Opinión

Feijóo quiere a Sémper pero necesita a Abascal

El lío del aborto en Castilla y León puede tener consecuencias para ese PP que le ha hecho a Sánchez un regalo inesperado con él que tapar los fiascos de la Ley del sólo sí’ y la malversación

El destino ha querido que aquellos dos jóvenes protagonistas que fueron en Nuevas Generaciones del País Vasco durante los años de plomo de ETA, allá por los 90, Santiago Abascal y Borja Semper, dos chavales entonces que vieron asesinar a Gregorio Ordóñez y a Miguel Ángel Blanco, y que sintieron el miedo hasta exiliarse en Madrid, vuelvan a ver su destino unido dos décadas después; pero esta vez compitiendo por objetivos bien diferentes: Abascal empeñado en llevar al que fuera su partido, el PP, a su terreno hoy en la extrema derecha, y Semper el contratado hace dos lunes por Alberto Núñez Feijóo justo para lo contrario, para centrar esa sigla... Signifique eso lo que signifique.

Uno, líder de Vox que aspira vicepresidir el futuro Gobierno de Feijóo para condicionar sus políticas territorial, migratoria, de Memoria Histórica y, a lo que se ve, antiabortista, y el otro, oscuro objeto de deseo centrista que el líder gallego necesita como agua de mayo para aplacar los arreones derechistas que de vez en cuando le propine su eventual socio y subsanar los errores propios del PP, tal que haber admitido, sin pestañear y por no montar jaleo, que le marquen la agenda con un tema divisivo donde los haya: el aborto.

Vamos, la cuadratura del círculo que estos días vemos en Castilla y León a propósito de la enésima guerra cultural desatada por el vicepresidente García Gallardo con su propuesta de fotografía del feto en cuatro dimensiones para que se escuchen los ¡ay! -no los latidos- del presidente, Alfonso Fernández Mañueco, y de toda la derechita cobarde del PP, que dice Vox; Y para espanto, me temo, de aquellas mujeres que se van a atrever a acercarse a la sanidad pública castellano-leonesa a interrumpir su embarazo, en riesgo de ser utilizadas a modo de rehenes por los Hunos y los Hotros en hora personal tan traumática. Un despropósito.

El asunto del aborto a cuenta de las resonancias 4D a fetos en Castilla y León tendrá el recorrido que quiera el PP; de momento, bastante por ese error que fue ver al portavoz de Mañueco, presente en la rueda de Gallardo el jueves, no decir siquiera esta boca es mía

Mientras, Pedro Sánchez en La Moncloa frotándose las manos en la creencia -con razón- de que puede haber encontrado el bálsamo de Fierabrás que le va a liberar de los dolores que le ha traído la rebaja de penas a agresores sexuales por la Ley del sólo sí es si -186 reducciones de condena van ya-, su política de apaciguamiento en Cataluña con la rebaja de las penas por malversación para que los condenados por el 1-O vean sus expedientes penales limpios de polvo y paja, y la más que previsible consiguiente rebaja de penas a otros corruptos.

Sospecho que el asunto del aborto a cuenta de las resonancias 4D al feto va a tener el recorrido que le quieran dar los populares, que de momento es mucho por errores de gestión. Al PP le convendría no engañarse jugando al solitario. Porque lo primero que sorprende es que se anuncie el jueves en rueda de prensa un protocolo por parte de un vicepresidente García Gallardo sin competencias, no del consejero de Sanidad, quien excusaba ignorancia ante las preguntas de los periodistas con el pintoresco argumento “no sé mucho de embarazos” -Manolete, si no sabes, ¿para qué te metes?-. Todo ello sin que el portavoz de la Junta, es decir, de Mañueco, dijera esta boca es mía.

Feijóo es muy de dejar hacer, y se entiende; al fin y al cabo a quien eligieron los ciudadanos en las elecciones del 13 de febrero de 2022 es a Mañueco, no a él, pero todo tiene un límite; no puede dar la impresión de que está maniatado por Vox ni Sémper empezar nueva etapa política a su lado dando la presión de que está ahí para achicar el agua que entra en ese trasatlántico ideológico que es el PP a punto de ganar las próximas elecciones… o no, que a buen seguro le apostillaría su amigo y predecesor en galleguismo Mariano Rajoy.

Feijóo está en ese momento crucial en que todas las miradas se posan sobre el llamado a ocupar La Moncloa… y nadie quiere ver allí a un Mañueco bis, un diletante que permite a Vox apropiarse de un asunto tan traumático para la mujer que lo vive como es el aborto

El líder popular está en uno de esos momentos cruciales en que todas las miradas se posan sobre aquel político llamado a ocupar La Moncloa en un futuro no tan lejano… y sospecho que la mayoría que le puede llevar no quiere ver allí a un Mañueco bis, un diletante que permite que una formación minoritaria se apropie de las decisiones en un asunto tan delicado para la mujer que lo vive y, a la vez, tan alejado hoy de las preocupaciones diarias de esa mayoría social que pone y quita gobiernos.

Porque, si algún problema tiene hoy Sánchez, y Feijóo debería saberlo, es que los ciudadanos penalizan a los gobiernos que tienen en su seno formaciones que van por libre, caso de Podemos. El líder del PP dice postularse precisamente como solución de “autoridad” al desbarajuste penal del solo sí es sí y del PSOE en general… pues menudo ejemplo.

Lo primero que debería hacer es ordenar a los suyos, empezando por Mañueco, que nada ponerse de perfil, como si García Gallardo no fuera su vicepresidente; que la sala de prensa del gobierno en la Junta de Castilla y León la gestionan el presidente y su portavoz; y que si Vox se le sube a las barbas por la mañana, se le desautoriza por la tarde.

Mañueco tiene espejos donde mirarse: En Madrid, durante la pasada legislatura, Isabel Díaz Ayuso se jartó de enmendar la plana, un día sí y otro también, a quien entonces era su vicepresidente, Ignacio Aguado. Y no le temblaron las piernas, es más, si no recuerdo mal, en las elecciones del 4 de mayo de 2021 Aguado y Ciudadanos desaparecieron y ella casi saca mayoría absoluta; y en Andalucía, un año mas tarde, el 19J de 2022, Juan Manuel Moreno Bonilla se hizo con la ansiada mayoría absoluta a base de dejar en evidencia ante los votantes lo contraproducente que habría sido un gobierno suyo con la muy sobreactuada Macarena Olona de vicepresidenta.

No, Feijóo no puede, no debe contemporizar con una guerra cultural impuesta a cuenta del aborto que puede costarle muy cara a ese PP centrista y moderado que pretende construir. Si no, la victoria en los sondeos le durará lo que la sonrisa a ese Borja, cariacontecido ya en su segunda comparecencia en la sede de Génova, este lunes… una semana. Ni más ni menos.

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