El camino de las lágrimas, el camino de la felicidad, el camino... A veces escucho a los políticos, al recién elegido presidente Pere Aragonés o al resistente Pedro Sánchez y pienso que estoy leyendo a Jorge Bucay, con todos mis respetos para Bucay que nos ayuda a recorrer lo importante de la vida. Eso que por momentos parece haber olvidado la política. Cosas como la vida y la muerte, el antes y el después, se abre una nueva etapa política, o eso parece que queremos creer en Cataluña. Nos lo merecemos, tanto los independentistas como los que no lo son.
A veces siento que desde Madrid la visión es totalmente opuesta a la de Barcelona y ya no tiene sentido. Las encuestas, los resultados electorales, la calle habla y parecen no querer políticos en la cárcel. No sabemos bien si los indultos van a servir de algo, pero puede ser un paso hacia el “Camino del reeencuentro” –volvemos a Jorge Bucay-. Por el camino por el que hemos transitado no hemos llegado a ningún lugar, nos hemos hecho daño, hemos llorado, los que están en la cárcel y los niños que esperan ese cuento que les explique el papá que nunca llega. Infancias perdidas, vidas rotas por una causa, la independentista, que por la vía elegida en octubre de 2017 nos conduce nuevamente a un callejón sin salida.
El Tribunal Supremo lo tiene claro, manda la ley, el no arrepentimiento de los doce líderes independentistas, pero aquí debe imperar la política y el diálogo. También hay un antes y un después tras la pandemia, debemos caminar con fuerza hacia la recuperación en todos los sentidos. Si una vía no funciona se debe probar otra. Ni Pedro Sánchez es Mariano Rajoy ni Pere Aragonés, Quim Torra. En Cataluña hemos salido de la etapa de la presidencia de un activista y pasamos a la de un posible gestor que ya desde que ocupó el cargo dijo que esta semana se ponía en contacto con el presidente del Gobierno. Hay que mirar agendas, hay que reunirse, hay que dialogar, porque ni la cárcel ni los tribunales van a resolver el sentimiento de esos catalanes que quieren vivir en una Cataluña independiente y aquellos que aspiran a seguir viviendo en una Cataluña dentro de España.
El 'camino del reencuentro'
No cabe venganza sino el cumplimiento de la Justicia y también el de los parámetros políticos que siempre deben regirse por la concordia y el bienestar común. A veces siento que en Valladolid no entienden a los catalanes, que Miquel Iceta es un español en Barcelona y un catalán en Madrid y eso nos pasa a muchos que cabalgamos laboralmente entre Madrid y Barcelona. Es un sinsentido. Abramos el camino del reencuentro, de la institucionalidad, de la legalidad, de la política con mayúsculas, de la lealtad. Los indultos no cabe entenderlos como de derechas o de izquierdas sino como el intento de velar por un bien común y de reconocer lo que queda más que claro, y es que hay una parte de la sociedad catalana que se quiere independizar y otra que no. Eso lo saben tanto en la Moncloa como en la Generalitat. Por ello, más que nunca, es preciso que la empatía empiece a adueñarse de la vida política. Cuídense, con mascarilla siempre.