El Banco Central Europeo (BCE) ha confirmado el despliegue de toda su artillería. En concreto, entre las principales medidas anunciadas por la autoridad monetaria europea destacan una rebaja adicional de la facilidad de depósito a las entidades financieras hasta el -0,5% y un nuevo programa de compra de deuda por valor mensual de 20.000 millones de euros. Este paquete de estímulos es una clara reacción al momento de fragilidad e incertidumbre a nivel global que afrontamos.
A los riesgos económicos asociados a la guerra comercial entre EEUU y China, a la posibilidad de un brexit caótico y a la moderación del crecimiento de las principales economías emergentes, destacando China, se unen otros geopolíticos, especiamente en Hong Kong e Irán. Un contexto que claramente impacta en la Eurozona, si bien entre las causas que también explican la ralentización de su crecimiento, previsto en un 1,1% por el BCE, también está la falta de reformas estructurales a nivel nacional durante los últimos años. Una circunstancia no solo propia de España, sin impulso reformista desde 2013, sino también de las principales economías europeas como Alemania.
Una economía envidiada
La economía alemana representa el 29% del PIB nominal de la Eurozona, y es envidiada por sus reducidos niveles de deuda pública (60,9% en 2018) y de desempleo (3%), o por el peso de sus exportaciones y de su industria sobre el PIB, 47,4% y 23,6% respectivamente. Sin embargo, afronta grandes retos como la pérdida de protagonismo de su clase media, el envejecimiento de la población, la escasez de mano de obra cualificada, la incertidumbre sobre la capacidad de adaptar su modelo productivo a la transformación digital, y la incógnita sobre la evolución futura de la productividad.
En concreto, el peso de la clase media alemana retrocedió en 5 puntos porcentuales desde 1985, hasta representar el 63,1% del total de la población, inferior al de Países Bajos (69,4%) o Francia (68,3%). Por su parte, su productividad laboral muestra una evolución negativa desde el segundo trimestre de 2018, contrayéndose un 0,4% en términos interanuales, frente al crecimiento promedio que experimentó de un 0,8% en el periodo 2013-2017.
A estos problemas estructurales, se une su coyuntura económica. En el segundo trimestre de 2019, el PIB de Alemania retrocedió un 0,1% trimestral, tras avanzar un 0,4% en el primer trimestre del año, por el impacto negativo de la guerra comercial EEUU-China sobre las exportaciones y la inversión empresarial, el deterioro de las perspectivas en el sector industrial y el aumento de la probabilidad de un brexit duro. El contexto económico global explica en gran medida que la demanda externa vuelva a contribuir negativamente al crecimiento del PIB, cayendo las exportaciones un 1,3% en términos trimestrales, su mayor retroceso desde 2013, por encima del de las importaciones (-0,3%).
Por el lado de la demanda interna, si bien el gasto en consumo se mantuvo estable, la inversión moderó su avance a un 1,4% en el segundo trimestre, 1 punto porcentual inferior al del mismo periodo de 2018. A su vez, desde enero, la inversión ha registrado un incremento interanual del 1,7%, frente al 5% de media en los últimos 3 años, motivado principalmente porque las empresas alemanas han reducido sus inversiones en el país ante el menor dinamismo interno a corto y medio plazo, frente al de las economías emergentes donde sí mantienen su política de inversión.
En este contexto, el Instituto de Economía de Kiel proyecta una nueva contracción del PIB alemán en el tercer trimestre de un 0,3%, situando al país en recesión técnica
Por sectores, las dudas sobre la evolución futura de la industria no se limitan a la situación de la coyuntura global, sino también a si ésta será capaz de transformarse ante el reto de la digitalización y la reconfiguración del comercio mundial, en el que pierde peso el intercambio de bienes en favor del de servicios, especialmente de los intensivos en conocimiento y de flujos de información. En la cuarta revolución industrial, avanzar en la generación de nuevas ideas, productos y procesos en Alemania será clave para su progreso, competitividad y liderazgo ante el duopolio tecnológico actual de EEUU y China. Estas dos potencias concentran el emprendimiento tecnológico mundial como muestra que entre las 393 empresas unicornio existentes (startups con una valoración superior a 1.000 millones de dólares), un 49% tiene su origen en EEUU y un 24% en China, frente al 2% en Alemania. De no lograrlo, tendría un fuerte impacto sobre su potencial de crecimiento, su mercado laboral y su bienestar.
En este contexto, el Instituto de Economía de Kiel proyecta una nueva contracción del PIB alemán en el tercer trimestre de un 0,3%, situando al país en recesión técnica. Un escenario en el que no solo preocupa la evolución del sector industrial, sino también la del inmobiliario y la del financiero, todo ello unido a sus debilidades estructurales. De ahí que una posible política de estímulos fiscales deba ir acompañada de una profunda agenda de reformas estructurales.