Opinión

Feijóo, los impuestos y la violencia machista

Cuando PP se convenza de que se pierden elecciones tanto por una subida fiscal incompatible con su ADN como por imagen de falta de compromiso contra los feminicidios, se acabarán “errores” como el de Valencia

Estaba cantado que en cada uno de los 140 pactos municipales y seis autonómicos que el PP de Alberto Núñez Feijóo ha tejido con Vox después de las elecciones del 28 de mayo se abordaría cómo combatir la violencia contra la mujer, porque ese es el ámbito más cercano entre las administraciones y el ciudadano, donde más se nota la política con mayúsculas; hasta ahí, todo normal.

Lo que resulta sumamente anormal es que, a las primeras de cambio, el candidato popular a presidir la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, haya caído en la trampa para elefantes de Vox que es la “violencia intrafamiliar” sin exigir la inclusión de párrafo alguno alusivo a la “violencia de género”, nomenklatura comunmente aceptada para la violencia machista.

Naturalizar la intrafamiliaridad que han adoptado los de Santiago Abascal sólo con el objetivo de laminar lo que llaman “ideología de género” , a base de diluir las decenas de feminicidios al año entre unos pocos -sí, se cuentan con los dedos de las manos- casos de infanticidio o violencia contra abuelos en domicilios o en residencias a manos de sus cuidadoras, puede ser un error de bulto de consecuencias electorales impredecibles para los populares.

Negar la ‘enfermedad’

José Luis Rodríguez Zapatero aprobó en 2004, con el voto del PP, la primera Ley contra la violencia de género, y luego, en 2013, en vista de que la violencia no se frenaba, Mariano Rajoy amplió las medidas de aquella norma mediante un pacto con todas las fuerzas políticas del entonces Congreso de los Diputados, donde Vox todavía no estaba.

Es decir, los de Abascal pretenden dinamitar un consenso de tres lustros y que el PP renuncie a lo que ha sido parte de su ADN en las dos últimas décadas so pretexto de que a la ministra de Igualdad, Irene Montero, se le ha ido de las manos ese feminismo de “confrontación” que reconocía este lunes Pedro Sánchez a Carlos Alsina… hombre, un poco fuerte eso de Vox de negar la enfermedad porque el gobierno de izquierdas no ha acertado con la vacuna, ¿no?

Si Vox se hubiera vuelto ‘loco’ y hubiera planteado para la firma del acuerdo una subida de impuestos ¿Mazón habría firmado? ¿a que no?… Esa es la clave: hasta que el PP, desde la calle Génova a la última sede, no interiorice que luchar contra el maltrato es para mucho votante tan importante como bajarle impuestos, seguirán pasando episodios como el de Valencia

¿Cómo es posible que haya tantos mazones en el PP dispuestos a eliminar ministerios, consejerías y concejalías, en definitiva, todo lo que huela a nomenklatura de “igualdad”, solo por no incomodar a Vox? ¿De verdad creen que con una ristra de tuit a posteriori resaltando lo obvio -que no se va a derogar ninguna Ley de Igualdad, diga lo que diga Abascal- arreglan el desaguisado?

¿No se dan cuenta en la calle Génova y en las sedes territoriales del PP de que, para muchos de sus potenciales votantes moderados procedentes del liberalismo de Ciudadanos, también desencantados de ese PSOE sanchista -feministas de la vieja escuela incluidas-, ir contra consensos básicos en materia de igualdad supone un casus belli que vuelve a conviertir al PP en un nasty-party, en un partido no votable?

Voy más allá: Si, por un casual, Vox se hubiera vuelto loco y hubiera planteado para la firma del acuerdo valenciano una subida de impuestos ¿Mazón habría firmado? ¿a que no? Esa es la clave de esta cuestión: hasta que la dirigencia del PP, toda, desde la calle Génova a la última de las sedes locales- no interiorice que garantizar la lucha contra el maltrato es para mucho votante tan importante como bajar impuestos seguirán pasando episodios como el de Valencia.

No trato de dar la razón a Irene Montero, trato únicamente de no negar una evidencia que me parece palmaria: en España, desde que hace diecinueve años se puso en marcha la Ley contra la Violencia de Género, y pese a ella, se han registrado 1.200 feminicidios -350 vidas más que las destruidas por ETA en medio siglo de barbarie- y miles de niños han quedado huérfanos. Eso es lo que hay que combatir, además de esas otras “violencias intrafamiliares” que no es que preocupen a Vox, preocupan a cualquier persona con dos dedos de frente.

El hartazgo por los excesos Irene Montero, Pam Rodríguez & cia al frente del Ministerio de Igualdad no puede llevar ni a Vox ni a nadie a la ceguera ideológica que supone negar que detrás de 1.200 asesinatos de mujeres a manos de sus parejas y ex parejas en menos de dos décadas late un odio de género y una misoginia ancestrales

Claro que todo, ellos y los demás, estamos en contra todas las violencias, ¡faltaría más! Pero, hoy por hoy, las muertes de hombres a manos de sus parejas, de niños a manos de sus madres, o de abuelos en residencia, son anecdóticas en términos estadísticos. Y el hartazgo por los excesos Irene Montero, Pam Rodríguez & cia al frente del Ministerio de Igualdad no puede llevar ni a Vox ni a nadie a la ceguera ideológica que supone negar que detrás de esos 1.200 asesinatos de mujeres hay un odio de género y una misoginia ancestrales en nuestra sociedad.

Y el primero que se ha dado cuenta de ello es Núñez Feijóo, quien -me consta- ya ha dado instrucciones para que lo de Valencia no se vuelva a repetir ni en Extremadura ni en Aragón, Murcia o Baleares porque se juega mucho en el envite del 23 de julio. Sabe que lo que más daño ha hecho a su rival, Sánchez, es aparecer ante los votantes socialistas cómplice necesario de los excesos de Podemos al frente de Igualdad durante estos cuatro años sin mover un músculo; aunque ahora nos cuente que tiene “amigos de 40 y 50 años que se han sentido incómodos”… “¡como yo!”, le faltó decir al presidente y jefe de Irene Montero, por mucho gobierno de Coalición que haya sido.

Porque nadie en el PP, supongo, querrá imaginarse al Feijóo presidente del Gobierno yendo, dentro de cuatro o cinco años, a Onda Cero a confesarle a Alsina que también las mujeres de su familia y sus amigas se han sentido “incómodas con estos de Vox”… como si la feria no hubiese ido con él y su auctoritas.

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