Los fenómenos políticos populistas tan de moda y desestabilizadores del orden democrático liberal de Occidente han dado lugar a un sinfín de investigaciones y análisis acerca de su razón de ser; pero casi ninguno para remediarlos y ponerles fin.
En general, como se suponen expresiones democráticas –aún totalitarias– de la política, se tratan con una voluntad de comprensión que se compadece mal con los designios de estas, que no es otro que subvertir –con diversas finalidades– el orden político liberal que ha vertebrado los mayores logros de toda la historia de la humanidad. Cuando una alianza populista -caso actual de España- se hace con el poder, asume totalitariamente que es para siempre, pues reniega abiertamente de la posibilidad de alternancia –“pacto del Tinell”- en el poder, como estamos viendo estos días en Venezuela
Todos los análisis bienintencionados para encontrar las razones que pueden justificar la aparición del populismo suelen coincidir –como incomprensiblemente sostiene ahora el antes lúcido Fukuyama- en una cierta quiebra moral del capitalismo, su creciente y escandalosa desigualdad, las crisis financieras resultantes de una falta de regulación de los mercados, la globalización, la inmigración, las castas dominantes, etc. Frente a estas acusaciones –veremos que empíricamente infundadas- generadoras de desconfianza en nuestra instituciones, todo lo que ofrecen son “promesas simplistas y poco constructivas” según Gaspar Ariño en su ensayo Populismo y democracia, (2016), quien añade que “el populismo es esencialmente revolucionario”.
Con los datos en la mano, la emergencia de los populismos ha venido a coincidir con el periodo de mayor y más inclusiva prosperidad social de la historia de la humanidad: la población, el empleo y la riqueza per cápita han crecido más en las últimas décadas que en siglos anteriores, mientras que la pobreza extrema ha decrecido espectacularmente y la esperanza de vida ha crecido más que nunca. Durante estos últimos años, los más beneficiados han sido los más pobres de la tierra, todo ello gracias a la caída del comunismo -trasfondo intelectual de muchos populismos de ahora- y la expansión del capitalismo. Cosa curiosa: el populismo progresista -el más abundante- lejos de felicitarse de la asombrosa inclusión de millones de pobres en la senda del progreso económico y social, solo se fija en las desigualdades de los países más ricos. Por cierto, los más ricos del mundo que tanto disgustan a los populistas de izquierdas y tanta desigualdad engendran, solo se quedan –debidamente medido por el premio Nobel de Economía 2018, Nordhaus,- con menos del 3% de la riqueza que crean.
En contra de lo que publicitan los populistas de izquierdas, la crisis de los bancos privados no la pagó el Estado, sino sus inversores. El Estado sí ayudó a evitar las quiebras de las cajas, controladas todas por los políticos
Cuando los populistas acusan al libre mercado de las crisis financieras, ocultan que se trata de un mercado especialmente hiperregulado y que la crisis de 2008 la generaron dos instituciones públicas de EEUU creadas para dar préstamos hipotecarios a quienes no podían pagarlos. Además, en contra de lo que publicitan los populistas de izquierdas, la crisis de los bancos privados no la pagó el Estado, sino sus inversores. En el caso español, el Estado sí ayudó a evitar las quiebras de las cajas, controladas todas por los políticos. Los bancos privados asumieron las suyas a través de sus accionistas.
En realidad, los populistas carecen de alternativas paradigmáticas al estado democrático de derecho liberal y al libre mercado; mientras que cuando alcanzan el poder, la decadencia económica y social es su razón de ser –como en España– en tanto que en la Hispanoamérica de nuestros días, sus desastres están a la vista.
Los populistas, ajenos a todo contraste empírico de sus calamitosas visiones de la realidad amparadas en los viejos y fracasados tópicos marxistas o fascistas, y orientados a cultivar los peores sentimientos y bajas pasiones –con la envidia como principal bandera– tienen por misión destruir nuestras instituciones sin que se vea por ningún lado posibilidad alguna de un nuevo y mejor orden civilizador.
Enemigo del progreso
En España, al populismo de izquierdas se le ha añadido el nacionalista filoterrorista y el xenófobo, y de la mano del actual y “populizado” PSOE, han conformado una extravagante coalición política, jamás experimentada en ningún país civilizado, cuyo quehacer político no puede ser más disparatado y por tanto enemigo del progreso de la nación. Que el sagrado Estado de Derecho de la nación más antigua del mundo se encuentre vilipendiado, cuando no suspendido, en razón de la voluntad de quienes representan una minoría de los votos de las últimas elecciones es algo tan inaudito como suficiente para que la gran mayoría de españoles digamos basta.
Llegados a este punto, los que no somos populistas -sin duda la gran mayoría de la población- debiéramos preocuparnos de afrontar este desafío, que por increíble que parezca es muy sencillo de resolver. La solución la vino a ofrecer un referente mundial como sabio filósofo político, Giovani Sartori, quien poco antes de fallecer en 2017, nos legó un ensayo, La carrera hacia ningún lugar (2015), cuyo tercer capítulo tituló “El sistema electoral perfecto existe”. Es el mayoritario de doble vuelta. En la primera vuelta funciona como un sistema proporcional en el que todos los electores pueden expresar su primera preferencia. En la segunda, quienes no votaron al ganador de la primera pueden escoger al candidato que menos le desagrade. Sartori remata su propuesta con una premisa: deben estar prohibidas las coaliciones.
Los sistemas electorales mayoritarios son el gran antídoto contra los populismos, mientras que los proporcionales han destruido políticamente Italia y favorecido coaliciones Frankenstein como aquí
Este sistema, justamente utilizado en los países de mayor tradición democrática, excluye que las fuerzas políticas extremistas, es decir las populistas, puedan gobernar como ahora en España. Y menos aún que puedan atropellar el Estado de Derecho en contra de una amplia mayoría social.
¿Por qué ni han existido ni pueden existir partidos populistas en el Reino Unido, la democracia liberal más antigua del mundo? Porque tales partidos políticos son necesariamente pequeños, pues sus patrañas tienen un alcance limitado y sus votantes es absolutamente improbable que puedan llegar a alcanzar la gran mayoría de la población. Por tanto, los sistemas electorales mayoritarios son el gran antídoto contra los populismos, mientras que los proporcionales han destruido políticamente Italia y favorecido coaliciones “Frankenstein” como aquí.
De este modo, todos los partidos populistas, sobre todo comunistas y nacionalistas, dejarían de tener la corrosiva influencia que han venido practicando hasta ahora y España podría mirar al futuro con renovado optimismo. El gran obstáculo para llevar a cabo esta necesaria metamorfosis de nuestro sistema político es el PSOE, que confundido -e incluso “soldado o aleado”- con los partidos declarados enemigos de la Constitución e incluso de España, ha perdido personalidad propia para colaborar libremente y con grandeza –como en tiempos de la Transición– a la necesaria reconstrucción de nuestro mejor futuro democrático.
Norne Gaest
Mientras leía el artículo me preguntaba si estaba Vd. ciego, puesto que aquí tenemos al PSOE, un partido populista (hoy una secta, como escribe Santiago Navajas en Libertad Digital) en el poder. Luego, en el último párrafo lo enmienda parcialmente, al decir que "el gran obstáculo para llevar a cabo esta necesaria metamorfosis de nuestro sistema político es el PSOE, que confundido- e incluso "soldado o aleado"- con los partidos declarados enemigos de la Constitución e incluso de España, ha perdido personalidad propia para colaborar libremente y con grandeza- como en tiempos de la Transición- a la necesaria reconstrucción de nuestro mejor futuro democrático". Vamos a ver como se lo digo, ya que Vd. es una persona leída y razonadora, que elabora documentados artículos: 1. El PSOE NUNCA HA SIDO UN PARTIDO DEMOCRÁTICO. No lo fue durante la Restauración, no lo fue durante la II República y no lo es actualmente. Siempre viene bien repasar la Historia. 2. Su labor siempre ha sido socavar las instituciones y, cuando ha estado en el poder, apoderarse de ellas y hacer más difícil la alternancia. 3. No solo ocupar las instituciones en su beneficio, sino instancias básicas de la sociedad, como la educación, las universidades, el mundo financiero (cajas de ahorro, etc.) 4. Durante la Transición no le quedó más remedio que transigir, sin olvidar que fue promocionado (la CIA, el establishment socialdemócrata aleman encabezado por el presidente de la Internacional Socialista Willy Brandt) para que desplazase al PC, que era más numerosos y había dado el callo con Franco. 5. Pero el felipismo rápidamente se corrompió políticamente y se dedicó a apoderarse del estado y de cualquier instancia social, a la par que enriquecerse y corromperse también en los peronal (recuerde los múltiples escándalos). O sea, que nunca tuvo grandeza. 6. Para cortar: sobre el sistema mayoritario que predica, puede funcionar cuando se dan condiciones que no son las de España: una ciudadanía más educada políticamente (Chaves en Venezuela ganaba y Putin en Rusia ganan sus eleciones), ausencia de los potente nazionalismos separatistas que aquí tenemos en varias regiones, muchos de ellos monopolizando prácticamente el poder, y una izquierda que respete más las reglas de juego (es decir, la democracia)
picpus01
el palabro democracia.,. (como derecho) aunque nadie sepa lo que sifnifica que se utiliza hasta en la sopa (ahora te dicen que IBM democratizó el PC y se quedan tan tranquilos) no todo tiene que ser "democratico"... en primer lugar porque no tiene sentido y porque es imposible. luego también habría que interpretar el concepto. en una democracia representativa se supone que eliges a un representante.. eso no es así.. tenemos un sistema de cooptación de partidos políticos que se reparten el poder (=aprovechamiento económico) en función de sus cuotas... y en un país donde "lo público" es mas de l 50% del PIB eso es mucho.. no me malinterpreteis.. para elegir el color de la bandera votamos todos.. pero para decidir entre cañones y mantequilla sería lógico que decidieran quienes contribuyen el sufragio universal se planteó en el s. XIX cuando la presión fiscal era testimonial (pagaban impuestos una minoría).. es esencialmente inmoral que el gasto se decida por quienes nada aportan en la medida que se gasto supone una transferencia de recursos a ellos
Lareforma2024
Es urgente crear en España un partido de izquierdas auténticamente democrático. El PSOE solo lo ha sido coyunturalmente por su propio interés. Siguen a rajatabla el principio de su fundador, Pablo Iglesias Posse: Con la ley, si nos ayuda en nuestros objetivos. Fuera de la ley si no nos ayuda. No soy tan optimista respecto a que la mayoría de los españoles no sean populistas, pero es que el nivel mediocre de nuestros políticos no ayuda a que se entiendan las prioridades. Casi todos nuestros políticos son un poquito populistas y, dado que proceden del pueblo, pues el pueblo lo es también. El comportamiento del PSOE durante la 2ª República, no fue algo digno de alabanza. Siguió la premisa de su fundador. En los tiempos actuales está ya perfectamente definido su comportamiento, tanto por adversarios (menos imparciales),como por ecuánimes analistas. La existencia de una izquierda como la que reclamo, es absolutamente necesaria como contrapeso a la derecha, no toda ella idealista. Saludos.