Los estrategas socialistas, instalados esta vez en Moncloa, han hecho la peor campaña electoral que se recuerda desde Simancas. Ahora, tras fracasar en el formato soso de Gabilondo para atraer a Ciudadanos, y luego en el formato radical del “Pablo, nos quedan 12 días”, están elaborando excusas para la derrota. Lo que está en la cabeza del sanchismo es cómo presentar la debacle el 5-M y contraatacar.
Habrá campaña “pedagógica” desde el gobierno socialcomunista y sus medios afines. Adelantemos las excusas. Se pueden cifrar hasta cinco bloques: ataques personales a Ayuso, a Casado y a Madrid, junto a justificaciones del proyecto propio y críticas a Iglesias. También habrá cortinas de humo, como los fondos europeos, o la memoria histórica.
Lo primero será descalificar a la candidata del PP de Madrid. Es algo que han hecho desde la campaña electoral de mayo de 2019 sin fruto alguno. Son chistes que solo hacen gracia a la izquierda, y las descalificaciones personales que han hecho Lastra, Simancas, Calvo y Ábalos Meco han conseguido el efecto contrario: el arropamiento de los madrileños a su Presidenta.
Ayuso será calificada de trumpista, de populista agresiva, que ha pedido el voto con simplezas, mintiendo, y apoyándose en la “ultraderecha”. De ahí que Pablo Iglesias, en su desesperación, diga que si gana la izquierda habrá un “asalto al Capitolio”. Se nota que no conoce a la derecha madrileña, y que no ha pisado la calle desde hace años.
El sanchismo aislará la victoria en Madrid para que no extienda el éxito de los populares al resto de España y, por tanto, no exista una alternativa al sanchismo que pasa por la reunificación de la derecha
Habrá ataques a Pablo Casado, lo que la izquierda compartirá con Vox. La victoria no habrá sido del PP de Madrid, sino de Ayuso. Se presentará como un fenómeno distinto a la tradición liberal-conservadora de la región, que nació con Esperanza Aguirre y siguió con Pablo Casado. Dirán que no se puede extrapolar al resto de España porque en Génova no hay liderazgo ni proyecto. Dirán que Ayuso escondió a Casado en la campaña. El sanchismo aislará la victoria en Madrid para que no extienda el éxito de los populares al resto de España y, por tanto, no exista una alternativa de gobierno al sanchismo que pasa por la reunificación de la derecha. Verán cómo hablan de “fenómeno aislado”.
El ministro maletero
Ábalos Meco, el ministro maletero, ya adelantó el argumento: “Afortunadamente, España no es Madrid”. Habrá el 5-M un rebrote de la madrileñofobia. Hablarán de insolidaridad, del “nacionalismo madrileño”, y del blanqueo del fascismo. Lo intentaron durante la campaña sin más éxito que crispar a la gente. Es el resultado de una estrategia equivocada que quería contraponer democracia a fascismo, lo que suponía que si no ganaba la izquierda Madrid entraría poco más o menos que en una dictadura.
Incluso Ada Colau, cuyas obras completas he de confesar que aún no he leído aunque los barceloneses me dan referencias, dijo que sentía lástima por los madrileños. "Es terrible lo que tenéis que aguantar en Madrid con Ayuso", soltó.
Exceso de laboratorio
Pasado el sofocón del 4-M, el sanchismo dará excusas electorales. La primera será criticar a Pablo Iglesias. Dirán que el podemita enturbió la campaña, la polarizó, impidió el plan del Gabilondo moderado capaz de atraer al votante de Ciudadanos y a los socialdemócratas que repudian a Sánchez. Es cierto, pero no tuvieron capacidad de respuesta, ya fuera porque los estrategas desdibujaron al candidato socialista, o porque no captaron que las elecciones son una partida multijugador. Pecaron de exceso de laboratorio, no pisaron la calle, e hicieron política de sondeos.
El ataque a Pablo Iglesias servirá al sanchismo para enterrar al todavía líder de Podemos, e impulsar la jefatura de Yolanda Díaz, más bizcochable. De ella se presume que devolverá a Podemos a lo que fue Izquierda Unida, e incluso que haga "un Inés Arrimadas”: la liquidación del partido en beneficio del PSOE.
Otra excusa que deslizarán los medios sanchistas será que el adelanto electoral en Madrid impidió al PSOE configurar una candidatura potente. Gabilondo ya estaba de retirada, dirán, y se notó demasiado porque fue incapaz de conectar con el electorado, ni transmitir ilusión cuando se le pidió ni luego miedo. La falta de tiempo, además, impidió al sanchismo elaborar un programa de transformación, demostrado por la lluvia de millones del Plan de Resiliencia.
El primer escenario es el de mayoría absoluta del PP de Madrid, los 69 escaños. No habría discusión posible, aunque es complicado. La participación alta, que lo será, debería ser sobre todo del electorado de la derecha
Lo cierto es que el resultado en Madrid será una catástrofe para el sanchismo. Hoy, con las encuestas en la mano, solo hay dos escenarios posibles. El primero es el de mayoría absoluta del PP de Madrid, los 69 escaños. No habría discusión posible, aunque es complicado. La participación alta, que lo será, debería ser sobre todo del electorado de la derecha, que es el que está realmente motivado y movilizado para el 4-M.
La abstención, para que esta cuenta salga, tendría que ser del electorado de izquierdas, que no tiene ilusión en estos comicios. Esto supondría que con un 45-47% de los votos para el PP se podría alcanzar la mayoría absoluta sin necesidad de restar a Vox el porcentaje necesario que ponga en riesgo su presencia en la Asamblea.
Monasterio y el apoyo al PP
El segundo escenario sería que los populares obtengan más escaños que la suma de las tres izquierdas. Esto sería posible con 61 o 62 escaños, una cifra alcanzable. De ser así, el PP solo necesitaría la abstención de Vox, con lo que su capacidad de condicionar la investidura sería mucho menor. Monasterio no tiene más remedio que apoyar a Ayuso si quiere sobrevivir. Su electorado no entendería que Vox permitiera un gobierno sanchista con Pablo Iglesias.
La clave del 5-M, el día después, será para unos cómo construir la victoria, que solo se puede interpretar como el nacimiento de la alternativa al sanchismo pasando por la reunificiación de la derecha, y para otros la derrota, que consistirá en dejar al margen del fiasco al “padrecito” Sánchez.