¿Para eso ha cerrado su magnífico palacete de Waterloo, donde tantas adorables de ninfas amarillas acompañaban su retiro? Mal negocio, dará en pensar. Y todo por unas elecciones europeas que tanto al forajido como a sus socios de la secesión les importan 'un comino', que diría la rabanera Bassas.

Le irrita, poderosamente, perder, recibir sopapos como los de la pasada semana en el Congreso, con sus leyes de la prostitución y el suelo. Necesita reafirmar su dolorido ego

A Pedro sí le importan. Y le preocupan. Tiene planteadas estas urnas como la reivindicación de su causa, luego del patinazo de su carta de los llorosos melindres que resultó tan falsa como su doctorado. En los comicios catalanes le fue bien porque a los ofuscados separatistas les fue mal y porque aún se desconocía la gran estafa de su retiro fake y el amago de renuncia. Ahora necesita sepultar esa farsa en una montaña de votos, para recuperar el ánimo de su feligresía, ovina y sumisa como ninguna, pero ya con una mueca de recelo entre las orejas. No gana una elección ni por asomo. Ni las autonómicas del 28-M, ni las generales, ni las gallegas, ni las vascas. Las catalanas fueron cosa de Illa y está por ver si puede gobernar, que su sino parece quedarse con un palmo de narices y con las ganas colgando, como aquel espermatozoide lenteja de Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo, por seguir con Woody Allen..

Poco le preocupan la legislatura, los presupuestos, las leyes nonatas, la penuria económica, el bienestar 'de la gente', el desarrollo del país... Le irrita, poderosamente, perder, recibir sopapos como los de la pasada semana en el Congreso, con sus leyes de la prostitución y el suelo. Necesita reafirmar su dolorido ego en la cita electoral del 9-J, abofetear a Feijóo (empeñado en mentarle la doña), apalizar al PP (para validar su verborrea anti-ultra), cortamanguear a los jarrones chinos del felipismo y reivindicarse como el caudillo incuestionable que convertirá a España en el faro planetario del progreso.

El goteo de los turbios manejos de Begoña conduce sin freno hacia el territorio de lo penal. De momento chapotea ruidosamente entre lo improcedente y lo indigno

Un resultado venturoso en las europeas le ayudarán a espantar su otro gran fantasma, el de la corrupción, que anega ya despachos, pasillos y hasta el dormitorio principal de la Moncloa. La urge a Sánchez un arreón en las urnas para abordar, inmediatamente, su 'regeneración democrática', esa embestida contra jueces y medios para acabar con lo que dice lawfare y con lo que llama 'pseudomedios' y 'tabloides' En eso anda Félix Bolaños, el poderoso e inepto triministro, también algo tapadito estos días, apenas entrevisto en la jornada de aprobación de la magnánima ley de la ciénaga, que pocos como él han logrado glosar. Es el rey de los lugares comunes, ese lugar en el que todo el mundo se encuentra a gusto, de la superchería y la trampa. "Va a espiar y toca el timbre", le chistean en Moncloa.

El goteo de los turbios manejos profesionales de Begoña se dirige hacia el territorio de lo penal. De momento, chapotea ruidosamente entre lo improcedente y lo indigno. Una democracia, hay que insistir, jamás lo aceptaría. La esposa del presidente no puede pasearse entre impensables sablazos sin rozar el cohecho. Nuestra turbia realidad se aleja mansamente de este principio. Sánchez destrozará la encarnadura del Estado de derecho antes de que un juez ose amagar con su pluma una sentencia inconveniente contra su pareja y ¿socia? Con la amnistía, que espera todavía la labor de la partera, se ha dado el primer paso para el asesinato de la Constitución. Cinco malditos votos de diferencia han arrojado la primera palada sobre su tumba. Costará enormes esfuerzos recuperarla. La realidad es tan dura que sólo un antojo letal de Puigdemont o la persistencia de un tribunal pueden desviar este rumbo hacia un destino totalitario, un horizonte de dictadura.

"La amnistía es el acta de defunción del PSOE", sentenció Feijóo este jueves en la Cámara. Habrá que confiar en que no sea el acta de defunción del agonizante consenso del 78. Este 9-J debe producirse una catarata incontenible de votos por la libertad porque, junto a la imputación de su esposa, es lo que más teme a Sánchez. Y por si le da por no volver a convocar. ¿Urnas?, luego ya si eso.

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