Opinión

El pan que repartirá Sánchez

Lo que el Gobierno dice estar dispuesto a destinar como ayuda para compensar el subidón del coste de la alimentación se reduce al 1% de la sobre-recaudación tributaria que está disfrutando

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una visita en Sevilla el pasado septiembre. -

En el verano del año pasado, Sánchez anunció de modo pomposo que, ante la espectacular subida de los precios de la energía y para aliviar la consecuencia creada a los más vulnerables, el Gobierno había acordado entregarles un cheque-ayuda de 200 euros. En su anuncio predijo que los beneficiados serían dos millones setecientos mil españoles. La realidad contradijo su predicción y finalmente solo fueron seiscientos mil lo que percibieron la dádiva. El cálculo es sencillo, el montante empleado por el Gobierno para repartir el cheque fue de 120 millones de euros, exiguo importe si se tiene en cuenta que, en el primer semestre de 2022, el Gobierno había cobrado ya por impuestos a los españoles por 17.000 millones de euros más que en el mismo periodo del año anterior.

Ahora Sánchez lo ha vuelto a hacer. En su comparecencia del martes pasado ha anunciado de nuevo la entrega de otro cheque-ayuda, en este caso para compensar el aumento de los precios de los productos alimentarios. Su importe coincide con el anterior -200 euros- y en este caso, manifestó que serán 4,2 millones de hogares los beneficiarios. Como, según el INE, el tamaño medio de los hogares españoles es de 2,5 personas, quiere decirse que, en realidad, Sánchez predijo que serán 1,7 millones de españoles los que percibirán la nueva ayuda. Retornando a las matemáticas, de cumplirse la cifra anunciada, el coste para el Gobierno sería 340 millones de euros, lo que no es un gran esfuerzo si constatamos que en los once primeros meses de 2022 se nos han exigido impositivamente 33.000 millones de euros más que entre enero y noviembre de 2021. Ergo, lo que el Gobierno dice estar dispuesto a destinar como ayuda para compensar el subidón del coste de la alimentación se reduce al 1% de la sobre-recaudación tributaria que está disfrutando.

El Gobierno considera que para un español que ingresa 27.001 euros, la subida de un 15% de los productos alimentarios no supone un problema

Claro que si Sánchez vuelve a equivocarse y a equivocarnos en su predicción del número de beneficiados por la nueva ayuda, y la dimensión de su error es similar al precedente en el anterior cheque, lo que se gastaría ahora el Gobierno no llegaría a 100 millones de euros. Sean 340 o sean 100, solo cabe una palabra para definir la medida estrella anunciada por Sánchez: Escandaloso. Y aún más. En función de los requisitos exigidos para percibir el nuevo cheque-ayuda, es evidente que el Gobierno considera que para un español que ingresa 27.001 euros, la subida de un 15% de los productos alimentarios no supone un problema, como también consideró hace unos meses que aquellos cuyos ingresos superaban los 21.000 euros no estaban sufriendo el aumento del precio de la energía. Las cosas de un Gobierno progresista.

Tiene interés detenerse en observar el alcance individual de la nueva ayuda prometida por el Gobierno. Cada hogar que reciba los 200 euros anunciados podrá destinarlos a adquirir una barra de pan cada dos días, lo que supone que cada español beneficiado por la dádiva anunciada por Sánchez tocará diariamente a un sexto de barra, apenas para hacer un pequeño bocadillo que, eso sí, irá sin relleno alguno porque el cheque-ayuda no dará para más. Es necesario repetirlo: Escandaloso. Y recordar que, además, en el mejor de los casos, solo un 12% de españoles tendrá el impagable privilegio de acceder a semejante regalazo. Gracias Sánchez, no sé que sería de nosotros sin ti.

Panes por votos

Para acabar de entender la ecuación, debe incluirse una nueva variable. Se trata del perseguido rédito que en términos de marketing político aspira a obtener nuestro presidente. Todo apunta a que Sánchez apuesta decididamente a que, en su conducta, los españoles respondan al popular aforismo “dame pan y dime tonto”. Creo que se equivoca y que ni siquiera la abundante y burda propaganda de su Gobierno, pagada con una parte de los 33.000 millones de euros del sobre-expolio fiscal al que nos ha sometido este año, podrá convertir los trozos de pan en votos electorales. Un milagro como el de las bodas de Caná se produjo una vez y su repetición es impensable aún contando con la factoría de marketing de La Moncloa y con todas sus corresponsalías bien regadas, ellas sí, de fondos públicos librados contra nuestros impuestos.

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