Verlo es doloroso pero curativo, como una de esas terapias de choque. Netflix acaba de estrenar el documental 11M que versa sobre los atentados de aquel terrible día de marzo 2004. Esta obra, como todo lo relacionado con el ataque yihadista, dará bastante que hablar. Porque además de abordar lo que ocurrió en los trenes atacados cuenta lo que ocurrió hasta las elecciones del 14-M y las posteriores versiones sobre la autoría de los atentados.
Escrito y dirigido por José Gómez, producido entre otros por el ganador de un Oscar y de un Bafta Kevin Macdonald y basado en gran medida en las investigaciones de Fernando Reinares, 11M no va a dejar indiferente a quien lo vea -los tópicos a veces se cumplen- y no resulta atrevido vaticinar que generará polémica a raudales.
Lo mejor del documental está, sin duda, en los testimonios de las víctimas de los atentados. Tanto personas que iban en los trenes y resultaron heridas como otras que perdieron a familiares explican frente a la cámara los momentos horribles que vivieron entonces y el sufrimiento que arrastran todavía. Palabras escalofriantes que emocionan y cautivan al mismo tiempo. No puedes dejar de verlo aunque duela. Y porque duele te ayuda a sanar.
Los planos de las víctimas explican los atentados al principio y aparecen como homenaje al final. En sus rostros, sus lágrimas y sus historias se abre paso la dignidad frente al terror
Precisamente los planos de las víctimas explican los atentados al principio y aparecen como homenaje al final. En sus rostros, sus lágrimas y sus historias se abre paso la dignidad frente al terror. Esta parte es sencillamente inmejorable porque además los autores han preferido huir de imágenes hirientes.
Durante buena parte de la hora y media que dura esta obra el espectador se traslada al momento más doloroso en la historia reciente de España. Y también, claro está, a unos hechos que provocaron una profunda división en la sociedad. Así que no podía faltar referirse a unos cuantos asuntos controvertidos: el primero es el intento del Gobierno de José María Aznar de atribuir a ETA la autoría del atentado entre el 11-M y las elecciones generales del 14-M, con aquellas llamadas del presidente del Gobierno a los directores de periódicos, con aquellas comparecencias de sus portavoces, con aquellas instrucciones a los diplomáticos... Sin querer caer en el pecado del spoiler, es seguro que el documental no va a gustarle a los miembros de aquel Ejecutivo.
Con datos provenientes de la citada investigación del reputado Reinares y de las sentencias judiciales sobre los atentados, el documental desmiente asimismo dos asertos tan falsos como extendidos: el atentado se hizo para cambiar el Gobierno y fue una respuesta a la intervención española en la guerra de Irak. Ambas cosas no son verdad por mucho que se repitan. Los expertos que aparecen detallan cómo los terroristas eligieron la fecha del atentado antes de saber cuándo serían las elecciones y antes de que se produjera la guerra de Irak que apoyó el Gobierno de Aznar.
La tesis es, como en el libro de Reinares 11-M. La venganza de Al-Qaeda, que los terroristas perpetraron los atentados como venganza por la detención de una célula yihadista años antes. Era, en concreto, la célula establecida en España desde 1994, una las principales de Al Qaeda en Europa y dirigida por Abu Dahda, detenido cuando se desarticuló al grupo en la operación Dátil. En este sentido, se señala como autor intelectual de la masacre al dirigente de la organización terrorista Amer Azizi, cuya relación con los hechos se conoció después de que se juzgasen.
El documental también aborda la controversia por la cobertura informativa sobre la autoría de los atentados que hicieron El Mundo y La Cope, con Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos, respectivamente. Los autores de esta obra de Netflix aseguran, con testimonios de periodistas como Gumersindo Lafuente o David Jiménez (ambos ex del citado periódico), que ambos manipularon en sus informaciones al respecto. En ese punto se echa en falta que no aparezcan las voces de los dos señalados para defenderse de las acusaciones, pero no aparecen porque declinaron participar. Es en esta parte mediática donde la mirada de la obra resulta algo más parcial, porque, por ejemplo, nada se dice de las informaciones erróneas sobre la presencia de terroristas suicidas en los trenes.
También este 11M de Netflix señala la citada división que provocó el atentado tanto en la sociedad como en la política, con la célebre comisión de investigación del Congreso como mejor exponente de tamañas discrepancias. Discrepancias que en alguna medida todavía existen pero que palidecen, eso sí, frente a los desgarradores testimonios de las víctimas que, como ya se ha dicho, son lo mejor de esta obra.