Conviene tomar todo con humor, pues, de lo contrario, cualquiera con dos dedos de frente se vería tentado a transitar por los siempre peligrosos terrenos de la ira; y líbrenos Dios. Se desgañitó toda la izquierda mediática hace más de un lustro contra el Gobierno de Mariano Rajoy por la -consideraba- escasez de medidas que tomó contra el presunto brote del ébola. Aquello quedó en una mera anécdota, pero no así la crisis del coronavirus, que ya ha provocado tres decenas de muertos y más de un millar de infectados en España; y ha situado a la economía en su nivel más crítico desde 2008. Casualmente, hasta el día después de la huelga feminista -donde se vio a las ministras con guantes de látex morados, de los que no servían para nada- no se ha expresado en Moncloa la intención de elaborar un plan de contención.
Este lunes se sobrepasaba una nueva barrera en la Comunidad de Madrid después de que la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, avanzara que los centros educativos de la Comunidad cerrarán durante 15 días a partir de este miércoles. En paralelo, trascendía el nuevo dato de infectados, que era de más de 1.200, frente a los casi 600. Es decir, en un sólo día se habían duplicado los casos. Lo que advertían los epidemiólogos y restaban importancia las autoridades sanitarias parece que se cumplía.
Algunas de las decisiones de comunicación que se han tomado en el Gobierno durante los últimos días son difíciles de entender. La más evidente es la que se produjo poco antes de la manifestación feminista, cuando se advirtió de que cualquier persona que notara síntomas asociados a esta infección se abstuviera de salir a la calle para no propagar la infección. ¿Por qué no se suspendió si existía ese riesgo? ¿Se primaron los intereses de partido sobre la salud pública?
El aleteo de una mariposa en Wuhan ha provocado una ola gigante en todo el mundo capitalista"
Por un lado, el tal Fernando Simón -portavoz del Ministerio de Sanidad- había dicho unos días antes que la reivindicación no era un escenario de riesgo y, por tanto, no había motivo para suspenderla. Por otro, se solicita a los posibles infectados que no asistan. Por otro, Francia y Alemania prohíben los actos que congreguen a más de 1.000 personas. Desde luego, parece que todas las señales indican en la misma dirección y aquí se ha caminado en la contraria.
Que no cunda el pánico
Todavía sostengo que la enfermedad es mucho menos grave de lo que el alarmismo mediático y el pánico bursátil han transmitido. Sin embargo, hay varios indicios que llevan a pensar que las autoridades sanitarias no han dicho toda la verdad; o que el Gobierno ha actuado con una excesiva temeridad. Sin ir mas lejos, Fernando Simón transmitía a finales del pasado enero que España apenas si iba a tener algún diagnosticado y raramente habría transmisión local. Pues bien, poco más de un mes después hay 1.200 infectados -y subiendo de forma exponencial-, 29 fallecidos y algún foco descontrolado. Y el primer muerto, pobre hombre, trascendió varios días después del deceso.
Mientras tanto, el Ibex-35 se pegaba este lunes un golpe histórico -y no era el primero-, a la espera de que el Ejecutivo de Pedro Sánchez tenga a bien ponerse a trabajar e implementar alguna medida para paliar las consecuencias económicas del coronavirus. Porque el aleteo de una mariposa en Wuhan ha provocado una ola gigante en todo el mundo capitalista.
Sobra decir que Angela Merkel ya ha comprometido 12.500 millones de euros de inversiones hasta 2024 para mitigar el impacto de este microbio en los sectores productivos del país germano. En el caso de España, Sánchez ha avanzado un plan de choque que aún no ha presentado. Y, para colmo, el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz difundía la pasada semana un comunicado sobre las medidas de actuación que debían aplicar las empresas para frenar la infección que no fue consensuado ni con la CEOE ni con los sindicatos; y que provocó más confusión que certezas.
Se quejaba Pedro Sánchez hace algo más de un lustro -cuando se extendió el temor al ébola en España- de la falta de cintura del Gobierno de Mariano Rajoy para actuar contra la enfermedad. Desconozco si en este caso se ha procedido con la diligencia sanitaria necesaria, dado que no soy experto en la materia y emitir un juicio al respecto sería harto atrevido. Sin embargo, la política de comunicación ha sido mala, cosa que es marca de la casa; y no parece que haya sido del todo sincera. Porque no se puede tratar de normalizar una situación -aunque la infección no sea grave- cuando hay grandes empresas que han perdido cientos de millones de euros y han visto condicionada su actividad hasta el punto de mandar a sus empleados medio mes a casa.
Este lunes, a las 20.00 horas no había atasco en la M-30; y eso sí que es noticia. A esa hora, varios medios fotografiaban supermercados repletos de personas que, tras escuchar las medidas establecidas por Díaz Ayuso, acudieron a hacer acopio de alimentos no perecederos.
Quizá contagiados por un pánico excesivo. Pero, desde luego, la situación que ha provocado esta enfermedad, en los mercados y en la rutina de los ciudadanos, ya no se puede calificar de 'normal'. Por cierto, que este martes se celebra una reunión entre varios presidentes de la Unión Europea para abordar medidas conjuntas. Será por videoconferencia por razones evidentes. Pero claro, la manifestación del domingo se tenía que celebrar sí o sí. No tienen vergüenza.