Opinión

¡Es la libertad, estúpidos!

Estamos ante un tema en el que no caben cabildeos ni medias tintas: o se está con la democracia, o se está con la opresión

  • Alberto Núñez Feijóo junto a Edmundo González Urrutia, presidente electo de Venezuela. -

            En enero de 2014, Grecia sucedió a Lituania en la presidencia semestral de la Unión Europea. Al acto de Madrid, celebrado con la participación del Secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo, fui invitado por los embajadores de ambos países, con quienes mantenía una sólida amistad. En el caso griego, porque había sido embajador en ese país. Y porque fui condecorado con la Gran Cruz de la Orden del Fénix, además de haber recibido la medalla de oro de Atenas, junto al nombramiento de Ciudadano de Honor de esa ciudad. En la solemne ceremonia de la entrega, que tuvo lugar en la Acrópolis, el alcalde Avramópulos (después fue Comisario de la UE) pronunció, en un discurso cariñoso y entrañable, estas palabras: “se te conceden todos los privilegios de que gozan los atenienses, menos el derecho al voto”. Conservo no sólo la presea sino el valioso pergamino, redactado en griego, en el que se me otorga tal honor.

       En cuanto a Lituania, su brillante embajadora también quiso que yo estuviera presente en el evento citado. Me estaba muy agradecida (con lágrimas en los ojos), por algo que le conté en una ocasión: mi negativa a visitar las Repúblicas Bálticas durante los cinco años y medio que fui embajador en Moscú. No me faltaron presiones; pero siempre me negué, ya que esa visita habría supuesto la aceptación indirectadealgo que Españanunca habíareconocido: laanexión de Lituania a la Unión Soviética. Una ignominia perpetrada en virtud de las cláusulas secretas del infame pacto Mólotov-Ribbentrop, firmado por los ministros de la Alemania nazi y de la URSS, en presencia de Stalin, el 23 de agosto de 1939. Por cierto, una fecha que ha sido declarada “Día Europeo del Recuerdo”, para que las generaciones venideras no se olviden de lo que fueron capaces nazismo y comunismo, las dos ideologías criminales del pasado siglo.

      En nombre del Gobierno habló Méndez de Vigo, destacando el significado del relevo. Luego, ambos embajadores me pidieron decir unas palabras. Fui muy breve, pero destaqué lo que sigo pensando era esencial. Vuestros países –dije-, donde he sido embajador, no tienenencomún ni el clima, ni lageografía, ni la historia, ni las costumbres de sus ciudadanos. Pero, trasaños de opresióny dictadura, ambos comparten lo fundamental: el compromiso con la libertad. Eso es lo que os une: la sólida base berroqueña en que se asientan las instituciones europeas.

Reconocimiento de Edmundo González

      Hoy, Europa vuelve a estar frente a una prueba decisiva: tomar partido claramente, y sin ambages, frente al golpe orquestado por Maduro en Venezuela. Y debe hacerlo con un solo propósito: apoyar el triunfo de la libertad. Es el mismo espíritu que animó a los Padres Fundadores, cuando pusieron en marcha las Comunidades Europeas: “El más ambicioso, innovador y original proyecto político que jamás haya existido en el Viejo Continente”, como un día ya lejano señalé en una conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid.

      Ante el atentado a la democracia y los derechos humanos urdido en Venezuela, el Partido Popular ha presentado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley en la que se reconoce a Edmundo González Urrutia, ganador de las últimas elecciones, como presidente electo de aquel país. El documento fue votado a favor no sólo por los populares, sino por los diputados de otros cuatro partidos: Vox, el PNV, Coalición Canaria y UPN. En total, recibió 177 votos favorables (mayoría absoluta) frente a 164 negativos, de sanchistas, filoetarras, comunistas, golpistas indultados y otros similares, con una sola abstención: la del exministro Ábalos.

      El PSOE y el sanchismo se han posicionado en la forma que cabía esperar. No ha saltado la sorpresa que algunos esperaban. Por un lado lo ha hecho el PSOE, con un Felipe González tomando partido a favor de la democracia y de la libertad. A tal fin ha suscrito, junto a otros treinta –sí, otros treinta- mandatarios iberoamericanos (incluyendo a Mariano Rajoy y José María Aznar) un documento solemne y contundente, presentado por el Presidente Pastrana ante la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional, en la que se acusa al Gobierno actual de Venezuela de violaciones sistemáticas de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, y se solicita, contra los componentes de la cúpula del poder venezolano, acusados de terrorismo de Estado, una orden de captura y puesta a disposición de la Justicia internacional.

Cuando los diputados del PP se levantaron para aplaudir la presencia de la representación venezolana que ocupaba la tribuna de invitados, me pareció ver un calofrío, un no sé qué en el rostro de algún miembro del grupo sanchista

      En lo que respecta al sanchismo, sucedió lo que todos esperaban: de acuerdo con la actual deriva autoritaria que sigue esa facción del socialismo, recibieron instrucciones de votar, como un compacto bloque, contra la iniciativa presentada por el Partido Popular. Faltaría más. Pero, ¿estaban todos de acuerdo en aceptar la orden de Moncloa y apretar el botón que, en realidad, significaba el apoyo al golpe de Maduro? No lo sé. En el caso de Bildu, de ERC y de Sumar, no me cabe duda; pero me dolería –soy un iluso, ya lo sé- que alguien que conozco desde hace años hubiese estado satisfecho con lo que se le ordenó apoyar. Quizá por eso, cuando los diputados del PP se levantaron para aplaudir la presencia de la representación venezolana que ocupaba la tribuna de invitados, me pareció ver un calofrío, un no sé qué en el rostro de algún miembro del grupo sanchista.

      Estamos ante un tema en el que no caben cabildeos ni medias tintas: o se está con la democracia, o se está con la opresión. El Parlamento Europeo tiene previsto pronunciarse ahora. Espero que voten como lo habrían hecho Konrad Adenauer y Jean Monnet, Alcide de Gasperi y Robert Schuman: los gigantes que en una Europa en ruinas, y frente a la amenaza de los totalitarismos, levantaron las banderas de la libertad.

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